Perfectos desconocidos

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La mayoría de las personas dice no esconder nada en sus teléfonos celulares, pero pocas están dispuestas a que alguien, y mucho menos la pareja, les revise el contenido, porque seguramente tendrían que dar varias explicaciones, de ahí que buena parte de los dispositivos requieran de una contraseña para acceder a su información. Bajo esta premisa, Paolo Genovese escribió y dirigió Perfetti sconosciuti (Italia/2016). La cinta tuvo tanto éxito que pronto se hicieron versiones en Francia, España, Grecia, Corea del Sur, Hungría y Turquía, y otras más están en proceso.

El nombre de Manolo Caro se mencionó mucho el 2018 por La casa de las flores, su serie para Netflix con Verónica Castro, que impactó por la forma de hablar del personaje de Cecilia Suárez. Casi al terminar el año, el director estrenó su versión de Perfectos desconocidos (México/2018), la cual es idéntica, al menos, a las versiones que he visto: italiana, española y francesa. Las cuatro solo se diferencian por expresiones, lugares y situaciones propias de cada país.

En la película, como todos en la reunión aseguran no tener inconvenientes en que se revise su teléfono celular porque no esconden nada, Eva (Cecilia Suárez) le propone a su esposo Alonso (Bruno Bichir) y sus amigos Flora (Mariana Treviño), Ernesto (Miguel Rodarte), Ana (Ana Claudia Talancón), Mario (Manuel García-Rulfo) y Pepe (Franky Martín) el juego de poner los dispositivos en la mesa, leer los mensajes y correos electrónicos y recibir las llamadas en voz alta, para que el resto se entere de la información.

Al principio, lo que llega a través del móvil en esa cena en casa de Eva y Alonso no tiene mayor relevancia, pero conforme pasa el tiempo esa noche de eclipse, lo que empieza como una simple velada entre amigos acaba descubriendo los más profundos secretos de cada uno.

El atractivo de las diferentes versiones de Perfectos desconocidos es lo universal de su historia, con lo que los espectadores se relacionan fácilmente con los personajes, porque, sin dudas, han vivido algo similar, lo cual los puede llevar a reflexionar acerca de cómo usan los móviles y el tiempo que le dedican a redes sociales cómo Facebook y WhatsApp, y la repercusión de estas en su vida cotidiana.

La versión mexicana vale, más que nada, por su elenco, compuesto por actores con suficientes capacidades para desarrollar las escenas. Si bien Suárez, Rodarte, Talancón, García-Rulfo y Martín no interpretan nada mal sus personajes, son Bichir y Treviño quienes se apoderan de su papel y logran las actuaciones más sobresalientes.

A pesar de que no se trata de una película original de Manolo Caro, la historia y cómo se desarrolla, con una narrativa muy ágil, tiene el toque tragicómico de sus anteriores trabajos, como No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (2013), Elvira, te daría mi vida, pero la estoy usando (2014) y La vida inmoral de la pareja ideal (2014).

Si bien la italiana, dirigida por Paolo Genovese, funciona muy bien; en la española Perfectos desconocidos (2017), disponible en Netflix, con el sello de Alex de la Iglesia, sobresale la actuación de Belén Rueda; es la francesa Nada que esconder (2018), también en Netflix, a cargo de Fred Cavayé, por su tono agrio, la mejor de las versiones, incluida la mexicana. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 20 de enero de 2019 en la edición 834 del semanario Ríodoce.

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