El acoso de la ‘cuarta transformación’ sobre el periodismo

PROCESO Y EL PODER. Una llamada a tiempo.

La semana pasada Ríodoce publicó en sus plataformas digitales una nota de la revista Proceso. Un hijo de Andrés Manuel López Obrador fue fotografiado en un lujoso restaurante de Madrid, donde estaba hospedado, según pudo comprobar el semanario. Nos sorprendió la reacción de los seguidores del Peje. A la vuelta de dos horas teníamos más de cien comentarios, casi todos repudiando que hayamos publicado la nota —que para ellos es basura—, acusándonos de “chayoteros” y de servidores del PRIAN, incluso algunos de ellos con amenazas implícitas de muerte.

Ya habíamos observado esa conducta de tuiteros y facebookeros seguidores de AMLO frente a algunos medios y comentaristas en ciertos temas —como la boda de César Yañez, por ejemplo—, pero lo que vimos con esa nota nos pareció algo extremo y en muchos sentidos preocupante. Revisamos la nota original en la cuenta que Proceso tiene en Facebook y constatamos las mismas agresiones; nos fuimos a la nota del sitio de noticias SinEmbargo, que también retomó la información de Proceso, y el resultado fue el mismo: agresiones furiosas al medio.

Lea: La boda ‘fifí’ de César Yáñez y el mensaje contradictorio de la Cuarta Transformación https://bit.ly/2yusFom

El tema de la intolerancia que esto implica terminó por desbordarse con la portada que Proceso publicó el domingo pasado donde, a partir de una entrevista con el jurista sinaloense, Diego Valadés Ríos, dice que el presidente electo “se aisla” y que asoma para su administración “el fantasma del fracaso”. El título está sobre una imagen de Andrés Manuel con el gesto adusto. La primera en reaccionar fue la esposa de AMLO, quien le respondió al director de la revista, Rafael Rodríguez Castañeda, diciendo que Proceso se estaba desenmascarando como un medio conservador “de izquierda” y luego, en otro tuit, que Julio Scherer García no hubiera autorizado esa portada…

El tema tiene muchos planos, pero hay tres, al menos, que son muy obvios: la ética periodística, que no es un hueso blando porque tiene mil aristas, el poder frente a la prensa —que en el contexto mexicano es desmesuradamente apasionante— y la intolerancia de los seguidores de la “cuarta transformación” frente a los medios. La portada de Proceso puede ser cuestionada porque no refleja exactamente lo que anuncia, pero eso no convierte a un medio que tiene 42 años trabajando todos los días en plena libertad, independiente e inquebrantablemente crítico, en un ente perverso y “conservador”. Los periódicos son como casas de jabonero y si un día no te caes te resbalas diez veces.

Puede ser que a partir del 1 de julio en México estén cambiando cosas y vayan a cambiar muchas más, una de ellas las formas de hacer política. Puede ser. Y que en esta lógica la esposa de Andrés Manuel pueda y quiera, cuando la nota no le guste, enfrentarse públicamente a algún medio. Ella lo dijo en uno de sus tuits a Rafael: “¡Viva la libertad de expresión que, no lo olvide, aplica de ida y vuelta!”. ¿Y? ¿Qué significa esto, Beatriz Gutiérrez? ¿Es aclaración? ¿Advertencia? ¿Amenaza? ¿Qué es? Si hay muchas actitudes de López Obrador que sugieren que no se ubica como el próximo presidente de la república, lo que hace su esposa no es distinto. Y si alguien pensó que los títulos académicos le daban nivel, lo que acaba de hacer con Proceso refleja lo contrario. Y vale más hacer la pregunta de una vez, a propósito de los símbolos a los que tanto acude la pareja presidencial ¿Quién manda aquí?

El tercer plano, el de la intolerancia de los seguidores de AMLO, es también muy preocupante. Y no tanto por el linchamiento mediático del que algunos medios, comentaristas y periodistas han sido objeto cuando algo no les gusta, sino porque la violencia verbal puede convertirse en otro tipo de violencia si esto no se calma. Viva la libertad, sí, pero también la responsabilidad y la tolerancia. Vivimos en un país muy violento, como para jugar a los bandidos con pistolas de verdad.

Bola y cadena

Y LOS PRIMEROS QUE DEBEN TENER CONCIENCIA de los riesgos implícitos de la intolerancia son los que van a asumir el poder, y no me refiero al “movimiento”, sino a las mujeres y hombres que asumen a partir del 1 de diciembre las riendas del país (AMLO repite lo que dijo su esposa de que la libertad de expresión es de ida y vuelta —o ella lo que dijo él— y que debe haber “derecho de réplica” como si eso no existiera ya en nuestras leyes o como si los medios serios no cumpliéramos a cabalidad ese precepto. Los periodistas hemos estado en medio de muchos fuegos en la última década. Además de la censura, la marginación de la publicidad oficial, las demandas legales por “daños a la moral”, más de cien periodistas han sido asesinados en este tiempo y no se dude que muchos de estos crímenes fueron fraguados desde el poder. Que no sea la “cuarta transformación” una continuidad de estas agresiones. Ojalá que no.

Sentido contrario

ES UN PASO, NO LA PANACEA, pero la iniciativa que ha propuesto la senadora Olga Sánchez Cordero, próxima secretaria de Gobernación, mete a México a la era de la despenalización de las drogas después de casi 80 años que lo hizo el general Lázaro Cárdenas cuando era presidente, con la misma visión que lo han hecho países como Uruguay y Portugal, regulatoria desde el Estado. No resolverá el problema de la violencia o su impacto en este rubro será menor. Pero es un primer paso. Enhorabuena.

Humo negro

EL NARCOTRÁFICO NO ES UNA CAUSA, es un negocio muy lucrativo para los que lo ejercen. Y no hay amigos —a veces ni familia— frente al poder que representa. Por eso creo que Joaquín, el Chapo Guzmán, terminará negociando con los gringos y se someterá al programa de testigos protegidos. La otra opción es recibir una condena de cadena perpetua. Y tiene razones sentimentales para no hacerlo. Tiempo al tiempo.

Columna publicada el 11 de noviembre de 2018 en la edición 824 del semanario Ríodoce.

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