Políticas agropecuarias nefastas

Don Jorge toda su vida ha producido alimentos, pero apenas subsiste. Sus ropas de faena son casi harapos. La tela es traslúcida y ha dejado pasar el sol hasta broncear en exceso la piel.

Pero eso no importa a don Jorge, que empeñado en arar la tierra explica que es por estar siempre pegado el surco.

Lo que realmente le amarga la existencia, dice, no es vivir de prestado los ocho meses que tiene que esperar para que su maíz madure; ni el regatear el pago a los industriales, sino el descobijo que hace el sistema agropecuario nacional de la soberanía nacional en la producción de alimentos.

“Nos cuenta un ojo de la cara producir el grano blanco con que se hace el principal alimento del mexicano: la tortilla, y terminamos poniendo de la bolsa. Las ganancias se quedan en los costos internacionales del dinero y en las cuentas bancarias de los intermediarios. Nos chingan, nos chingan y nos siguen fregando, desde el gobierno. El frijol tampoco vale nada; garbanzo, muy pocos lo conocen; soya es un riesgo y todos los demás cultivos no tienen precios. En total, producimos miseria”.

La denuncia de Don Jorge fue avalada por el presidente del Comité Municipal Campesino número Cinco, Gilberto Irazoqui Galaviz, quien sostuvo que por los precios de los granos y la importación masiva de éstos, “los mexicanos están comiendo basura, y un ejemplo son las tortillas que se elaboran con maíz amarillo, forrajero, porque es el grano que el gobierno permite importar a los industriales, en lugar de subsidiar la producción de maíz blanco”.

Y al igual que Don Jorge, el también presidente de la Red del Valle del Fuerte aseguró que los subsidios del gabinete agropecuario están equivocados porque se dan al industrial y no al productor.

“Estamos muy jodidos con la planeación, pues el subsidio debe ser en los insumos de producción, a favorecer las compras en volumen para abaratar los costos, y no en el almacenaje, que es en donde el industrial los aprovecha con una producción en donde no tiene ningún riesgo. Además, el industrial se despacha con la cuchara grande porque unilateralmente fija castigos y hasta decide cuándo va a pagar la cosecha que él va a vender al precio que mejor le parezca”.

En materia agropecuaria, México es el país al revés, dijo.

Y citó los precios por tonelada de maíz que se han pagado en los años recientes: 2010, el precio fue de 4 mil pesos; en 2011, fue de 4 mil 200, y en el 2012, 5 mil 500 pesos; pero en el 2015 se ha fijado un precio de 2 mil 900 pesos.

“Es decir, con insumos más caros se va a vender más barato. Digo, es de kínder estas cuentas; y por el contrario, el precio del kilogramo de tortilla no disminuye: de 13.50 a 14.00 pesos. ¿Quién se queda con la ganancia? ¿Quién es el ‘ganón’? ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué no se rectifica la política pública que produce deuda? ¿Por qué se entrega la soberanía nacional de producción de alimentos a las importaciones?”, se preguntó.

Para el líder agrario, la razón de todo el fracaso agrícola es la traición del gabinete agropecuario a los mexicanos.

“Evidentemente alguien de ese grupo está sacando raja monetaria. Ese se llena año con año las bolsas de billetes y no hay nadie que lo reprenda”.

Irazoqui Galaviz dijo que si el gobierno mexicano pretendiera avanzar en soberanía alimentaria debería de reglamentar un consejo agropecuario rector de la actividad, con gente de todos los sectores, y no solamente de tecnócratas cuya visión del campo es de escritorio.

Falta política pública

Para el productor y promotor de la nueva agricultura campesina, Ítalo Larrínaga Martínez, el problema de los granos no es totalmente responsabilidad del Poder Ejecutivo, sino del Legislativo y de los miopes y acomodaticios diputados y senadores.

“Resulta que en nuestro país, el único cultivo con una Ley Sustentable que reglamenta el precio base es la caña de azúcar. Esta ley obliga al pago de la producción por tonelada y con base a los precios de los insumos. Sin embargo, el industrial se hace de la vista gorda y el Gobierno Federal es ciego, y por ello pagan la sacarosa a como mejor les parece, con lo que simulan la quiebra de la industria por insolvencia.  Todos las demás cultivos como el maíz blanco, el amarillo; trigo, frijol y cualquier otro producto del campo no tiene un precio de referencia nacional, y así se sujeta a los vaivenes del mercado, que es lo que truena al productor”.

Larrínaga Martínez dijo que el sector social debe unificar sus fuerzas y enfocar su lucha sobre los diputados y senadores para exigirles elaboren inmediatamente una ley sustentable del maíz, porque de no hacerlo continuarán mendigando subsidios, denunciando corrupción, y haciendo aspavientos que al final de la cosecha sólo sirven como argumentos que se los lleva el carajo.

“Y así, regresaremos el año próximo, cosechando basura”.