La mezquindad, en medio de la tragedia de las inundaciones en Culiacán

colchones 15


Aurelio no lo creyó, era demasiado bueno para ser verdad. A caballo dado no se le busca colmillo. Así reza el dicho. De oficio tapicero, notó que su colchón recién donado por el Gobierno del Estado tenía algo malo. Con todo y que fue regalado decide quitar el empaque. Y desde adentro sale una apeste, algo huele mal.

Lo saca a la calle. Coge unas tijeras y comienza con el primer forro. Luego otro empaque y luego otro. Tenía tres en total. “Ahí está la marca”, dice. Sigue cortando y se incrementan las ganas de vomitar.

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“Apestan. Unos a rata y otros a húmedo”, replica Aurelio. Luego corta otro colchón. Es el de su vecino. Apenas termina de cortar el forro y se ven los hoyos y las manchas, “esa es la ayuda, esa es la ayuda que nos brindaron”, dice.

La ayuda llegó alrededor de las 19:00 horas del lunes 15 cuando un camión tipo torton acudió cargado de colchones. Entregó 42 en total. La consigna fue repartirlos entre los necesitados. Para las 20:30 horas vecinos comenzaron a sacar los colchones.

Una mujer afiliada al PRI, líder del comité seccional, fue el enlace. Y ella se justificó, señaló que se le hizo raro que la buscaran y la citaran en el MZ de Santa Fe. Ahí fue el punto de reunión.

Ya con un censo de por medio entre los necesitados se hizo la entrega de apoyos. Por eso, hasta el sitio, empleados que solo se identificaron como “del gobierno” arribaron con lista en mano. En la lista apareció Aurelio y por eso le tocó su “apoyo”.

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“Los que aparecimos sí. Me tocó. Me lo llevé a la casa, no le había quitado el hule, trae doble forro de hule, eso sí, se miraba muy bien. Lo metí al cuarto y cerramos la puerta, como a la media hora abrimos el carro y no aguantábamos la apeste, lo agarré y lo saqué a la calle”, explica.


Aurelio, al igual que decenas de familias resultó afectado por las inundaciones dejadas por la depresión tropical 19-E. Él vive por la calle Esmeralda, casi a un costado del canal de Santa Fe, que recorre casi todo el boulevar Constelaciones y el mismo que cada lluvia se desborda.

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Para las 21:30 horas las calles aledañas, sobre las esquinas, tenían también colchones. Los vecinos estaban enfurecidos. Patrullas de la Policía Municipal a la expectativa, los agentes se solidarizaron con los afectados. En un principio acudieron a resguardar el orden pero terminaron por ser testigos de la indignación. No hubo disturbios que lamentar.

Ya calmados los ánimos al sitio acudió Morayma Yaseen Campomanes, de la Subsecretaría de Gestión de Fondos y Financiamiento de la Secretaría de Economía. Para entonces pasaban de las 22:30 horas de ese lunes 15.

“Primero que nada una disculpa, no entendemos lo que pasó. Vemos los videos y lo tenemos que comprobar. Nosotros estamos recibiendo colchones donados de diferentes empresas, de diferentes organismos y toda la donación que llegue es bienvenida y toda la donación se está repartiendo”, dijo la funcionaria.

El compromiso fue llevar colchones nuevos al día siguiente. Y al día siguiente, por la mañana del martes 16 la escena se repitió. En la colonia los Mezcales y Lombardo Toledano, alrededor de las 11:00 horas, los vecinos, “apoyados” con la misma ayuda, sacaron sus colchones. Los llevaron a “tirar” a las puertas del Ayuntamiento de Culiacán.

La escena otra vez se repite en la 6 de Enero y la Ignacio Allende, a la vuelta del arroyo del Piojo, en donde poco antes de las 17:00 horas, por medio de carretillas o arrastrando, los vecinos apilan los colchones sobre el asfalto carcomido de la avenida Juan de la Barrera.

Casi de manera simultánea, Raúl Carrillo Castaños, titular de la Secretaría de Desarrollo Social, cayó en las primeras contradicciones. Los colchones dañados fueron donaciones no identificadas hasta el momento. Se encontraba cumpliendo a vecinos de Jardines del Pedregal. Ahora sí eran colchones buenos.

Ahí las primeras imprecisiones. El funcionario explicó que fue un lote de mil 500 colchones los dañados y que se tenía ubicada a la empresa proveedora. No fueron donaciones como la noche anterior aseguró Yaseen Campomanes.

Mientras tanto, unos camiones de la empresa Valdez Baluarte descargan colchones. En total entregaron 42, la misma cifra que la noche anterior entregaran trabajadores identificados únicamente como “del gobierno”.

Y Carrillo Castaños seguía en su recorrido. Explica que del total de colchones lograron contener la entrega de 700 del mismo proveedor, y que en total tienen mil 197 con presunto daño.

Minutos después, según testimonios de vecinos de la 6 de Enero, indicaban que el modus operandi fue idéntico: personal del “gobierno” hizo entrega de los colchones por medio de una lista. La contención no salió tan bien como pensaron en Desarrollo Social.

Ahí sale a relucir la marca de los colchones. La leyenda “colchón ortopédico Sinaloa línea Gibrán” en una de las esquinas de un colchón se logra leer. Decidieron ir a tirarlos al Ayuntamiento. Ahí fueron recibidos por el secretario Héctor Armenta y la regidora del PRI, Kathya Higuera, quien fue el enlace con la Secretaría de Desarrollo Social para el censo de damnificados.

La instrucción girada por parte de la Secretaría de Desarrollo Social fue recoger los colchones en una bodega de la colonia el Ranchito, al sur de Culiacán y que personal del Ayuntamiento hiciera entrega de los mismos. Así, sin deberla ni temerla, los trabajadores de la comuna cumplieron con la tarea.

Y mientras la autoridad se contradijo, vecinos de más de siete colonias y comunidades en Culiacán se vieron afectados, y al menos 300 colchones putrefactos fueron detectados.

Artículo publicado el 21 de octubre de 2018 en la edición 821 del semanario Ríodoce.

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