La corrupción como sistema, no caso por caso

malova y villarreal

A Mario López Valdez le sigue saliendo barato hasta ahora. Las investigaciones y procesos penales abiertos contra figuras principales de su equipo no lo involucran para nada. A menos que en la Fiscalía estén preparando un superproceso adicional, o que en Transparencia hayan encontrado algo, no hay ni la intención de seguir rutas que apunten hasta el gobernador de 2011 a 2016.

Hay que aceptar que la expectativa inicial con este gobierno de Quirino Ordaz no hacía ver siquiera que fueran en serio las investigaciones, menos que alcanzarían al amigo de Malova, el Tesorero Armando Villarreal. Como se publicó en Ríodoce, tiene orden de aprehensión y además hay procedimientos en marcha de mayor gravedad.

Lea: Armando Villarreal tiene orden de aprehensión por desvío de 293.5 mdp https://bit.ly/2sD1mpa

Lo mismo contra Ernesto Echeverría, encargado de Salud, quien tiene otro procedimiento abierto en Transparencia, que palidece en el monto comparado con los 7 millones que aceptó pagar como arreglo para concluir la acusación penal en su contra, por otorgar un contrato a una empresa de la que alguna vez fue socio.

Malova fue astuto en este sentido. Se curó en salud. En la parte final de su mandato, durante 2016, con innumerables señalamientos por el desaseo en las finanzas o la adjudicación de obras, se encargó de deslindarse de todos. Pidió a su gabinete que pusieran orden —como si fuera posible limpiar en unos meses lo que se estuvo destruyendo por años—, incluso señaló que cada quien sería responsable de lo que se encontrara, como si al final el gobernador solo fuera el mayordomo de la casa, que desconoce lo que sucede en los aposentos.

Hasta ahora las investigaciones, todas en diferentes canchas (unas en el Tribunal de Justicia Administrativa, otras en la Fiscalía, y otras más en Transparencia), son piezas por separado de lo que sucedió en el manejo de los recursos públicos. El encuadrar delitos o faltas administrativas se sigue por separado, sustentando cada caso. Sin embargo si juntamos todas las piezas, todos esos procedimientos, lo que sucede es que conectan entre sí. Revelan las irregularidades como un sistema, no como una singularidad.

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No hay nadie ileso de aquel gabinete de Malova. Quizás quienes se deslindaron más o menos a tiempo, como Eduardo Ortiz que se lanzó de nuevo de candidato a Alcalde de Culiacán y no volvió, o Roberto Cruz que marcó raya y luego como diputado local igualmente se desmarcó.

Margen de error
(Arrastre) También José Luis Sevilla, encargado de Obras Públicas en aquel sexenio, está pagando caro los platos rotos. Hay procedimientos abiertos sobre su gestión, y por su área pasaron la mayoría de las inversiones públicas ahora bajo investigación.

Sevilla, como Malova en su momento, también intentó curarse en salud en la comparecencia final ante el Congreso, en diciembre de 2016. Ya era demasiado tarde, y además no fue contundente en explicar quiénes entonces eran los culpables de las irregularidades.

Aunque resultaba obvio, fue tibio. No acusó a nadie y ahí erró. Su silencio por dos años lejos de exculparlo será un lastre cuando llegado el momento tenga que responder judicial o administrativamente a los señalamientos.

Mirilla
(No es la misma) Cuando el diputado federal Alfredo Villegas declara que temen un uso electoral de los programas sociales, porque las cantidades millonarias que asignaron al gobierno de López Obrador para jóvenes o adultos mayores no contienen reglas de operación claras, pareciera que corresponde a un diputado de izquierda o del PAN en los tiempos del retorno del PRI. Los papeles de los personajes están volteados. Lo mismo sucede cuando Sergio Jacobo pide que se compartan o roten los órganos de dirección del Congreso local, o que se eliminen gastos que durante décadas el PRI defendió a rajatabla.

Responden, por supuesto, a un discurso opositor. También a una clase política que no respondió a sus tiempos, en todo momento se mantuvieron rezagados en las exigencias no de las otras fuerzas políticas, sino de las prácticas de avanzada en el ejercicio de poder.

Y es aquí donde desde la ciudadanía no puede permitirse un nuevo rezago. Al final que en el juego democrático legítimo, nunca hay derrotas eternas.

Primera cita
(De puño y letra) El Chapo estuvo enviando instrucciones desde la cárcel. No resulta ninguna novedad, solo estamos confirmando en las cartas de su puño y letra, mostradas en el juicio, lo que era simple deducción. Desde antes del juicio ya era un show todo lo relacionado con la persecución del Chapo.

Desde los mensajes amorosos a la actriz Kate del Castillo, y ahora las instrucciones para cobrar deudas o recuperar mercancías desbalagadas.

En una de las cartas, el Chapo le da la puntilla al jefe de policía de Sinaloa en dos ocasiones, Jesús Antonio Aguilar Íñiguez. Como si hiciera falta un señalamiento más, lo menciona en dos de las tres cartas en poder de la Fiscalía americana: en una pide contactar a Chuytoño, y en otra desconfía de su lealtad.

¿Quién responderá ahora por Chuytoño? ¿El que admitió que con blancas palomas no era posible combatir la delincuencia en Sinaloa?

Deatrasalante
(Chapomarchas) Ni en Sinaloa, ni en México, ni en los Estados Unidos, hay un interés desbordado sobre el veredicto del juicio contra Joaquín Guzmán en Nueva York. Contrario a lo que desde afuera de Sinaloa se piensa, no hay especial interés más allá del que desde los mismos medios se marca. Evidentemente en los círculos cercanos es diferente, quizás hasta en quienes toman decisiones en las organizaciones delictivas, pero fuera de eso nada.

Si alguien esperaba una réplica de las marchas de 2014, donde centenares tomaron la calle en contra de la extradición, eso no pasará (PUNTO)

Columna publicada el 10 de febrero de 2019 en la edición 837 del semanario Ríodoce.

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