Enrique Peña: Balance de un sexenio cruel

Con un resultado terrible que dejó al país sumido en una crisis jamás imaginada y con un pésimo balance de su administración, el Presidente Enrique Peña Nieto llega al final de su sexenio y el 1 de diciembre entrega un México endeudado, con índices alarmantes de violencia, corrupción e impunidad y, lo peor, bajo el control del poder trasnacional al que entrega no solo la soberanía sino el grueso de sus recursos naturales propiedad de la Nación y con el mayor monto de endeudamiento en la historia mexicana, al alcanzar 10 billones 427 mil 506.1 millones de pesos.

El 30 de noviembre hasta las doce de la noche los millones de mexicanos excluidos del poder presidencial ponen fin a una pesadilla que deja una cifra de 150 mil asesinados, más de 38 mil desaparecidos, de los cuales cerca de 5 mil son menores, cerca de cincuenta periodistas asesinados, una cifra alarmante de feminicidios, fosas clandestinas por todos los rincones del país y un drama social ensombrecido por la impunidad donde solo uno de casos diez casos logra tener un culpable con sentencia.

Junto a la tragedia de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, que fragmentó al país y trascendió al mundo retratando a México como un país marcadamente violento, se sumaron muchas otras tragedias humanas donde se exhiben los contubernios y maridajes entre los diversos grupos delincuenciales y los gobiernos locales y el federal, operados por una clase política dedicada a fomentar, al margen de la legalidad, negocios personales de familias o de grupos para acumular fortunas.

Del recuento de daños a la integridad y el respecto a los derechos humanos, esencialmente por el respeto y el derecho a la vida, no hay organismo civil o gubernamental que dé cuenta de un saldo positivo y los más moderados como la Comisión Nacional de los Derechos humanos se remiten a calificar su gobierno con un balance negativo.

Sin embargo, frente a estas causales que reafirman la conclusión de que Peña Nieto entrega un país roto y en ruinas al gobierno entrante que presidirá Andrés Manuel López Obrador, hay voces especializadas que sostienen que en esta encrucijada sangrienta, violenta y de inestabilidad social, hay dolientes tanto o más afectados con el improvisado y mediocre estilo de gobernar del presidente saliente.

El analista e investigador político del Instituto de Investigaciones de la UNAM, Doctor Álvaro Arreola, afirma que dentro de todo ese triste final que arrastró al país a un estadío jamás visto en la historia reciente, Peña Nieto dio sepultura a un régimen político que en el fondo fue el responsable de los duelos y las desgracias que ahora tienen postrada a la Nación en un escenario de destrucción, desarticulado y en bancarrota.

Al finalizar noviembre se sepulta a un grupo económico político de hampones que hace negocios a costa del erario público, privatiza todo lo que se pueda y al amparo de la corrupción y la impunidad de la que gozan.

La crisis política y de credibilidad con que concluye su mandato el último de los presidentes formado e impuesto por el Grupo Atlacomulco es tal que según los sondeos de las últimas encuestas de algunos medios nacionales, cierra su mandato prácticamente con el rechazo de más de las tres cuartas parte de los ciudadanos. De ahí que sale como el peor evaluado en las últimas dos décadas.

 

Ayotzinapa, su talón de Aquiles

Los recurrentes escándalos como Ayotzinapa, la corrupción con el tema de la Casa Blanca, Odebrecht, La Estafa Maestra y la cascada de desfalcos y desvíos multimillonarios al erario, la corrupción espantosa en que incurrieron los 22 gobernantes priistas donde lo hacen responsable y principal orquestador de este maremágnum de corrupción, deterioraron su precaria imagen pública de tal forma que concluye su gobierno con el desprecio a cuestas de más del 75 por ciento de la población mexicana.

Derivado de lo anterior, otro de los factores que provocado la crisis política del actual gobierno es la relación conflictiva que sostuvo con los organismos internacionales de derechos humanos tras la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa.

Frente a los distintos señalamientos e informes que muestran que en México hay una profunda crisis de derechos humanos, la reacción de la administración de Peña Nieto siempre fue la negación y la desautorización de los informes de organismos independientes.

Esto generó que el gobierno de México tuviera una imagen muy negativa en el ámbito internacional, además de un claro distanciamiento con organismos internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA).

 

El peso a la alza

Otro de los factores por los que las expectativas creadas al inicio de su administración fue la paridad del peso frente al dólar. A principios de 2012, el dólar estadounidense se cotizaba en 13.93 pesos, de acuerdo con estadísticas de mercado cambiario del Banco de México (Banxico). A finales de 2013, segundo año del mandato de Peña Nieto, el dólar mostró incluso un ligero decremento y se ubicó en 13.08 pesos.

A finales del año 2014, también esa leve tendencia sufrió embates: el dólar estadounidense se vendió en 14.74 pesos, es decir, alrededor de 0.81 centavos más, siempre según el mismo organismo. Pero, sin duda, uno de los incrementos que más alarmaron a los mexicanos fue el ocurrido entre el 10 y el 24 de agosto de 2015, cuando el dólar se cotizó entre 16.16 y 17.09 pesos por unidad, respectivamente.

A partir de aquella fecha, el peso ha visto mermar su valor frente al dólar. El 11 de enero de 2017, la moneda de México se depreció tanto que el dólar se cotizó hasta en 21.90 pesos, es decir, 7.97 pesos más que a inicios de 2012. A pocos días de finalizar su sexenio la moneda estadounidense cierra con una cifra equivalente a los 20 pesos con 41 centavos.

Artículo publicado el 25 de noviembre de 2018 en la edición 826 del semanario Ríodoce.

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