Quirino Ordaz no aprendió la lección del 1 de julio

 

¿Qué le pasó al gobernador? ¿Por qué hizo esos cambios con tal prisa y desparpajo? Todavía no secaban las lágrimas de algunos de los perdedores ni los ganadores curaban la cruda, cuando el gobernador anunció cambios en su gabinete. Casi todos lo hacen pero, en general, cuidan muy bien los tiempos. Quirino Ordaz, no. Tenía prisa por deshacerse de algunos colaboradores, tal vez, o por demostrar solidaridad con los vencidos. O el tsunami lo sacó de balance y decidió, ya, preparar cuadros para su propia sucesión. Pudo esperar, darles tiempo a los nuevos invitados para que reflexionaran sobre sus derrotas el 1 de julio. Incluso tiempo para descansar. Esperar que los ánimos electorales decantaran por completo —para lo cual los 15 días de vacaciones de verano hubieran servido de mucho. Pero decidió hacerlo así y ahora tiene que enfrentar reclamos airados de miles de sinaloenses que votaron precisamente en contra de los que ahora ha contratado y contra esas prácticas de gobierno que responden no al interés de los ciudadanos ni a la eficacia administrativa, sino al partidismo, al amiguismo y al compadrazgo.

Por alguna razón la gente no votó en favor de Jesús Valdés en Culiacán, ni para reelegir a Álvaro Ruelas en Ahome. También tuvo razones para no elegir diputado por el Distrito XIII a Arturo Torres Sato ni a Óscar Camacho para la alcaldía de Mocorito. Y entonces una valoración mínima del contexto tenía que hacerlo pensar que llevarlos a la administración era como rescatarlos del repudio popular que se expresó en las urnas. (Ya no hablemos de la dignidad de los elegidos, porque ninguno tuvo un ápice al refugiarse en la nómina gubernamental después de sus propios fracasos).

Hasta el viernes el gobernador había anunciado una primera ronda de cambios que, además del repudio social expresado en redes sociales, enojó públicamente al sector agrícola, lo cual se manifestó a través de un desplegado firmado por los directivos de la Asociación de Agricultores de Río Culiacán, para reclamar que haya dado de baja a Juan Habermann como secretario de Agricultura, bajo un criterio tan elemental como justo: “La lección que ha dejado la reciente elección es que los gobiernos deben escuchar y ser garantes de la voluntad de sus representados y no privilegiar intereses de partido”. Habermann pudo ser un buen o mal secretario y Jesús Valdés puede ser mejor o peor, eso no lo sabemos, pero solo por las formas en que se hicieron los movimientos son reprochables, anticuados, al más viejo estilo priista, pero, además, como si nada importante hubiera pasado en estos días.

El 1 de julio hubo lecciones para todos, incluso para los ganadores, que no esperaban tanto. Y se supone que el gobernador estuvo atento al mandato popular. El propio gobernador se lo dijo a Ríodoce en una entrevista que se le hizo cuatro días después de la elección: “Creo que el PRI dejó de hacer lo que lo mantuvo tantos años en el poder, que es estar cerca de la ciudadanía… Y creo que el PRI debe dar una repensada en el sentido de entender la lectura de la sociedad, cuál es el mensaje, el hartazgo, la molestia…”.

Y aún más, abundó: “… el PRI pues tiene que dar ese viraje a rescatar y entender el sentimiento, lo que la gente quiere, demanda, exige y ponerse a la vanguardia en ese sentido”. Sobre el priismo de Sinaloa, al que el gobernador pertenece, comentó: “… a veces a la gente no le gusta seguir viendo las mismas caras, traen desgaste y bueno las calificaciones ahí están, por las razones que tú quieras y mandes, me parece que hay que darle una muy buena oxigenada”.

Y entonces, la pregunta es por qué el gobernador, habiendo leído tan bien el mensaje de los electores, hizo exactamente lo contrario de lo que la ciudadanía hubiera esperado. ¿Falta de pericia o exceso de soberbia? O las dos cosas.

Lo cierto es que no solo se apresuró, sino que tomó una medida sumamente impopular en el peor momento del PRI en su historia. Y como está solo, absolutamente solo, sin presidente de la república de su lado, sin un priismo nacional fuerte, sin diputados afines, sin senadores que le sirvan a sus propósitos y sin bases sociales que lo apoyen, el yerro es mayor.

 

Bola y cadena

ESTA FUE UNA PRIMERA RONDA DE CAMBIOS pero se espera una segunda esta semana, donde estarían por llegar a la administración estatal varios más de los candidatos derrotados. ¿No habrá vergüenza en alguno de ellos o ellas que diga “no, gracias”?. No creo. Por el contrario, de lo que se habla en los pasillos del Palacio es que todas y todos se mueren por ser “convocados”.

Sentido contrario

LO CIERTO ES QUE ES LA ÚLTIMA PARADA más o menos segura que tienen los que se acomoden en la administración quirinista, porque los escenarios para la clase política tradicional han cambiado brutalmente. Una forma de vivir se acabó para la mayoría de ellos y si acaso uno que otro estaría probando suerte de nuevo en las elecciones intermedias de 2021. Lo cual se antoja demasiado lejos.

Humo negro

LA AGENDA DEL NUEVO GOBIERNO federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador está en marcha y hasta ahora casi nada se ha dicho sobre libertad de expresión, publicidad oficial, mecanismos de protección para periodistas, tan víctimas de la violencia en las últimas dos décadas. Urgen definiciones al respecto.

Artículo publicado el 15 de julio de 2018 en la edición 807 del semanario Ríodoce.

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