Ni para atrás ni para adelante. El gobernador Quirino Ordaz está entrampado, siguiendo la inercia, tomando migajas de donde puede para llegar a fin de mes. Reteniendo aquí, pagando allá. Acumulando deudas sobre deudas. Incumpliendo en tratos pasados y cerrando nuevos. Trata el gobernador de prolongar un final inevitable a menos que sea rescatado. Que alguien lo salve.
Buscando en las migajas ya eliminó más de un millón de uniformes escolares gratuitos a estudiantes de básica y muy seguramente lo mismo tendrá que hacer con los útiles escolares. Seguirá subsidiándolo, pero según ahora focalizará en los más necesitados. No se atrevió a eliminar la tenencia, pero racionalizó el subsidio.
El gobierno de Sinaloa está en una crisis financiera que no se reconoce y que ni siquiera se acepta llamarla por su nombre. El gobierno funciona, cierto, no está paralizado, opera, abre las cortinas. Pero está entrampado.
Y lo peor es que el principal reto de Quirino Ordaz no está en rescatar las finanzas públicas, sino en armar un gobierno completo, no los retazos que tiene actualmente. A las deudas pude seguirle dando largas, sin pagarle a los acreedores chicos o grandes, incluso argumentando que no reconoce las deudas contraídas por los malovistas. Pero armar un gobierno real y completo ya es otra cosa. Por más que trató de no dejar un hueco político, colocando piezas claves y pidiendo renuncias, aun no integra un gobierno funcional, con proyecto, con planes, con propuesta.
Margen de error
(Indefinido)Quirino Ordaz está entrampado también porque no logra destrabar la indefinición sobre las irregularidades que va encontrando de su antecesor. También se le acabó el tiempo en eso. Lleva 100 días sin definir si actuarán o no ante lo que van encontrando. Le sirve para culpar a Malova del desastre, pero nada hace. Asegura que le entregaron el aparato de seguridad un desastre, pero no hay denuncias sobre el desastre. La corrupción en las prisiones, pero ni se percató hasta la fuga de marzo.
A Quirino le urge desmarcarse de manera contundente, o de plano darle vuelta a la página, dejar de culpar al pasado e integrar un proyecto. Pero ya.
Mirilla
(Casa de gobierno) Con tantos sin casa, es natural que el abandono en que dejó Malovaa la casa de gobierno, negándose a vivir en ella, se convierta en punto atractivo para instituciones, organismos y privados. A López Valdez no le alcanzó el tiempo pero todo apuntaba a venderla, como si al estado le sobraran bienes y fuera posible deshacerse de ellos. Aunque no se acreditó por completo, pero tenían listo al comprador de la casa de gobierno que tuvo como último morador a Jesús Aguilar Padilla.
La casa siempre fue motivo de controversia. Cuando Juan Millán llegó a ocuparla mandó cambiar hasta las tasas del baño, sin importar que estuvieran casi nuevas porque lo mismo había hecho Renato Vega seis años antes.
Estropeada la idea de venderla, después se manejó convertirla en museo, pero si el gobierno de Malova no lograba terminar una biblioteca en seis años, menos era posible hablar de otro museo. En el nuevo gobierno, que llegó sin casa también, la solicitó de manera formal el Ismujeres, y la semana pasada el Consejo Estatal de Notarios de Sinaloa.
Urge que Quirino Ordaz tome una decisión sobre la Casa de gobierno. ¿La remodela, aunque cueste caro, o de plano la convierten en otra cosa? El punto es que sin casa, tal como pasó con Malova, no se puede aclarar qué se le paga al gobernador y cuánto nos cuesta mantenerlo. ¿Quién paga la comida y la bebida? ¿La servidumbre? ¿El agua, la luz, el cable, el netflix? Parece asunto menor, pero justo en esos gastos pequeños se revela lo interesante.
Deatrasalante
(Yarrington)Tomás Yarrington, el exgobernador de Tamaulipas capturado en Florencia, Italia, es de la generación de políticos anterior a la derrota del PRI en el 2000. Aquel PRI hegemónico, que rarísima vez perdía una elección.
Yarrington, nacido en Matamoros, con estudios en el Tec de Monterrey y en la Universidad del Sur de California, hizo una carrera meteórica cobijado por el Revolucionario Institucional. En apenas ocho años fue diputado federal, Alcalde de su ciudad natal, Secretario de Hacienda y asumió la gubernatura con apenas 42 años.
Es de otra generación Tomás Yarrigton, pero no le perderían pisada los sustitutos. La nueva generación serían los jóvenes gobernadores que terminarían por recuperar la presidencia para el PRI en 2012, encabezados por Enrique Peña. Todos con menos de 40 años gobernaban un estado en la fase final de los sexenios continuos del PAN: Javier Duarte llegó con 37 años a Veracruz, Roberto Borge con 32 a Quintana Roo, Rodrigo Medina con 37 a Nuevo León. Lo mismo que Enrique Peña Nieto, perfilado como el natural candidato del PRI a la presidencia para recuperarla en 2012, llegaba con menos de 40 años a gobernar su estado, y además presumiendo a esa generación de jóvenes que estaban dando muestras de la nueva forma de gobernar del PRI.
Hoy, cuatro años después ya sabemos de qué estaba hecha esa nueva generación del PRI —y muestras similares darían gobernadores de otros partidos, como Guillermo Padrés, actualmente encarcelado.
Yarrington y los Duarte, Medina o Borge, distinta generación, pero mismas mañas, y la impunidad que prevalece.
Pero el remate fue la revelación de que mientras la Procuraduría General de la República (PGR) “buscaba” a Tomás Yarrington —en coincidencia con una investigación profunda en Estados Unidos—, mantenía escoltas del gobierno estatal. Y como ya es una constante en el gobierno de Peña Nieto, le dio tiempo de fugarse. Lo expulsaron del PRI el 16 de diciembre pasado, un día antes de que el gobierno mexicano solicitara a la Interpol que emitiera la ficha roja(PUNTO)
