¿Existe un CISEN en la UAS?

Uas

Quizá para muchos esta interrogante pueda resultar un despropósito, siendo una institución educativa dedicada a la formación de profesionistas, la extensión de la cultura y la generación de conocimientos. Y donde lo único que debiera investigarse es la realidad social para sugerir a los poderes públicos políticas que optimicen los siempre recursos escasos, o investigar a las colectividades por su comportamiento político, psicológico o social, como entes de derechos o fiscales, nunca por sus opiniones críticas sobre los asuntos universitarios.

Lea: El atrevimiento desde la insignificancia del PAS https://bit.ly/2FAIdvx

Sin embargo, ese deber en la UAS desde hace algunos años se ha puesto en entredicho cuando son investigados los críticos que señalan sus distorsiones y anomalías; la mayor haber parido un partido político que consume recursos materiales y humanos, y cualquier señalamiento en ese sentido inmediatamente activa escribanos oficiosos que sustituyen los medios institucionales y dan respuestas furiosas meridianamente documentadas, meridianamente distorsionadas, en medios digitales como Proyecto 3, Mujeres por Sinaloa, Gremio News y Parlamento Universitario, que por su persistencia infamante tienen expedientes abiertos en la organización no gubernamental Artículo 19.

En ese resorte automático adquiere valor la afirmación de que pudiera haber un “CISEN” en los espacios universitarios, es decir, un lugar y unos responsables que investigan el pasado de ex universitarios y universitarios en activo, incluso externos, que realizan críticas contra unas autoridades universitarias al servicio de un proyecto político.

Ahí están, como muestra los ataques contra Gilberto Ceceña, Avecé, Tere Guerra, Guillermo Ibarra, Ana Luz Ruelas, Arturo Santamaria, los dirigentes de la Asociación de Jubilados, ahora a Elio Edgardo Millán y, claro, contra quien escribe; y llama la atención que esos pasquines manejen la misma “información”.

El resultado es una mezcla de manipulación de trayectorias profesionales e infundios destinados a destruir mediáticamente imágenes públicas y provocar desconfianza por sus capacidades, imposible de lograr sea por el escaso alcance que tienen o por la estatura académica de los señalados como “enemigos de la UAS”, sin embargo, hay que reconocer que tienen información clasificada que han recogido y data en algunos casos desde principios de los años setenta.

Así, tienen perfiles de activistas políticos, que luego se convirtieron en académicos. Se pone énfasis en la parte del activismo y se caricaturiza con una serie de epítetos y apodos; perfiles académicos que aun habiendo logrado ser miembros del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III, no les vale, simplemente se le reduce a que son unos “vividores” o si son estudiantes dicen que están siendo manipulados por alguno de aquellos “malos universitarios”.

Pero insistimos, hay una “información” común sobre las trayectorias y los partidos o grupos políticos a los que pertenecieron y sus acciones, la consistencia académica del sujeto objetivo, los trabajos que tuvieron simultánea o posteriores a la jubilación y si tiene una o varias pensiones por prestación de servicios y si el cónyuge trabaja o trabajó en la Universidad.

Algo más: Hay un seguimiento de la información publicada en medios impresos y digitales, una misma base de datos y un mismo cerebro que asigna tareas y distribuye el resultado de sus indagatorias inmediatas.

El caso más reciente es el de Elio Millán Valdez, uno entre muchos activistas políticos de los ya lejanos años setenta y hoy convertido en doctor en Ciencias de la Educación, quien últimamente ha estado publicando una serie de ensayos muy juiciosos sobre el pasado y presente de la UAS y que han circulado en redes sociales. Eso le ha merecido una “respuesta” de una dama sin rostro, en un medio donde todas lo tienen y eso huele a seudónimo, coartada de otra identidad.

Extraigo algunos párrafos del texto de marras:

“…Se trata del ‘soviético’ Elio Edgardo Millán Valdez, especialista en la agitación, quien quedó pegado a las prácticas del pretérito, aquellas de las preparatorias convulsas. Llegó de Sonora en los primeros años de la década de los setenta y se asentó en el puerto mazatleco.

“La raíz ‘intelectual’ de Elio Edgardo radica en lo dudoso su ‘formación normalista’ arrancada de los manuales soviéticos del llamado ‘marxismo vulgar’ y dogmático del materialismo dialéctico, en el ‘soviet’ que convulsionó allá en el ‘68 la Universidad Autónoma de Sinaloa (…)

Elio Edgardo se autodenominaba de ‘izquierda’ en un ‘grupo de activos’ confrontados con los dirigentes del Partido Comunista Mexicano que dirigía la UAS. Luego se incorporó a la llamada Corriente Socialista; posteriormente, para seguir disfrutando de su condición laboral parasitaria, se afilió al Partido Comunista Mexicano, luego PSUM, alineado con los rectores que provenían de este tipo de ideologías.

Al salir de la UAS, con la jubilación dinámica en su bolsillo —salario total como si fuera académico en activo— se fue a “trabajar” con gobiernos estatales priistas, ocupando cargos en la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa en el Sur y la Escuela Normal Superior y en el Centro de Actualización del Magisterio”.

Cómo se puede apreciar les sobran calificativos, sería preocupante que la UAS esté financiando estas publicaciones y que se utilicen contra los propios universitarios y más cuándo su partido apoya una iniciativa legislativa para crear una ley de “protección de periodistas”.

¿Quién tiene la respuesta?

Artículo publicado el 31 de marzo de 2019 en la edición 844 del semanario Ríodoce.

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