La semana pasada la Comisión de Fiscalización del Congreso del Estado promovió un punto de acuerdo para que la Auditoría Superior del Estado detenga la sangría que representa para el gobierno estatal y para las administraciones municipales una serie de privilegios que desde hace décadas tienen los sindicatos municipales y el estatal. Son cientos de millones de pesos que anualmente van a parar a manos de los dirigentes del STASE y de los sindicatos municipales, sin respaldo legal alguno.

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No sé si sea casualidad pero al mismo tiempo, en la Cámara de Diputados, se aprobaba la llamada reforma laboral, que, entre otras cosas, dará a los trabajadores de todo el país libertad para elegir a sus dirigentes, esto como una medida enfocada directamente a terminar con el “charrismo” sindical, así llamado a un sistema de control de los trabajadores que durante décadas sirvió sobre todo al PRI, a través de las centrales obreras y sindicatos nacionales, sobre todo.

La agenda de Morena en el congreso estatal está yendo al centro de muchos de los temas centrales que durante lustros significaron formas del poder absoluto. Apenas había iniciado la presente legislatura y ya la reducida bancada del PRI quiso modificar la ley orgánica del congreso para que la primera minoría —o sea ellos— controlara los principales espacios del Congreso, empezando por la Junta de Coordinación Política. O sea que antes, con la mayoría de diputados lo hacía, y ahora con una minoría pretendían lo mismo.

La Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos que se aprobó para 2019 fue uno de los temas más polémicos del primer periodo ordinario de sesiones. Y tuvieron que darse negociaciones para que la ubicación de cientos de millones de pesos fueran “revisados”, pues el gobierno estatal quería repartirlos con criterios propios, sin las consideraciones de la Legislatura, que apuntaban básicamente a mejorar las condiciones de trabajo del sector salud, por mencionar un caso.

Con la pretensión de quitar canonjías ilegales a los líderes sindicales de la burocracia pasará lo mismo, pero el Congreso no tendrá en contra solo al gobierno estatal y a varias de las administraciones municipales, sino también a las dirigencias sindicales, porque significan para ellos privilegios que engordan sus bolsillos pero que también les permiten controlar a sus comités directivos y así también a los trabajadores.

En el punto de acuerdo impulsado por Morena se habla solo de estos sindicatos, pero en una situación todavía peor se encuentran las secciones magisteriales 27 y 53, porque aquí el derroche de recursos públicos es brutalmente mayor. Centenas de “dirigentes” están en la nómina con carácter de “comisionados” y sus plazas ocupadas por otros maestros, generan un gasto innecesario para el gobierno estatal. Y no se diga durante las campañas, donde cientos de maestros se incorporan a ellas con costo al erario. Más aún, ambas secciones han sido siempre cuerpos de presión para el gobierno, obligándolo —en negociaciones siempre turbias— a colocar a sus cuadros en puestos administrativos de confianza, ocupando direcciones, subdirecciones y hasta subsecretarías. ¿Alguien quiere hablar de la “mafia del poder”?, pues que no se vaya muy lejos.

En cuanto a la reforma laboral que pasó al Senado de la República para su discusión, Morena —esta vez con el apoyo del PRI y del PAN dio uno de los pasos más importantes en cuanto al perfil de Gobierno que pretende instaurar en México. A la larga, puede ser ésta una de las reformas más profundas, de calado histórico, muy del nivel de las que impulsó el general Lázaro Cárdenas en temas de educación, nacionalizaciones, reforma agraria y expropiación petrolera.

Bola y cadena
EL SINDICALISMO MEXICANO, como en el mundo, nació de la necesidad que tienen los trabajadores de velar por sus condiciones de trabajo: seguridad, respeto a sus derechos laborales, buenos salarios y prestaciones… muchas de esas condiciones se encuentran plasmadas en la Ley Federal del Trabajo, pero esos derechos han sido escamoteados y pisoteados durante décadas gracias a que las dirigencias sindicales se corrompieron y fueron parte, hasta ahora, de un sistema opresor e inhumano. Y dentro de este sistema, la clase empresarial. Por ello, dar ahora a los trabajadores la libertad de elegir a sus dirigentes, será un primer paso para que se sienten, ellos frente a sus patrones y negocien sus prerrogativas laborales sin ser traicionados.

Sentido contrario
APENAS LA SEMANA PASADA ESCRIBÍ una columna donde pregunto “Qué tipo de prensa quiere Andrés Manuel”. Trato el tema de la confrontación que se ha dado entre el diario Reforma y el presidente. No retomo en mi opinión el caso Jorge Ramos, que había estado en la conferencia mañanera del presidente y lo cuestionó sobre el tema de seguridad, donde confrontó sus datos con los que maneja López Obrador. Esto generó una polémica que se trasladó a las redes. El encuentro entre periodista y presidente me pareció interesante y normal, en un marco de respeto. AMLO sale todos los días a posicionarse sobre diversos temas y los periodistas preguntan. Y tienen derecho a contrapreguntar. Y eso hizo Jorge Ramos, más allá de que si tiene un estilo protagónico o no. Y nunca vi que en algún momento faltara el respeto a nadie. Lo que me pareció muy delicado es lo que dijo el presidente en su conferencia del lunes, en el sentido de que los que cubren la fuente se portan bien, “son prudentes” porque ya saben lo que les puede pasar si se portan mal. Esto, en verdad, es sumamente delicado. Y el hecho de que al día siguiente haya dicho que se malinterpretó lo que dijo, así fue.

Humo negro
LA SEMANA DE PASCUA ES MUY buena para descansar, pensar un poco lo que vamos dejando en reposo gracias al trajín de la chamba y las cosas de la casa, los amigos, el bar, las redes, habitadas por legiones devoradoras de todo lo que encuentran a su paso. Disfrútela.

Columna publicada el 21 de abril de 2019 en la edición 847 del semanario Ríodoce.