Coco

 

Coco (EU/México/2017), dirigida por Lee Unkrich, es la nueva película de Pixar que rompió récords en su fin de semana de estreno: con cuatro millones de espectadores, es la cinta animada de una historia original con la mejor apertura en México; y el mejor inicio para una de este tipo fuera de las vacaciones de verano. El filme llegó para quedarse, sin duda, pero también para reanimar y difundir ampliamente una de las tradiciones más queridas de este país y que a algunos extranjeros les parece la más curiosa e inexplicable.
El Día de Muertos está muy próximo y en Santa Cecilia habrá un concurso de talentos. Miguel es capaz de ganarlo, pero no puede inscribirse: en su casa está prohibida la música desde que su tatarabuelo —que tocaba la guitarra— abandonó a su tatarabuela Imelda y a su pequeña hija Coco, por lo que toda la descendencia renunció a las canciones y se dedicó a hacer zapatos.
Sin importarle lo que sus padres y abuela le advierten, Miguel hará todo por lograr su sueño: cantar como su ídolo, un famoso intérprete que murió hace mucho, pero sigue en el gusto y la memoria de la gente, y para ensayar, tiene una guarida secreta en donde escucha sus canciones.
La familia descubrirá la intención del inquieto niño, pero lejos de que Miguel se detenga, eso será un impulso que lo llevará no solo a la plaza del pueblo, sino a encontrarse con los suyos que ya pertenecen a otro mundo y que, quizás, puedan aprobar su mayor anhelo, aunque tenga poco tiempo y corra el riesgo de perder la vida.
El mayor acierto de la cinta es haber mostrado la mayoría de los elementos de la celebración del Día de Muertos: calaveras, altares, papel picado, la visita de los difuntos para reunirse con los suyos y disfrutar de las ofrendas, las flores de cempasúchil de color amarillo, la representación de la luz, por ejemplo; y explicarlo de una manera sencilla y tierna.
Hace varios años que la animación, y más tratándose de Pixar, es altamente impresionante por su grado de realismo, ésta no es la excepción, tanto en lo bien definido de las personas como de cada uno de los objetos. En ese sentido, otra ventaja del filme es cómo expone el panteón, las tumbas, el más allá, el puente cubierto por pétalos amarillos y toda esa idea de cómo se vive en el otro mundo. Puede recordar a El libro de la vida (2014), la diferencia es que Coco aborda el tema a profundidad.
En la cinta no nada más está lo relacionado con el Día de Muertos, hay otros aspectos relevantes que son parte de la cultura de los mexicanos: desde la chancla con la que las madres y abuelas reprenden a sus descendientes, el perro xoloitzcuintle, alebrijes, comida, música, revolucionarios, cantantes, actores y callejones y casas típicas de algunos pueblos.
Los creadores de Coco hicieron una labor extraordinaria. Es notorio que investigaron a fondo no nada más una celebración, sino para comprender una cultura, al grado de que el resultado conecta en muchos sentidos con los mexicanos —pocos serán los que no derramen lágrimas, al menos una vez.
Por el valor de la familia, el luchar por los sueños, el Día de Muertos, la animación, la entrada con papel picado, el doblaje, el carisma de Miguel y muchas cosas más, Coco ya es imprescindible. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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