México necesita giro de 180°

Nadie puede saber todavía cómo se comportarán los ciudadanos de Sinaloa en la primera elección concurrente, donde votaremos para cinco diferentes puestos: Presidencia, senadurías, diputaciones federales, Alcaldías y diputaciones locales. Podrían sacarse muchas conjeturas, o trasladar la experiencia de otras entidades que tienen elecciones locales y federales al mismo tiempo, pero no tendremos una certeza clara hasta después del 1 de julio. Una ventaja de vivir —diría José Emilio Pacheco— es ignorar el porvenir.

Lo menos arriesgado de adelantar es que los ciudadanos se comporten en un alto porcentaje votando de manera diferenciada, como lo han hecho en otras elecciones. Es decir, un grupo numeroso de ellos emiten el sufragio por el mismo partido en todas las boletas, pero otro porcentaje vota por diferentes partidos y por ello el resultado es variable de una elección a otra. En ocasiones esas diferencias son muy altas, un partido puede obtener hasta la mitad de votos en la elección para diputados en relación con la elección a Alcaldes o Gobernador. Y en otras obtener resultados más parejos entre una y otra.

Lo lamentable de esta sucesión presidencial es que el país no experimentara una leve mejoría siquiera en la maltratada democracia. Los casos de corrupción evidenciados en el sexenio de Peña Nieto —no solo donde él mismo resulta involucrado, sino donde gobernadores y alcaldes se encuentran hundidos en el mismo pozo—, el caso Ayotzinapa que desnuda un raquítico sistema de justicia que no logra sacar una sola investigación ministerial de manera ejemplar, serían suficientes para entender que algo debería de pasar.

No surgirá ninguna sorpresa si la visión política se mantiene hasta ahora como históricamente ha venido sucediendo: el país se mira desde la perspectiva de los políticos en campaña. México necesita cambiar de ángulo, moverse 180 grados y empezar a observar todo desde el punto de vista de los ciudadanos. Un mundo verdaderamente al revés, donde el candidato o la candidata calla, y los ciudadanos hablan de su visión de país. El político se encargaría solo de responder. Girar 180 grados nuestra visión podría ser un verdadero cambio. Hasta ahora, sin embargo, todo va de acuerdo al guión. Y eso ya de entrada es un mal augurio.

Margen de error
(MEADE) Los tacos Durango son famosos en Culiacán. Hasta hace muy poco el propietario mantenía colocadas en las paredes fotografías junto a personajes que consideraba famosos y que en alguna ocasión acudieron. La noche que durmió en Culiacán el candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade, subió a su facebook una foto sirviendo tacos en la carreta de los Durango. Aparece echándole salsa de tomate a un taco, y en la siguiente foto junto a los comensales que lo acompañaron esa noche.

La política electoral está convertida en un show, nada nuevo pero indeseable para una democracia tan frágil y enclenque como la mexicana. Los aspirantes son capaces de cualquier disfraz, de la postura más contradictoria, con tal de mostrarse sin reservas, abiertos, o de transmitirse como piensan que atraerán la atención ciudadana. Meade entonces es capaz de servir tacos en Culiacán, como de subirse en una pulmonía en Mazatlán. Todo vale.

Puestos a confrontar, es mejor el acto que le organizó Leovigildo Carranza en Mazatún al candidato del PRI, que el de Culiacán que le organizó el partido. En el de la capital hay pocos votos para convencer, son los mismos de siempre. Al menos en el de Mazatlán se trata de trabajadores que podrán votar por quien les dé la gana, estaban ahí porque el patrón los obligó, pero dependerá de Meade si algo sembró para convencerlos.

De esos públicos necesitan más los candidatos. Salirse de la comodidad que brinda el mitin organizado por el partido, lleno de incondicionales y aplausos. No necesita convencer a nadie, no ganan votos, solo sirven para acumular fotos rodeado de gente. Escenarios como si se tratara de un set de televisión, donde todo es falso.

Mirilla
(Dayana) Que un policía activo, con larga trayectoria, sea señalado por la Fiscalía estatal como el autor del asesinato de la niña Dayana, es otra muestra del podrido sistema interno de las corporaciones de seguridad en México.

Que varios alcaldes y secretarios de seguridad lo hayan mantenido en el cargo durante más de 20 años, habla del inútil sistema de evaluaciones de control y confianza: no controlan al personal, ni alcanzan el objetivo de que los ciudadanos confíen en ellos.

Dayana desapareció muy cerca de su propia casa en San Pedro, Navolato, el 6 de junio, y cuatro meses después aparecieron sus restos en un terreno agrícola a menos de dos kilómetros de donde la vieron por última vez. Pasaron otros seis meses para que los investigadores lograran acreditar que ese policía municipal podría ser el responsable de la desaparición y asesinato de la niña Dayana.

No basta que ahora digan que era un policía no apto ¿Por qué entonces se mantenía en funciones, activo? No es la primera vez que un agente o un comandante aparece involucrado en actos delictivos, con organizaciones del crimen, en atracos, pero si este caso no alerta sobre el peligro que representan elementos no aptos que son mantenidos en el cargo, entonces qué tendrá que pasar (PUNTO)

Columna publicada el 8 de abril de 2018 en la edición 793 del semanario Ríodoce.

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