El negocio del atún; proteína barata a un alto costo

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Empresas añaden grandes cantidades de soya en atún enlatado, alerta Profeco

La millonaria industria del atún tuvo esta semana un descalabro que no debe pasar desapercibido. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) exhibió una vez más, el engaño de algunas marcas que no declaran en su etiqueta el correcto contenido de fibra de soya.

En pleno siglo 21, marzo de 2019, Profeco vuelve a poner el dedo en la llaga, tal como lo hizo en 2015 durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, con Idelfonso Guajardo en la Secretaría de Economía y José Narro Robles en Salud, pero el reporte no tuvo consecuencias.

En el antecedente de 2015, la Profeco advirtió en su publicación de la Revista del Consumidor: “Que no te den soya por pescado”, si bien es de esperarse que los productos envasados indiquen en su etiqueta la denominación, conforme a lo que corresponde a la composición del producto en cuestión, esto no se cumple en los que se ostentan como atún, ya que, con excepción de los que se presentan compactos, muchos adicionan soya, por lo que deberían llamarse “atún con soya”, señaló hace cuatro años.

Alertó que las diferencias encontradas entre la cantidad de soya declarada en la etiqueta y la encontrada en el análisis del producto, “representa un engaño para los consumidores y una competencia desleal entre fabricantes. Tanto la adición de soya como la presentación del atún impactan en el precio de estos productos”.

En mayo de 2018, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) destacó que en México se incrementó en 30 por ciento el consumo per cápita de mariscos y pescados en cinco años. El consumo nacional se estima en 180 mil latas anuales.

Una publicación de Pinsa de Forbes en 2016, colocó al dueño de la compañía Pinsa, Eduvigildo Carranza Beltrán, en la cima del negocio del atún, con una participación del 54 por ciento en el mercado nacional con sus tres marcas: Atún Dolores, El Dorado y Mazatun; hoy dos de esas marcas mazatlecas, Atún Dolores y El Dorado, fueron señaladas por la Profeco por contener soya en cantidades no declaradas en las etiquetas.

Juan Antonio Cortés Ruíz, jefe del Departamento de División de Estudios de Posgrado e Investigación del Tecnológico Nacional de México, campus Mazatlán, declaró que la inclusión de proteína de soya en las latas de atún es una práctica que se ha venido haciendo, pero sin control oficial.

El fundador de la Asociación Nacional para la Inocuidad y Calidad Alimentaria consideró que es importante que se aclaren las técnicas empleadas para determinar qué tanto se ha incorporado la proteína de soya y qué tanto es que cumple una función, más que de refuerzo, de sustitución.

“Creo que valdría la pena incorporar a los centros de investigación para que validen los resultados que tienen”, propuso.

Las de Profeco son declaraciones muy fuertes que merecen la pena tener el refuerzo necesario científico para que no haya lugar a dudas, agregó.

“Y no es que se dude de ese estudio, precisó, pero sí sería bueno reforzarlo y decir ‘está declarado y está validado'”.

JUAN ANTONIO CORTÉS. Rezago en actualización de normas.

Normas rezagadas y sin límites

Con un doctorado enfocado en la calidad y bioquímica de los alimentos, sobre todo acuáticos, Cortés Ruiz explicó que al ser el atún la segunda especie en importancia comercial, después del camarón, no es de extrañarse que los productos enlatados vayan acompañados de una cantidad variable de proteína de soya.

“Pero hay una situación en la que estamos involucrados todos, como sociedad, como industria y como gobierno, éste último tiene un importante rezago en la actualización de normas”, indicó.

El especialista precisó que no hay una norma en la que pongan un límite de la soya como para decir que se está violando la normatividad.

—¿La que menciona Profeco no es?

—Profeco menciona varias, pero veamos, ¿qué sí se está violando? Que los productos no declaran en la etiqueta, el no declarar el contenido, sí es una violación y un engaño al consumidor; el detalle es que va desde el 1 por ciento la presencia de proteína hasta más del 60 por ciento.

Eso es muy delicado, agregó, no tanto por la cuestión de inocuidad en general, porque los recursos acuáticos para mucha gente representa presencia de alérgenos (alergias) y habrá quien no los consuma por esa razón, pero por otro lado la soya es otro de los 14 alimentos más importantes con alérgenos.

“Ante eso, el consumidor tiene derecho a saber, primero, que el alimento que voy a consumir, lo tiene, que me están dando algo que dicen que es atún, pero en realidad trae una parte de soya, eso ya es un asunto en el que falta ética.

“Porque se va por vender proteína barata a precio caro, y por otro lado es que si una persona tiene alergias, es un deber que tiene que se le informe el contenido para que decida si lo consume o no”, explicó.

La NOM242 se refiere a cuestiones sanitarias y la emite la Secretaría de Salud, esa no hace referencia a un límite de contenido de soya, y es ahí donde hace falta, en materia de especificación de aditivos, pero en estos casos ya no se refiere a un aditivo.

“¿Por qué está presente la soya? Por una sencilla razón: incrementar la masa, el peso drenado (…) cuando se descuida la calidad tecnológica del atún, entonces tenemos problemas con la capacidad de esas proteínas de retener en su composición del agua, entonces la libera y la cantidad se reduce y por eso le incorporan esta proteína para aumentar la masa drenada y cumplir con lo que establece el límite el gobierno en cuanto a masa drenada”, detalló.

En un intento por aumentar la masa drenada de manera económica, se ha optado por incluir proteína como la caseína y la soya, dijo, y es algo que pudiera no ser rechazado, pero sí limitado y usarse como aditivo, no como ingrediente que sustituya la carne de atún.


“O si lo vas a hacer, dilo: ‘Atún más soya enlatado’, decláralo como lo que es, o bien úsalo como aditivo, el aditivo es amigo del consumidor, pero se convierte en enemigo cuando se usa de manera irresponsable”, expuso.

“Muchas veces la calidad tecnológica es de origen y no se cuida el producto desde su captura y va bajando la calidad de la proteína, y es cuando recurren a este tipo de prácticas para compensar esa pérdida.

“La presencia de fibra de proteína de soya no es nociva para la salud, siempre y cuando las personas que lo consumen no sean alérgicas”, aclaró.

El especialista indicó que al gobierno le compete tomar cartas en este asunto, porque las normas oficiales mexicanas son facultad de ellos.

“Las últimas normas de 2009, 2010 siguen sin tener modificaciones, pero hay otras de la década de los 90 que tampoco se han actualizado, digamos que ahí hay rezago porque cada cinco años se debería de hacer una actualización”, dijo.

—¿En este momento no existe una norma que establezca esos límites?

—No la hay, lo que dice Profeco es que no se respeta el publicar en sus etiquetas el contenido de soya, porque hay normas como la 086 y 084, 051, 002 que tiene que ver con el contenido neto, pero en ninguna se específica la soya, no hace referencia a eso, y corresponden a la Secretaría de Economía.

“La NOM084 tiene que ver con información comercial y sanitaria en productos de atún y bonita”, agregó.

“La NOM051 tiene que ver con la competencia de la Secretaría de Economía y de Salud”, sostuvo, porque tienen que ver con asuntos sanitarios, habla de especificaciones generales para etiquetado de alimentos e información comercial y sanitaria”.

Cortés Ruíz consideró que deben ambas secretarías tomar acciones inmediatas para regular el contenido de los productos envasados, no basta con que Profeco exhiba a las marcas que incumplen, sino que se trabaje ya en medidas correctivas.

“Se debe ser honesto con el consumidor, decirle qué se le está vendiendo, y cuando eso no se hace, se está faltando al respeto, como es el caso de esta norma, falló que no se especifica la presencia de soya ni la cantidad”, dijo.

“La pregunta es ¿dónde están las acciones de gobierno para abordar este asunto como lo marca la Ley Federal de Metodología y Normalización, que es la que establece sanciones cuando hay incumplimiento en las Normas Oficiales Mexicanas?, porque Profeco lo pone, pero no está facultado para llevar a cabo su actuar, solo da resultados, está a favor del consumidor, no está en contra de la industria, simplemente pone las cosas como están”, declaró.

Las secretarías de Economía y de Salud, a través de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), son las dependencias facultadas para aplicar esa ley, aseguró.

Profeco encontró productos con soya en las marcas Tuny Light, con un rango de entre el 1 al 4 por ciento en masa drenada; Atún Dolores, con 1 a 2 por ciento y en otras presentaciones hasta el 3 por ciento.

En la marca Calmex halló entre el 1 al 2 por ciento de soya en masa drenada, y en otra presentación (en aceite) del 7 al 15 por ciento; la marca Great Value, registró presencia de soya del 6 al 16 por ciento en masa drenada), mientras que en El Dorado de 13 a 22 por ciento y en otras presentaciones de la marca, hasta el 44 por ciento.

La marca Ke! Precio, del 15 al 23 por ciento de soya en atún en agua, mientras que en aceite de 11 a 25 por ciento de soya.

La marca propia de Aurrera del 30 a 62 y en aceite 24 a 36 por ciento, fueron los ejemplos más notorios en el reporte de la Profeco, misma que se limitó a recomendar a los consumidores a que lean las etiquetas antes de comprar un producto.

Artículo publicado el 10 de marzo de 2019 en la edición 841 del semanario Ríodoce.

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