Después de meses de debate se concretaron las reformas necesarias para conformar la Guardia Nacional, un cuerpo armado civil que solo por su tamaño en el mediano plazo sería ligeramente menor al estado de fuerza del Ejército Mexicano. Es decir, otro ejército de entre 120 y 150 mil efectivos. Aunque este año solo pretende iniciar con una tercera parte, unos 50 mil (Entre Defensa Nacional y la Armada tienen 300 mil elementos, 225 mil el Ejército y 75 mil la Marina).

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Para darnos una idea mejor, el tamaño en el futuro de la Guardia Nacional sería casi igual o un poco superior a la sumatoria de todas las Policías Estatales en el país, incluyendo a aquellos que siguen en activo a pesar de no contar con las evaluaciones de control y confianza. En un informe de 2017 el Sistema Nacional de Seguridad contabilizó 128 mil 922 policías estatales, pero casi 9 mil en activo aun reprobados en las evaluaciones.

Estos números dan la idea general de las dimensiones. Aunque no todo es aritmética.

La Guardia Nacional es el eje del gobierno sobre el que se sostiene el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024 que presentó Alfonso Durazo al Senado. Dice ahí que es el “instrumento primordial del Ejecutivo federal en la prevención del delito, la preservación de la seguridad pública, la recuperación de la paz y el combate a la delincuencia en todo el país”. Luego dice que será similar a la Gendarmería francesa y a la Guardia Civil española.

En cuanto al despliegue, lo que pretende el gobierno federal es conformar 266 coordinaciones territoriales en México, con unos 500 elementos por coordinación. En un inicio, que sería este mismo año, no llegaría ni a la mitad del número para cada una de esas áreas.

Algunas afirmaciones del Plan Nacional de Paz y Seguridad tendrán que modificarse, porque parten de la iniciativa original enviada por el Presidente López Obrador, y que sufrió modificaciones sustanciales. Por ejemplo, el Plan afirma que la SEDENA asumirá el mando operativo y el dictamen señala claramente que se trata de una institución policial civil, dependiente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

El Presidente ya tiene su Guardia Nacional, casi como originalmente la planteó. Pero un solo cuerpo policiaco, de reciente creación, que como toda nueva institución requiere una etapa para asentarse, no podrá resolver por sí solo el gravísimo episodio violento que enfrenta México. Ni siquiera podrá ser quien sostenga solita la estrategia de seguridad nacional de López Obrador. Si todo sigue como va, sin las instituciones de acompañamiento y sin el fortalecimiento de las autoridades locales, la Guardia Nacional será una insoportable inutilidad, enorme y costosa.

Margen de error
(Otro más) Con la Guardia Nacional se suma un esfuerzo más de un cuerpo policiaco nacional de los muchos que han existido en este país. El más reciente es la Policía Federal Preventiva, que tuvo su auge en el sexenio de Felipe Calderón y aunque continuó con Enrique Peña, empezó su paulatino desplazamiento. Peña también conformó otro grupo policiaco, la Gendarmería Nacional, como una vertiente de la PFP pero igualmente efímera.

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La Federal Preventiva tenía muchos defensores en este debate abierto para la conformación de la Guardia Nacional, destacando la experiencia de muchos de sus mandos, solo que en la estrategia del nuevo gobierno no tenía espacio.

En este punto está la primera de las fallas. Los intentos de los cuerpos de policía federal arrancan llenos de expectativas y buenas intenciones, en los cambios de gobierno se apagan y desaparecen, como si una institución de este tipo pudiera armarse en un sexenio.

Mirilla
(El reto) Mucho se ha escrito, investigado y debatido sobre la espiral de violencia en México en este siglo XXI: a partir de 2007 y hasta la fecha, sin verse cerca su final. Lo que se ha dado en llamar la guerra contra el narco.

Cuando se pensaba que no podría ser peor, 2018 rompió todos los records de asesinatos. En la parte final del sexenio, Enrique Peña lanzó un plan de emergencia en 50 municipios más violentos del país, más tardaron en cuadrar el plan que en mantenerlo. Otra intentona fallida.

Este el punto fino del reto de la estrategia de seguridad de López Obrador, donde la Guardia Nacional resultará insuficiente, donde necesita la concurrencia de otras instituciones y de las autoridades locales, completamente rebasadas en medio país.

La espiral de violencia tiene dos episodios en México. Uno, el inicial entre 2007-2011, donde el crecimiento exponencial de homicidios y otros delitos aparejados estaba claramente focalizado en media docena de estados, e incluso dentro de esos estados específicamente en algunas ciudades. Y un segundo momento, que abarca hasta la actualidad, donde la violencia se dispersó y abarcó sitios anteriormente en paz, el peor ejemplo de ello es Guanajuato, donde el incremento porcentual alcanza tres dígitos.
A esto no da respuesta el Plan Nacional de Paz y Seguridad de AMLO, solo generalidades.

Primera cita
(De Cienfuegos a Sandoval) El General Secretario cambió el discurso drásticamente al de su antecesor. Basta la cita de una frase de Crescencio Sandoval, el Secretario de la Defensa de AMLO: “son las propias familias mexicanas las que reconocen el esfuerzo del soldado y demandan su presencia para sentir su protección ante todo tipo de amenazas que ponen en riesgo su integridad física o su patrimonio”. La clave está en la palabra “patrimonio”, un asunto enteramente del fuero común… hasta hoy (PUNTO)

Columna publicada el 24 de febrero de 2019 en la edición 839 del semanario Ríodoce.