Más allá de quién quede en las candidaturas para diputados locales, federales, senadores y alcaldes (en estos días hay una enajenación y un trastorno casi esquizofrénico de la clase política por saber cómo van a quedar los partidos y sus candidatos, qué le toca a uno y otro —con aquello de las coaliciones—, quién tratará de repetir en el cargo y quién buscará otros aires), nadie habla de la agenda que partidos y candidatos deberán asumir para ponerse a tono con las necesidades más ingentes de la gente a la que irán a buscar para pedirle su voto. Las agendas son propias de cada partido y se agotan en sus intereses, como trasfondo, claro está, la elección presidencial.
Fragmento de la columna publicada el 14 de enero de 2018 en la edición 781 del semanario Ríodoce.