El Hospital General Regional número 1 del IMSS registra otra vez muertes de neonatos

El bebé de Claudia pesó al nacer 3.040 kilogramos y midió 50 centímetros. En perfecto estado, le dijo el médico. Es un 20 de noviembre y Claudia tuvo que pasar la noche internada debido a una complicación, ya que presentó 37.5 grados de temperatura. Le dijeron que al día siguiente podría irse y llevarse a su bebé, pero casi un mes después, el recién nacido murió.

Y Claudia no busca justicia ya. Sólo quiere que ninguna madre atraviese lo que ella vivió. Durante su estancia en el Hospital General Regional (HGR) número 1 del IMSS escuchó historias: en septiembre de 2015, un total de 13 bebés fallecieron al interior del nosocomio en circunstancias que a la fecha no han sido ni resueltas ni reveladas. “Lo que quiero es olvidarme de todo y vivir nada más con su recuerdo”.

Con documentos en mano, Claudia relata los hechos a como los vivió. Trae consigo un acta de defunción. Con folio 170673191, el documento señala que el recién nacido falleció a causa de un choque séptico, el cual fue producido por una sepsis causada por una bacteria de nombre “klebsiella pneumonae”.

Esa misma bacteria que en 2015 cobró la vida de más de 50 bebés neonatos en las áreas de cuneros patológicos y de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) del hospital y que a la fecha, la Procuraduría General de la República (PGR) mantiene abiertas investigaciones por 19 demandas debido a la muerte de 23 bebés.

Y al igual que en 2015, la autoridad médica insiste en que la infección no fue adquirida en el nosocomio, sino transmitida por la madre, y al tratarse de un neonato con prácticamente nulas defensas, la muerte se vuelve inminente.

El parte informativo de la Coordinación Delegacional del IMSS señala que el fallecimiento ocurrió el 13 de diciembre debido a una hemorragia pulmonar y a un severo deterioro renal derivados de una infección neonatal transmitida por la propia madre previo al nacimiento del bebé y no por una infección nosocomial.

“Cuando nació yo le pregunté a la doctora que si el bebé estaba bien y me dijo que estaba perfecto. Yo miré cuando lo estaban midiendo, cuando lo estaban cambiando, le estaban poniendo el pañalito, yo todo eso vi. Me lo dieron, yo lo abracé y me dijo el doctor que se lo prestara, que lo iba a terminar de checar”.


Sin embargo, una nota de alta con fecha del 22 de noviembre explica que el hijo de Claudia se encontraba en perfecto estado de salud y 24 horas más tarde, la historia se complicó. Los ojos se Claudia se inundan. Y recuerda.

“Me lo checaron y me dijo que estaba muy bien del corazoncito, que no escuchaba ni soplos ni nada, que la cabeza estaba en muy buenas medidas, que nació de buen peso, me dijo que estaba perfecto. Pero me dijo que se lo iban a llevar a cuneros porque yo me irrité, tuve 37.5 de temperatura cosa que yo a mi ver no es tan fuerte para que demuestre alguna infección o algo, entonces me dijeron que se lo iban a llevar”.

El equipo médico insistió en que la infección fue transferida por la madre. En la tarjeta informativa presentada por los médicos señala que la evolución del recién nacido permitió que se considerara posible su egreso del hospital, lo cual se consta en el acta de pre alta con fecha del 21 de noviembre y al día siguiente, el 22, una acta de alta lo confirma. Y Claudia suspira el recuerdo.

“El pediatra nos dijo que el bebé estaba en perfecto estado, que no tenía ni mostraba algún signo de infección, pero que de todos modos por precaución lo iba a tener ese día y nos dijo ‘a mí me gusta dejar a los niños por lo menos una semana porque a mí me gusta entregarlos bien, pero si está bien para mañana, mañana se va’, le habían puesto al niño un catéter en el bracito donde le sacaron sangre y total, todo iba bien”.

“En la tarde entré a verlo, me dijeron que le podía dar pecho. Me metieron a una salita y le di pecho. Yo miraba al niño bien, un niño grandote, blanco y pues así pasó ese día. Al día siguiente igual, a las 11:00 entré, le di pecho otra vez, me dejaron cargarlo y ese día en la tarde lo miró mi esposo, lo miró, lo cargó”.

Claudia explica que al día siguiente, el 22 de noviembre, el niño se va de alta pero como el doctor le advirtió la posibilidad de una semana, ella no llevaba los documentos para la alta médica, por lo que envió a su esposo por lo necesario. “Entonces me dijo la mujer (la trabajadora social) que si en 40 minutos mi esposo no llegaba pues hasta en la tarde o al día siguiente, ‘de todos modos aquí está bien cuidado’, me dijo ella, y de hecho en ese ratito me dijo que ahora ya tomó 40 mililitros de fórmula, o sea que ya está muy bien, me dijo”.

Pero no fue así. Su bebé, horas antes de ser dado de alta, presentó el choque séptico que a la postre cegaría su vida. Fueron más de 48 horas tal y como consta en el certificado de defunción y no 24 horas después como sostiene el equipo médico del IMSS.

Claudia solicitó una copia del expediente médico de su bebé, sin embargo se lo negaron. El equipo de trabajadoras sociales le hizo desistir. Pasaron los días y tras su caso ella decidió contar lo que le sucedió. No importa lo que le digan ahora en el IMSS.

“Y ya no le quise mover. Ya platicando con mi esposo me preguntó si quería poner demanda y le dije que no. Yo ya había leído lo que había sucedido en 2015. Cuando mi niño entró ahí empecé a leer y supe de los casos de varias familias que habían tenido que sacar a sus bebés y la verdad es que yo no me creo tan fuerte como para pasar por eso… y mi esposo me dijo que si es por dinero, no íbamos a pelear por dinero, no ocupamos que nos paguen algo que no tiene precio”.

Los padres a los que Claudia hace alusión tuvieron que desenterrar los cuerpos de sus bebés para que se les practicara la necropsia y así revelar las causas del fallecimiento de cada uno. El 22 de febrero se cumplen dos años de la primera exhumación y aún no hay resultados. Por eso Claudia no quiso saber más.

La sospecha de Claudia se mantiene en que su bebé adquirió ahí la bacteria. Entre el 10 y el 28 de septiembre de 2015, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) realizó estudios por medio del Laboratorio Estatal de Salud Pública de Sinaloa, que a su vez fueron enviados a la Comisión de Control Analítico y Ampliación de Cobertura, a la PGR y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por los casos que se investigan. El resultado arrojó como positiva la presencia de klebsiella.

Además, el documento de Cofepris señala que los días 19 y 20 de septiembre en coordinación con la Comisión de Evidencia y Manejo de Riesgos, hicieron un diagnóstico en el área de cuneros del HGR 1, donde encontraron caducos los recipientes de hiplocorito de sodio, sustancia que se usa como desinfectante para eliminar bacterias.

Pero todo eso es historia. Lo malo es que se repite para Claudia. Otra vez una bacteria. Le dicen que ella se la transmitió a su bebé, pero estudios que se realizó en esas fechas señalan lo contrario: ella no tuvo rastro alguno de infección. Hoy día sólo le quedan recuerdos, ya no busca justicia.

“Le dije a mi esposo que vamos a cremar al niño porque yo no quiero en un futuro tener que… no sé, que alguien me convenza y me diga demanda y tener que pasar otra vez por todo esto. Yo tengo tres hijos y la verdad es muy duro estar con ellos y no poder ni llorarle ni nada porque están ellos. Aparte mis hijos son pequeños y pues decidimos cremarlo, y pues ya, olvidar esto y quedarnos con el recuerdo de él”.

Justicia para Diego
El 26 de enero, el IMSS informó mediante un comunicado el estado que guarda un bebé al interior del HGR 1. El neonato, diagnosticado según el equipo médico con Leucomalacia Periventricular, padecimiento que afecta el desarrollo adecuado de su cerebro, y conduce a fallas multiorgánicas, a la fecha no presenta respuesta cerebral.

Este padecimiento fue identificado en la atención brindada por Pediatras, Neonatólogos, Infectólogos Pediatras y Neurólogos Pediatras desde el pasado 23 de noviembre de 2017, día de su nacimiento. El bebé fue considerado como prematuro extremo y según datos del personal médico, la madre presentó diabetes gestacional, hipertensión, preeclampsia e infecciones en vías urinarias durante la gestación.

Sin embargo en el acta de nacimiento de Diego, aparece que no tiene complicación aparente. Solamente se trata de un bebé prematuro, a lo cual Isairis no se explica cómo es que la prematurez es riesgo de perder la vida, o en el caso de su recién nacido, de muerte cerebral.

Y a partir de entonces, mediante una página de Facebook ha hecho diversas denuncias en donde además cuelga videos de personal médico que no acata las recomendaciones de higiene, que van desde omitir sanitizarse las manos a introducir objetos ajenos a las salas médicas.

Adentro del área de cuneros todo parece impecable. Personal médico trabajando ofrecieron un “tour” por las instalaciones, dando clases de lavado de manos y haciendo otras recomendaciones. En apariencia, todo bien. Sin embargo, esa tranquilidad contrasta con los testimonios de otras dos madres de familia, una de ellas, perdió a su hijo el 5 de diciembre en circunstancias similares.

Y a pesar del esfuerzo del equipo médico, el sentir del derechohabiente es que algo ahí no marcha bien. Muertes de neonatos, ya sean prematuros o no, ponen una vez más bajo sospecha al inmueble que cumple ya 75 años de antigüedad.

Artículo publicado el 11 de febrero de 2018 en la edición 785 del semanario Ríodoce.

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