Los 40 despidos del ‘Químico’ Benítez

los 40 despidos del químico benítez

El Instituto de Cultura, Turismo y las Artes es la dependencia del gobierno municipal encargada de la organización de los espectáculos del Carnaval de Mazatlán.

Luego entonces, el director del Instituto además de responsable debe contar con el apoyo de las otras dependencias para que la fiesta mayor de los porteños luzca, y de esta manera se garantice calidad y se vuelva ventana para el gozo y atracción del turismo nacional e internacional.

Lea: Oscar Blancarte, a la defensa del proyecto cultural en Mazatlán https://bit.ly/2KsjoTn

Cualquier acto en sentido contrario es un boicot consciente o inconsciente al Carnaval y eso lamentablemente ocurrió una semana antes de que iniciara la fiesta con sus reinas, bandas, papaquis, luces y confeti.

No fue cualquier funcionario el autor de ese desatino, sino el mismísimo alcalde Luis Guillermo el Químico Benítez, quien salió inopinadamente el martes pasado a decir a la prensa que se despedirían a 40 trabajadores del Instituto y de ellos en forma inmediata, los primeros diez.

Y cuando una periodista le preguntó la razón de ese despido masivo, se obtuvo una respuesta clara y contundente, pero no menos insensata: “Porque no hacen nada, porque los dejaron heredados de la administración pasada, por ese motivo. Ni la ciudad, ni ella (sic), ni nadie tenemos que mantener a flojos”.

Llama la atención que esta declaración regañona la hizo sin la presencia del cineasta Oscar Blancarte, quien funge como director del Instituto, y seguramente sin el aval de su Consejo de Administración, que reglamentariamente es su máxima autoridad y tiene entre sus competencias vigilar que esta dependencia funcione normalmente y más durante las fechas carnavaleras, o sea que cada uno de los trabajadores rinda frutos en su área.

¿Qué llevó a que el Químico Benítez tomara esta decisión personalísima, que pone en riesgo el buen desarrollo de la fiesta carnestolendas sin que lo haya consultado con el Consejo de Administración y menos con su director Blancarte, que por lo visto se enteró por la prensa?

Ciertamente todo alcalde tiene entre sus facultades cuidar la buena aplicación de los recursos públicos, sin embargo, en esto hay entes jurídicos e instancias competentes y deben cuidarse los derechos laborales porque podría resultar más caro el remedio que la enfermedad si viene una cascada de demandas, como ya se menciona entre algunos observadores de la cosa pública.

No se necesita ser un psicólogo lacaniano para saber que una persona sobre la que pende un despido laboral tenga pocos incentivos para hacer las cosas bien. Alcanza el desánimo por lo que sucederá al día siguiente que sea despedido y más cuando se irá con el estigma de “flojo”, una persona que solo sabe cobrar sin hacer un trabajo, esta expresión es un abuso de autoridad que atenta contra un derecho humano como es tener un trabajo.

Puede ser, como no puede ser, que algunos de ellos sean flojos o simplemente no se les asigna trabajo, como quiera que sea eso le pega a la administración de Blancarte, pues después de tres meses lo habría tolerado causando daños financieros a las arcas municipales y peor si estaría decidido a seguir haciéndolo. Así que por decoro tendría que salir a decir esta boca es mía, defender a quien haya que defender, como es el derecho al trabajo, uno de los postulados básicos de cualquier partido de izquierda.

Blancarte no ha dicho que los futuros desempleados no asistan regularmente al Instituto y aun así, es responsabilidad del titular del Instituto asignar tareas que no deben faltar en estos días que son antesala del carnaval.

En definitiva, flaco favor le hace el Químico Benítez a Oscar Blancarte, de quien se ha dicho le presentó su renuncia y éste le pidió que permaneciera para evitar que estallara en medio de la visita que AMLO hizo a Mazatlán; Blancarte aceptó por un sentido de responsabilidad, pero eso exige corresponsabilidad del alcalde.

El Químico está perdiendo la brújula política, exhibe su inexperiencia en los cargos públicos, en el trato institucional, en un mínimo compañerismo con un proyecto común que es la 4T, asume que los funcionarios públicos están al servicio de sus humores e incapacidades, y que si no se ajustan a ellos tendrán que abandonar el cargo en medio de la humillación pública.

Y es lo que estamos viendo en el caso del Carnaval, su figura aspira a un protagonismo que no le va bien, la gente en estos días busca la fiesta, no la reyerta política y menos ese autoritarismo que dejará seguramente a muchas familias sin sustento y todo porque cometieron el delito de trabajar en la administración pasada del Instituto de Cultura ¡Carajo!

Y Oscar Blancarte calla vergonzosamente, asume hasta el momento de escribir este texto, que el jefe manda ¡Doblemente carajo!

Artículo publicado el 24 de febrero de 2019 en la edición 839 del semanario Ríodoce.

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