Después de la caída del 'Chapo'

Murillo Karam. La primera versión.
Murillo Karam. La primera versión.

Por lo menos se conocen tres versiones de la captura de Joaquín Guzmán Loera: la primera fue la que dio el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, en el hangar de la Armada de México y que consiste en que lo venían rastreando a través de la geolocalización, que días antes había huido por el sistema de drenaje en Culiacán, etcétera. Es decir, un trabajo puro de inteligencia, “donde no se hizo un solo disparo”. La segunda la publicó El Universal derivada de una grabación de la Armada de México  donde se establece que la captura fue chiripa, pues en realidad iban por Manuel Hoo Ramírez, su escolta personal; que lo ubicaron en el Miramar y al llegar se encontraron a “más gente”, entre ella al Chapo. Y la tercera aparece en la averiguación previa como parte de hechos que hace la Marina, donde relata que pasando por el lugar un hombre les avisó que en el Miramar había una persona armada y que por esa razón entraron al inmueble.
Es tan grande la dimensión de la captura de Guzmán Loera que esto ya es irrelevante y en todo caso servirá para que el equipo legal de defensa del capo haga su trabajo, igual que los periodistas con el suyo.
Joaquín Guzmán Loera fue detenido “haiga sido como haiga sido” y esto, más allá de la información que se genere en torno a sus juicios y sentencias, aquí y en los Estados Unidos, significa, tanto para el Estado mexicano como para el gobierno de los Estados Unidos, un replanteamiento del tema. El Chapo creció, como la mayoría de las organizaciones criminales, de la mano de los gobiernos, de los de aquí y de los de allá. Ahí están dos datos objetivos: uno, el juicio contra Vicente Zambada en Chicago, donde el hijo de Mayo está alegando inmunidad bajo el argumento de que él traficaba drogas con el permiso de la DEA a cambio de proporcionar información que le ayudara al gobierno —vaya paradoja— de los Estados Unidos a combatir el narcotráfico. El otro es la Operación Rápido y Furioso, creada por los gringos para apoyar las avanzadas del cártel de Sinaloa en Tijuana, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, sobre todo, con el fin de que éste desplazara, en Tijuana, a los hermanos Arellano Félix, en Ciudad Juárez a los Carrillo Fuentes y en el noreste del país a los Zetas. La lógica que siguieron los norteamericanos es que siempre ha sido más fácil lidiar con los sinaloenses porque son narcos puros y no con los Zetas porque son “cerdos”.
Lograron su propósito. Con información proporcionada por el cártel de Sinaloa “cazaron” a Arturo Beltrán Leyva —lo hizo La Marina, con el apoyo de la DEA y no es casualidad—, que se convirtió de la noche a la mañana en el enemigo número uno tanto para el Estado como para el Chapo y el Mayo, debido a su belicosidad. Y las plazas pretendidas se lograron con el consiguiente desplazamiento de las otras organizaciones.
Pero las estrategias tienen un fin y se agotan al conseguirlo. Y entonces hay que renovar esquemas. Por eso la pregunta —y aquí la falta de respuestas—, es hacia dónde marcha todo esto. A dos semanas de que recapturaron a Joaquín Guzmán lo único relevante es que ha bajado la cuota de ejecuciones que estaba pagando el país todos los días. Puede entenderse que los gatilleros se replegaron hasta nuevo aviso. Pero en ciudades como Culiacán es fácil percibir que, salvo porque el Chapo está en la cárcel, aquí no ha pasado nada.
Por lo pronto, el sistema judicial de los Estados Unidos se relame los bigotes ante la posibilidad de que el Chapo Guzmán pueda ser extraditado. Tiene el capo sinaloense varios procesos abiertos en distintas cortes de la Unión Americana, una de ellas relacionada con el asesinato de dos norteamericanos, uno en Ciudad Juárez, en mayo de 2010 y el otro en Texas, por un cargamento de mariguana que “se perdió”. En este proceso está involucrado José Antonio Torres Marrufo, operador del Chapo al que le adjudican esos crímenes y al que le encontraron un centenar de armas adquiridas en el marco de la operación Rápido y Furioso.Y la pregunta es ¿Otra vez se esgrimiría la figura legal de “autoridad pública”, la misma que tiene atorado el juicio contra Vicente Zambada Niebla? Es lo más seguro… si lo extraditan.
Bola y cadena
POR LO PRONTO, apenas el jueves pasado se había dicho en la prensa norteamericana  que Alfredo Vázquez Hernández, coacusado en Chicago junto con el Vicentillo, el Mayo y el Chapo, se declararía culpable en la Corte para cooperar contra Guzmán Loera, pero esto finalmente no ocurrió y todo quedó en un malentendido entre Paul Brayman, abogado de Vázquez Hernández y algunos periodistas. Tanto la fiscalía como la defensa dijeron que esa fue una “desafortunada pieza de periodismo”.
Sentido contrario
LA REPRESIÓN CONTRA LAS llamadas chapomarchas es una más de las torpezas del Gobierno de Mario López Valdez. Siente los pasos en la azotea y con “mano de hierro” quiere cambiar la percepción de que su Gobierno era parte de las redes de protección del capo. Y que nos valga a todos que las cosas no han pasado a mayores con esos protocolos de (in) seguridad exhibidos, con policías de todos los niveles llevando fusiles de asalto para repeler proyectiles improvisados con botellas de plástico.
Humo negro
SE SUPONÍA QUE LA APREHENSIÓN  de Joaquín Guzmán obligaba a una vigilancia más cerrada del Carnaval de Mazatlán, por aquello de los eufóricos o los resentidos. Pero se puso demasiada atención a zonas de bajo riesgo, como la “Dorada” y se relajó en donde realmente podía ocurrir una tragedia. Como ocurrió.

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Operativo de fuerzas federales en el sector de La Lima, tras enfrentamiento ocurrido la madrugada de este domingo en Culiacán, que dejó un elemento de la Guardia Nacional (GN), muerto y otro lesionado .
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