Los muertos vivientes

peña y familiares2
(Bienvenidos a zombieland) En el cine de zombies es valor entendido de entrada que los muertos siguen vivos. Que su condición de zombi es irreversible, y que puede contagiar o convertir a los otros en muertos vivientes como ellos. El resto de la historia puede tener todas las variantes que se quiera, pero nunca podrá salirse de esa premisa. La comparación no es perfecta pero sirve para explicar la larga historia de los policías que resultaron no aptos en la evaluación de control y confianza, pero que el sistema los mantuvo vivos por dos y hasta tres años más.
No había nada escondido. Nadie puede llamarse a sorprendido. Todos, desde los gobernadores y los secretarios de seguridad, hasta el más humilde policía de una comandancia olvidada en un pueblo, sabían que quien resultara reprobado sería despedido. La Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública es categórica, no deja lugar a la interpretación ni siquiera matiza en el punto: “deberán obtener la certificación por parte de los centros de evaluación y control de confianza, de lo contrario serán separados del servicio”. Son, cumplido el plazo marcado para el último día de octubre de 2014, muertos vivientes, zombies.
No hay ningún ánimo de burla o ironía en la comparación, solo confirmar la dificultad del aparato de seguridad pública del país para aplicar una condición tan simple como esa.
A tal grado llegó la irresponsabilidad que eran los propios alcaldes de Sinaloa y hasta el gobernador, quienes desprestigiaron con sus declaraciones los resultados de la evaluación que desde el mismo gobierno se armó. Y así era común escuchar declaraciones de que el examen era exageradamente riguroso (como si la situación de seguridad del país necesitara de exámenes a modo), que los policías resultaban presionados (como si el trabajo fuera similar al de un monaguillo), o que muchos de los reprobados era porque estaban “gorditos” (sin comentarios).
Muchos de los policías, custodios, ministerios públicos, que resultaron no aptos en el examen, se sabían muertos vivientes del sistema, pero igualmente confiando en que viviendo en el país en el que nunca pasa nada, en el último momento encontraría el antídoto.
Pero la gravedad quizás ni siquiera esté en la engañifa del propio gobierno, y la falta de valor para avisarles con la debida anticipación a los policías de que ya solo eran unos zombies del sistema. Hacía falta valor para notificarles como es debido a los policías, enfrentar la situación y decirles que habían servido a la sociedad, que se habían puesto como blancos de la delincuencia, pero que ya no servían más porque habían sido contagiados. Las medidas de control existente señalaban que se había perdido la confianza. Pero además se revela todavía más grave la irresponsabilidad de sabotear desde dentro, el compromiso y la ruta que debía seguir la aplicación de los distintos ordenamientos contemplados en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, del cual las evaluaciones son solamente una parte.
MARGEN DE ERROR
(La noche de los muertos vivientes) Contrario a lo que podría pensarse, entre las soluciones a un problema de gobierno y marcadas en la literatura sobre políticas públicas, está el no actuar. Vigilar lo más lejos posible como se desarrolla el asunto, y no moverse. Eso hizo por cinco años el gobierno. Pero hoy entre las tantas aristas del asunto está el económico: el despido de 4 mil trabajadores es en sí mismo un tema de preocupación, es la clausura de fuentes de trabajo. Altera hasta el indicador de desempleo.
Los policías están integrando su defensa, y están en su derecho. La mayoría va por la ruta de la protección de jueces federales. Todos también, aun vencido el plazo, siguen activos, con arma de cargo, y participando en las mismas labores que ya tenían asignadas.
El asunto podría prolongarse por mucho tiempo, ahora sí beneficiándose de la lentitud del sistema. De tal modo que, como en una buena película de zombies, apenas empieza la secuela.
MIRILLA
(Walking dead) Pese a todas las interpretaciones que se han hecho, el presidente Peña se reunió con algunos de los padres de los estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa por una sola razón: estará fuera del país más de una semana y no podía esperarse hasta su regreso para cumplir con ese requisito. Cierto es que hoy se encuentra Peña y su gobierno en una situación que moverse es malo y estarse quieto es peor.
Cada revelación hunde más todo y no toca fondo: Que si la PGR estaba notificada desde junio, que si Osorio se comunicó con el entonces gobernador Aguirre y le encargó al Alcalde de Iguala.
Peña no logra tomar el control de la crisis, la narrativa le resulta fallida, aun con todo el aparato volcado no cuadran la historia completa. Y lo que es peor, no tiene tiempo de que la crisis de Ayotzinapa permee en todo el sistema, porque Iguala se replica por todo el país.
DEATRASALANTE
(Yo anduve con un zombi) No es casual que en muchas comunidades rurales, todavía hoy en día, se nombre a los policías como “el gobierno”, la representación de la autoridad directa y primera. En muchos lugares incluso la única autoridad que eventualmente se aparece, es justamente la policía, es para ellos entonces, el gobierno. Pero justamente ahí es donde menos se confía en el gobierno, donde más desprestigiada está la institución(PUNTO)

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