Familias culichis se autoimponen cuarentena en sus hogares

culiacan

“Quédate en casa” es una frase que tomaron literalmente. Por decisión propia decidieron entrar en cuarentena. Desde el pasado lunes 16 de marzo en la noche ya no sale nadie. Su casa se ha convertido en el refugio para protegerse ante la amenaza de Covid-19.

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No viven en Italia, España o en alguna ciudad de California, sino en Culiacán. La última semana han permanecidos resguardados, al mismo tiempo que los centros educativos a los que asisten los hijos determinaron también suspender actividades escolares.

La señora Cristina Ibarra Noriega relata que sus tres hijos están informados de las razones del aislamiento y les ha aclarado que no son vacaciones. “Diario desinfecto banqueta, cochera y no recibo visitas”.

En la misma sintonía está la mayoría de sus familiares y amigos con quienes se comunica por celular o llamadas telefónicas. “Primos que tienen hijos están igual, trabajando en casa, tía, etc”, comenta.

No compraron víveres a bastedad, sólo lo necesario para la semana, sólo ha salido si le falta algo. “Los productos que compré los uso con moderación y constantemente nos estamos lavando las manos”.

La vida para Cristina, una paciente con Lupus, así como para su madre de 60 años, y los hijos de 18, 10 y 4 años, ha cambiado mucho en los últimos días. La dinámica familiar es otra. Ahora, comenta con humor, juegan lotería, jenga y tienen pijamadas en su propia casa.

Al segundo día del aislamiento, el hijo mayor, un preparatoriano de 18 años quiso ir al gimnasio, pretendiendo minimizar la situación que está ocurriendo en México y el mundo. “Le expliqué que no lo hiciera por él sino por su abuela y por mí, que somos las que estamos vulnerables y me lo entendió perfecto”, expresa a través de una conversación en whatsApp.

La madre de familia entiende que no se quiere que la gente entre en pánico, pero considera que en medicamentos y servicio de salud, si se da la fase dos, no están preparados. “Y si puedo ayudar con mi grano de arena desde ya, lo hago”.

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Sus hermanos tienen un restaurante en Mazatlán, pero están analizando si deciden cerrar, asumiendo que tendrían que pagar la nómina de los empleados. Una hermana, lamenta, ha tenido crisis de estrés por la situación que se vive. “Hay mucha incongruencia por parte del gobierno, pero uno debe hacer lo que le toca desde su trinchera”.

—¿Con éstos días, cómo ha cambiado tu percepción de la vida, la familia y lo que se sucede, tras las semana de autoresguardo o cuarentena?

—Totalmente. Estamos en una etapa de mucho consumismo, frivolidad y gastos innecesarios. Fíjate que hago más cosas con mis hijos y con mi madre, platicamos más. Hay más abrazos y más besos. Como sociedad en verdad tenemos el poder de decisión y de acción.

—¿Qué les recomiendas a las personas que no se han atrevido a dar el paso que ustedes dieron como familia?

—Que lo hagan por las personas más vulnerables, que si por trabajo tienes que estar en la calle, no hay otra, pero que en su alcance tomen medidas al llegar a su casa, que no son vacaciones. No es fácil el encierro y se multiplican los gastos, pero con poco que haga cada quien sí se puede.

Artículo publicado el 22 de marzo de 2020 en la edición 895 del semanario Ríodoce.

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