Gato encerrado

 

 

El anuncio del gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, de proponer al Congreso del Estado la Autonomía para la Universidad de Occidente lleva muchas dedicatorias. Una va directa al grupo político-universitario actualmente empoderado en la UAS (básicamente seguidores de Héctor Melesio Cuen) para que entiendan que es posible mermar su principal base de apoyo. Si no lo pueden hacer desde adentro, porque no logran infiltrarse en una amalgama que se ha solidificado en los últimos tres lustros, buscarán hacerlo desde afuera. No será fácil, ni rápido, ni limpio, pero el mensaje ya se envió.

Y Quirino Ordaz lo hizo de manera ruidosa, con estruendo, citando en un solo sitio a la casi totalidad de los 11 mil alumnos y alumnas que tiene la U de O. No importó que los estudiantes y la planta docente no supieran ni a qué fueron, ellos no eran ni son los destinatarios del mensaje. Quienes sí lo eran estaban invitados a la mesa principal: el actual rector de la UAS, Juan Eulogio Guerra Liera y el actual Presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Víctor Corrales Burgueño, también exrector. Hasta tuvieron que aplaudir y sonreír.

No es que el anuncio de la autonomía de la U de O por sí solo signifique el rompimiento entre el grupo de poder en el gobierno estatal y el grupo político de la UAS. Se trata de un mensaje inicial. De un gato encerrado. El trayecto que sigue es de una dimensión similar al que siguió el gobernador Antonio Toledo Correo cuando atendió la política nacional de conformar universidades estatales, para detener el crecimiento de las Universidades Autónomas con tendencia de izquierda. Pero los años 80 del siglo XX no son los mismos del siglo XXI. Ahora se trata de detener otros impulsos.

La U de O y la UAS son incomparables. En tamaño, la de Occidente es 10 veces más pequeña en matrícula y unas 20 veces en infraestructura. En recursos que manejan una y otra son igualmente asimétricas. Incomparables también en sus proyectos académicos, su planta docente, sus antecedentes históricos. Y no hay nada de malo en ello, debería ser al contrario, pero la U de O en su corta vida no ha logrado una identidad completa, siempre marcada por la mano del gobernante en turno (El gobernador Jesús Aguilar se atrevió a nombrar como rector a Gonzalo Armienta Calderón, quien con todo y sus fuertes cartas académicas era imposible que con sus 80 años pudiera imprimir brío y proyecto de futuro a la U de O).

Ya desde el nombramiento de la actual rectora, Silvia Paz Díaz Camacho, el gobernador Quirino Ordaz enviaba un mensaje a la comunidad de la UAS, porque Díaz Camacho formó parte en algún momento del grupo de Cuen Ojeda, y hasta se dijo que sería su sucesora. Este anuncio de la autonomía sería entonces una segunda llamada.

 

Margen de error

(Gato panza arriba) En las líneas discursivas de Quirino Ordaz hay otra confirmación del mensaje real, diciendo lo que evita decir: Arranca señalando que la Universidad de Occidente “surgió para complementar el gran esfuerzo que históricamente ha desplegado la Universidad Autónoma de Sinaloa en la enseñanza pública del nivel superior…”, muy lejos de las razones reales por las cuales se fundó la Universidad de Occidente hace más de 30 años.

El mundo no inició en el 2000, cuando nacieron los millenials que escuchaban el discurso de Ordaz Coppel, el mundo empezó un poco antes, y ese capítulo es parte de la historia de ambas Universidades.

 

Mirilla

(Gato por liebre) Más importante que el anuncio mismo de la iniciativa para convertir a la Universidad de Occidente en autónoma, que el gobernador Quirino Ordaz bien pudo haberse ahorrado y solo enviar el documento al Congreso sin más ruido, sería conocer ¿cuál será el proyecto académico de esa Universidad Autónoma de Occidente? No se delineó nada de eso, menos se explicó. El discurso del Primer Encuentro Lince (es el eufemismo que se utilizó), se centra en las necesidades presupuestales y la urgencia de darle las herramientas de conseguir más recursos a la Universidad.

Sin embargo, las razones de algunas de las fallas de la U de O como proyecto académico cuajado desde hace unas dos generaciones, no radica únicamente en las carencias presupuestales, sino en un pobre proyecto académico, sin visión de largo plazo, manejado esencialmente al antojo del rector en turno.

 

Primera cita

(Al gato y al ratón) Decrépito, apenas manteniéndose en pie, el exgobernador Antonio Toledo Corro fue llevado al patio de la Universidad de Occidente a presenciar este siguiente paso en aquella institución que él mismo contribuyó a fundar. Toledo Corro conoce de antemano aquella historia que costó sangre, sudor y lágrimas, pero ya no está en condiciones de aceptar culpas o de contar verdaderas historias.

 

Deatrasalante

(Gato hidráulico) La hoy UAS alguna vez se llamó Universidad de Occidente. Hace 100 años justamente, en 1918, lo que hoy es la Universidad Autónoma de Sinaloa adoptó el nombre de Universidad de Occidente, en tiempos del triunfo pleno de la Revolución Mexicana, mientras los generales se asentaban en el poder. Solo cuatro años se llamaría así, porque después regresaría al nombre con el cual surge en el siglo XIX de Colegio Rosales —con el añadido de Civil—. También se llamaría Universidad Socialista del Noroeste, Universidad de Sinaloa, y finalmente su actual denominación al recuperar la Autonomía.

Aquella Universidad de Occidente de un siglo atrás no tiene nada qué ver históricamente con la actual U de O. Son dos caminos históricos distintos, pero que al mismo tiempo terminan por cruzarse constantemente (PUNTO)

Columna publicada el 14 de enero de 2018 en la edición 781 del semanario Ríodoce.

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