Cine: ‘¿Conoces a Tomás?’

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Uno de los objetivos del cine es instruir. ¿Conoces a Tomás? (México/2019), dirigida por María Torres, tiene, primordialmente, esa intención, al mostrar un poco más a fondo el comportamiento, los sentimientos y las emociones de una persona con autismo y cómo es conveniente tratarla. Desafortunadamente, la cinta bien intencionada escrita por Torres al lado de Enrique Vázquez se queda como un mediano experimento formativo —Yo soy Sam (2001) lo hizo mucho mejor. Puede contribuir a educar en el tema, pero no es muestra de una buena película.

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Leonardo (Leonardo Ortizgris) se dedica a la música, lo que más le gusta, pero el grupo en el que toca con su amigo Christopher (Alán Estrada) no le es suficiente y se siente estancado. Su vida da un giro importante cuando a su novia Fernanda (Marcela Guirado) le asignan su primera cirugía y le pide que cuide a su hermano Tomás (Hoze Meléndez), quien tiene autismo y siempre porta un acordeón. Al frustrado artista solo le basta un día para ver el talento de su cuñado y no sus obstáculos, tratarlo de manera inclusiva y descuidarse lo suficiente para alejarse de su chica, aunque le queda su pasión por la música y su empatía con Tomás, para no dejar ir a quien ama.

El primer largometraje de María Torres tiene dos aspectos a favor. Por un lado, abordar el tema tan complicado del autismo sin caer en sentimentalismos. La manera en cómo el personaje de Ortizgris trata al de Meléndez, es la adecuada para integrar a la sociedad a quienes poseen capacidades diferentes, sin hacerlas sentir menos. Desde el primer momento, Leonardo ve en su cuñado a una persona con potenciales, no con limitaciones, y de forma auténtica lo conduce a identificar esas capacidades y hacerlas parte de su cotidianeidad, en una vida más funcional y efectiva.

La otra fortaleza del filme, que lo sostiene de principio a fin, son las actuaciones, precisamente, de Hoze Meléndez y Leonardo Ortizgris: el primero impecable como Tomás, quien no necesita de ninguna palabra para expresar su mundo; y el segundo como ese alivianado y empático que ve en el hermano de su novia una oportunidad para atender y dedicar tiempo a alguien que, por lo general, no es tratado adecuadamente. Estos prometedores actores premiados ya con el Ariel y cada vez más recurrentes en el cine mexicano, no solo destacan por separado: juntos también lo hacen a la perfección, como cuñados/amigos/cómplices que se entienden y caen muy bien.

El problema con la cinta inspirada en la experiencia con el autismo del hermano de la directora, es su ritmo lento y que nunca despunta. No atina como comedia, ni como drama. Realmente no sucede nada que provoque risas ni carcajadas, ni que conmueva al grado de humedecer los ojos, mucho menos del llanto. Las escenas se desarrollan muy planas, sin ninguna motivación o situación a resolver, porque no hay un auténtico clímax. Torres se dedica solo a exponer diferentes facetas del Trastorno del Espectro Autista, sin una narrativa, realmente, efectiva en el cine.

La película se distingue por su tema, prácticamente, inexistente en la limitada y repetitiva oferta cinematográfica nacional, enfocada más a las historias de amor, pareja, violencia, delincuencia narcotráfico y corrupción. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 4 de agosto de 2019 en la edición 862 del semanario Ríodoce.

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