EPN y la masacre de Iguala

San Cristóbal de las Casas. La consigna es encontrarlos.
San Cristóbal de las Casas. La consigna es encontrarlos.

Quién sabe si México será distinto a partir de los hechos de Iguala, Guerrero; si desde el gobierno federal se impondrán nuevas políticas públicas para combatir males que se dejaron crecer a dimensiones infernales. Quién sabe si los partidos políticos serán congruentes con lo que, a partir de estos crímenes, han estado promoviendo en materia de vigilancia sobre sus cuadros dirigentes y sus relaciones; o si las autoridades electorales pondrán más atención en los procesos que les toca organizar y vigilar. Quién sabe si las autoridades hacendarias ahora dejarán de hacerse de la vista gorda con eso del lavado de dinero del narcotráfico, que ensucia pero ayuda a sostener economías que, de otro modo, se irían a pique.
No se sabe qué pasará en el futuro inmediato de nuestro país y si esta sacudida en la conciencia colectiva, que ha impactado también en el mundo entero, traerá frutos dulces en el mediano y largo plazo.
Ya hemos vivido otras crisis semejantes, el 2 de octubre de 1968 una de ellas, y, sin dejar de reconocer que muchas de las bondades de la democracia que se vive en México tienen que ver con ese parte aguas de nuestra historia moderna, también puede afirmarse que no es éste el país con el que hemos soñado durante generaciones.
¿Hacia dónde voltear la mirada? ¿Qué hacer? Después de las lágrimas y de la rabia desbordada ¿qué sigue? ¿A quién acudir, qué puertas tocar? Sobre todo los jóvenes que ahora conforman ríos de indignación en las ciudades ¿a dónde deben ir, qué buscar, en qué sostener un proyecto, una visión? ¿Qué reflexiones deben hacer?
Desde hace lustros la política en México está hecha una mierda: los políticos y los partidos. Y con esto queda claro que no hay muchos asideros allí para combatir los grandes males del país. Ha fracasado el Gobierno, han fracasado los políticos, han fracasado los partidos, todos.
Todos. Andrés Manuel López Obrador ha sido una decepción en esta coyuntura, execrable su actitud. Si era la esperanza de muchos mexicanos ante el estercolero que ha aflorado en el PRD, ahora queda claro que no hay ninguna diferencia. Esconder la cabeza en un hoyo en medio de una de las más profundas tragedias de este país en las últimas décadas, es lo peor que pudo haber hecho un hombre que se cree destinado por la Divina Providencia para cambiar a México.
¿Qué va a decir ahora si a quien había destapado hace meses para la gubernatura, Lázaro Mazón, era el principal sostén de José Luis Abarca, el criminal prófugo? ¿Cómo va a explicar su silencio? ¿Cuáles serán sus banderas?
Y lo mismo habrá de decirse del PRD y de los Chuchos.
Pero ellos son tal vez la cabeza del alfiler. En realidad la gran crisis que apenas empieza a tomar forma es para el gobierno del Enrique Peña Nieto y no solo por lo que pasa en las calles de México, sino en las plazas de muchas ciudades del mundo, por lo que se dice en la prensa internacional y en foros como el Parlamento Europeo. Solo para aquilatar la profundidad del desprestigio: la más reciente urgencia para que los 43 estudiantes desaparecidos sean encontrados, fue de la ONU.
México está de nuevo desnudo ante los ojos del mundo y la renuncia de un pobre diablo como el ex gobernador de Guerrero es solo anecdótica en medio de las dimensiones que ha alcanzado la ira de los mexicanos y el reclamo de justicia. Que se encuentre a los 43 estudiantes desaparecidos y se castigue a los culpables. Esa es la voz de miles en el mundo, el grito desgarrado.
El problema es que los culpables no se encuentran solo en Guerrero. Y esa es la convicción de las muchedumbres que marchan cada semana, todos los días, en algún lugar de México y del orbe, hartas de la impunidad, esa máquina mortal.
Y ese es el gran problema de Enrique Peña Nieto. Alguien calculó mal en el gobierno federal. Ya sea porque desde uno o dos años antes dejó correr las cosas a propósito o porque en la coyuntura empujaron para que el hilo se reventara por lo más delgado. En ninguno de los escenarios, tal parece, midieron la ira contenida de los mexicanos “hasta la madre”, como dice Javier Sicilia.
Y ahora, entre más jalan la cuerda, más aprietan el nudo. Por eso no encuentran a los 43 muchachos.
Bola y cadena
PERO MÉXICO ESTÁ EN BOCA del mundo no solo por lo que pasó en Iguala, sino también por los asesinatos en Tlatlaya, Estado de México, no menos abominables si consideramos que fueron a manos de elementos del Ejército Mexicano y que, hasta donde pudieron, tanto el gobierno estatal como el federal trataron de ocultar lo que realmente había ocurrido. Ambos emanados del PRI, por cierto.
Sentido contrario
QUE FACIL ES VENIR A DECIR QUE no hay responsabilidad humana en el derrame de 10 mil 800 toneladas de jales de la mina “Dos Señores” al arroyo Pánuco de Concordia, como lo hizo el procurador federal de Protección al Ambiente, Guillermo Haro Bélchez. Y que todo es obra de la maldita naturaleza ¿Qué no había sido una buena lección la de Sonora?
Humo negro
ES MUY BUENO QUE EL GOBIERNO haya aclarado con prontitud los crímenes de Aldo Sarabia, que integraba la banda El Recodo, y del periodista Jesús Antonio Gamboa. Con ello se confirma que, cuando no hay grandes intereses detrás, los crímenes se persiguen y se castigan. Lástima que eso solo sea en el 5 por ciento de los casos… de los 5 mil 400 asesinatos que se han cometido en lo que va del sexenio.

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