Por propia mano, la justicia vía celular

 

 

Es un escarmiento, no justicia. La exhibición de supuestos ladrones mediante videos en las redes sociales no es un acto de justicia, sino un escarmiento a quienes de manera osada invaden intereses ajenos. Cuando la falta no es tan grave que amerite la muerte, grupos delictivos encontraron una mejor manera de darles un escarmiento: la exhibición pública, con su previa golpiza.

No es nueva en Sinaloa la circulación de videos con hombres que son azotados con tablas, interrogados hasta obtener la confesión por tortura, y videograbados. Pero recientemente se añadió la exhibición pública, al ser abandonados en sitios de alto flujo de personas.

Mejor que el de boca en boca, en el siglo XXI las buenas y malas nuevas van de celular en celular. La red social vincula a los pares, y va creando lazos hasta alcanzar a quienes se odian a muerte. Hoy, la mejor manera de joder a alguien, de acabar con su reputación si es que la tiene, es grabarlo en un video cortito de unos 15 segundos y soltarlo al mundo para que capture el agrado de las masas.

A medida que se difunden los videos el mensaje se va convirtiendo en verdad o naufraga entre el siempre caprichoso humor de los usuarios de redes sociales. En muchos casos el alto contenido de violencia real en los videos logra el cometido principal: que se replique, exagere, difunda y se vuelva viral.

En uno de los videos recientes, dos jóvenes maniatados, con los ojos vendados y casi desnudos fueron abandonados en el Malecón de Culiacán. La grabación muestra cómo ruegan por ayuda para soltar las manos, pero reciben insultos y afirmaciones de la culpabilidad de sus delitos. Uno de ellos se atreve y cruza la calle a ciegas, en una hora de fuerte tráfico. Más tarde serían recogidos por la policía. Sin delito que perseguir, salvo los letreros que les pintaron en pecho y espalda donde admiten que no volverán a robar.

Alguien, en algún titular de los medios tradicionales, los bautizó como justicieros, y entonces se torció otra tuerca en el de por sí enredado mensaje. La autoridad respondió que no podían ser llamados justicieros, porque la justicia solo la otorga el Estado, pero las clases de ciencia política no son el fuerte de los funcionarios. Menos en un país donde en términos generales la procuración de justicia es corrupta, tardía en el mejor de los casos, errática.

 

Margen de error

(Absurdo) En medio del absurdo que empieza a convertirse el discurso oficial sobre el tema de quienes son exhibidos en sitios públicos o en redes sociales, el gobierno estatal boletinó la captura de cinco personas detenidas con armas y pequeñas cantidades de drogas. De acuerdo al comunicado fueron vinculados a proceso, pero en medio de la narración se señalaba que habían participado en alguno de los videos donde eran exhibidas otras personas.

La pregunta que queda sin respuesta es cuál será el delito que les imputará, si es que existe alguno más allá de las lesiones.

 

Mirilla

(Otra mas) Y si de exposición en redes sociales se trata y que medios tradicionales buscan colgarse de ellos, a la semana la acaparó el asesinato del jovencito Juan Luis Lagunas, apodado como El Pirata de Culiacán. Medios de la Ciudad de México lo devoraron con amplios espacios, como si se tratara de una celebridad del espectáculo o los deportes. Se retomaron sus video donde se exhibía en excesos de alcohol y drogas, hubo hasta quien lo comparó como un comportamiento que otros jóvenes pudiera imitar.

En tiempos de las celebridades en Twitter, que viven de ser replicadas en sugerentes fotos, Juan Luis Lagunas ni siquiera alcanzó a entender el negocio que representan las redes. De ahí que algunos medios lo llamaran bloguero, youtubero, y demás. Todo lo que no era. No contaba con un canal de Youtube, algunas de sus cuentas ni siquiera eran legítimas.

En el mundo de la violencia del norte de México surge un término que se convierte en arquetipo y a veces en paradigma: los buchones o buchonas. Un término que fue evolucionando y que define tanto a quien abiertamente quiere demostrar que está involucrado en el negocio de las drogas, es narcotraficante, o quienes sin serlo buscan aparentarlo.

 

Deatrasalante

(El otro año) Funcionarios y funcionarias vinculadas a proceso por dos delitos en el ejercicio del servicio público durante el mandato de Mario López Valdez, lograron un poco de oxígeno al finalizar el año. Tendrán más de tres meses para enfrentarse de nuevo al juez y articular su defensa.

Hasta ahora todos, excepto uno, han optado por el silencio. Ernesto Echeverría, encargado de Salud y Rafael Lizárraga, de Turismo, declararon generalidades al entrar y salir del Centro de Justicia. Ningún exabrupto hasta ahorita, excepto el de José Luis Martínez, con un cargo menor en la Secretaría de Turismo, quien sí se atrevió a señalar que la Fiscalía no siguió la ruta del dinero. Entre quienes cobraron los cheques, de los más de 8 millones de pesos que supuestamente se usarían para una campaña de atracción turística, estaría la ruta correcta para encontrar a los culpables.

María Alejandra Gil administraba los recursos de la Secretaría de Salud en Sinaloa en tiempos de Malova y Ernesto Echeverría. Ella solo sonrió nerviosamente. Antes Luis Ángel Pineda solo manoteaba evadiendo preguntas.

El grupo de malovistas sigue compacto, ya se verá el próximo año si la lumbre sigue acercándose a los aparejos (PUNTO)

Columna publicada el 24 de diciembre de 2017 en la edición 778 del semanario Ríodoce.

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