“A la autoridad no se le debe provocar”

POLICÍA DE GUASAVE. Los crímenes no son por accidente.
POLICÍA DE GUASAVE. Los crímenes no son por accidente.

Comparado con el asesinato de una jovencita en manos de policías de Guasave, el sacrificio de un cocodrilo en Ahome, luego de que había sido capturado, terminó por ser solo un macabro espectáculo circense que le dio la vuelta al mundo en unos días.

Es la policía que tenemos en Sinaloa y que, en todo caso, expresa lo que los gobiernos han podido construir a pesar de tanta reglamentación y recursos económicos y materiales en materia de capacitación. Hay casos y víctimas regados por todo el estado. De ayer, de hoy… más los que se acumulen.

Primero fueron aquellos policías ministeriales que atacaron a balazos a un grupo de niños que venían de jugar futbol en Bamoa pueblo, Guasave. Fue en julio de 2012. Se asustaron con una sombra y jalaron los gatillos de sus fusiles. No hubo víctimas mortales, pero uno de los tres jovencitos heridos, Luis Alfonso Castilla, no volvió nunca a patear un balón. Dos agentes fueron despedidos y prácticamente exonerados de toda responsabilidad. Erick Hernández Rentería y José Ángel Reyes León salieron libres bajo fianza.

En Mazatlán, policías municipales asesinaron a mansalva a dos soldados que andaban francos. Fue en marzo de 2013. Les hicieron el alto, no se detuvieron, inició una persecución y casi al llegar a la guarnición de la tercera región militar, fueron acribillados. Hubo reclamos de los mandos castrenses a la alcaldía y al Gobierno estatal, pero a la semana siguiente comían todos en la misma mesa. Nunca se supo que los agentes involucrados ni sus mandos hubieran sido juzgados por los hechos. Todo se cubrió en el secreto cómplice de los mandos civiles y militares.

En Culiacán, el domingo 22 de marzo pasado, el secretario de Seguridad Pública de Badiraguato, José Guadalupe Guerrero Reyes, fue acribillado delante de sus hijos por un comando. Trascendió luego una de las posibles causas: el 24 de noviembre de 2014, policías a su mando acribillaron a tres jovencitos en la cabecera municipal. No llevaban armas pero se las sembraron. Y desde entonces, se ha dicho, la suerte del comandante quedó escrita.

El asesinato de Gema Beatriz Cannovio Loera, a manos de un policía municipal de Guasave, se inscribe en este panorama de terror que se configura en medio de policías mal capacitados, mandos preocupados sobre todo por sacar el peso a través de la extorsión y el cobro de piso y un clima de impunidad que tiene su origen en gobiernos que nunca quieren asumir sus culpas.

Así, los policías hacen lo que les da la gana y no hay más límites que los que, en la operación diaria les imponen sus mandos superiores. Porque no hay derechos humanos, ni garantías individuales a pesar de que su actuación está siendo cotidianamente auscultada por los propios ciudadanos en redes sociales y por organismos como las comisiones de derechos humanos en casos específicos.

En el caso de la joven de Guasave, lo primero que hizo el alcalde, Armando Leyson, fue justificar el crimen, todavía sin tener los elementos de juicio a la mano. Y luego el gobernador terminó con uno de sus clásicos derrapes verbales al advertir que “a la autoridad no se le debe provocar”, y diciendo que la muchacha se había ganado la muerte por andar con un muchacho violando el bando de policía. ¿De qué plástico está hecho el gobernador?

El asunto se canalizó a la búsqueda de responsabilidad y de culpables del crimen. Bien. Pero en el fondo del tema está la calidad de las policías que tenemos en Sinaloa, desde el más humilde policía cachuchón hasta el más alto mando que es, por designio del gobernador, el comandante Jesús Antonio Aguilar Íñiguez.

Apenas había pasado la indignación de la gente por el sacrificio criminal de un cocodrilo en Ahome, cuando ocurre esto en Guasave. Y en el fondo es el mismo problema. Podrá juzgarse al asesino de Gema Beatriz, pero hay miles de policías con este perfil en la calle, dando vueltas en sus patrullas, armados y con los dedos prestos para jalar el gatillo contra lo que se mueva, cumpliendo, además, labores de “halconeo” —y en muchos casos también de sicariato— para las mafias que controlan cada una de las plazas.

Bola y cadena

LA PUDRICIÓN QUE EXISTE en las policías locales y estatales quedó evidenciada a través de los videos que el grupo delictivo que secuestró al escolta del gobernador, Frank Armenta Espinoza, hizo llegar a Ríodoce y que fueron publicados en su oportunidad. Pero nada de eso se investigó. Por el contrario. Al estar involucrados los más altos mandos y el propio gobernador por responsabilidad administrativa, el escándalo terminó cuando el cuerpo de Frank fue encontrado en el sur de Culiacán, con varios disparos en el cuerpo y marcas de tortura.

Sentido contrario

CON EL ASALTO DE LA MINA en Mocorito y las declaraciones de Rob McEwen, director de la compañía canadiense, McEwen Mining, en el sentido que siempre han estado trabajando con el permiso de los cárteles de la droga, queda claro que allá no hay más Gobierno que el de los nacos. Igual que acá.

Humo negro

LA INICIATIVA MÉRIDA, paso a paso, le ha dado sus frutos —algunos muy amargos— al gobierno norteamericano, que encontró en ella, como con el Plan Colombia en su momento, una forma sutil de ir metiendo su gran nariz en los asuntos internos de nuestros países, con el pretexto del combate al narcotráfico. Ahora el Senado ha modificado la ley de armas para que los agentes gringos, que nunca sabemos cuántos son, puedan andar armados en México. Siempre han andado armados y dirigido operativos contra cabecillas del narco. Pero ahora no habrá límites.

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