El paso dos…volver al paso uno.

 

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Los pasos siguientes de Quirino Ordaz en el área de seguridad pública en Sinaloa serán muy parecidos a los que recorrió hace dos décadas Renato Vega. A la mitad de su mandato, en medio de una militarización de los cuerpos de seguridad ordenada por el Presidente Zedillo, el gobernador de Sinaloa —hijo de un general— colocó mandos castrenses en la Secretaría de Seguridad Pública, en la Policía Ministerial y en algunas municipales. Aquella violencia de los años 90 del siglo pasado en Sinaloa, comparada con lo ocurrido después de 2008, parecería cosa de niños. El estado brincó de un promedio de 500 homicidios al año, ya alarmante, a más de dos mil en la despedida de Jesús Aguilar el 2010, y más de mil el año pasado en la despedida de Malova.

Pero aquí será Quirino Ordaz recargado. No se trata de tomar parcialmente los mandos policiales, como hace 20 años, ahora es el área completa, sin un solo eslabón suelto: la Secretaría de Seguridad Pública estatal y las 18 municipales, la Policía Ministerial, la Estatal Preventiva, e incluso algunas de las subdirecciones operativas.

No es de entrada una fórmula exitosa, por el contrario, demostró en Sinaloa y en otras entidades donde optaron por nombrar a militares en los mandos civiles de las policías, un fracaso completo, como también habían fracasado los abogados o los policías de carrera.

El tema fundamental en la seguridad pública en Sinaloa y en todo México es que ningún gobernante municipal o estatal, salvo poquísimas excepciones, ha logrado conformar una política pública duradera, concisa, sin bandazos. Una donde no se trate de hombres o mujeres sino de construir instituciones.

El ejemplo más claro es este cambio drástico en Sinaloa. Si el argumento del gobierno de Malova fue siempre de resultados claros en la reducción de los índices, de policías valientes que se enfrentaban a la delincuencia, de la corporación mejor pagada en el país, y de un súper-policía, ¿por qué entonces no se mantiene esa estrategia manejada por seis años como exitosa y de resultados?

No es el mejor momento para que militares tomen los mandos civiles de las policías en Sinaloa. Hace apenas unas semanas el General Secretario, Salvador Cienfuegos, era contundente en algunas afirmaciones: no pidieron estar en el frente de guerra, no se sienten a gusto haciéndolo y lo más grave para este caso es que no estudiaron para perseguir delincuentes.

Y esto último es, justamente, lo que Quirino Ordaz los pondrá a hacer en Sinaloa.

 

Margen de error

(Los otros) Nadie puede negar cierta audacia de Quirino Ordaz en el nombramiento del gabinete. Era un tema clave, se jugaba en ello las definiciones de los equilibrios del poder y por ahí se perfilan los apoyos y enconos. Era clave porque la capacidad retórica de Quirino no le iba a alcanzar para recordar su discurso de toma de protesta en los días siguientes. Nadie quiere arrancar defendiendo fichitas.

Y no es que Quirino haya incluido a grandes talentos de indiscutible capacidad técnica, con excepción de educación, pero sí conformó un equipo que en su mayoría apenas incursiona al servicio público o regresa después de muchos años de ausencia. Sin faltar, claro, las posiciones al PRI, a Juan Millán, a sus primos Coppel, a los empresarios que lo apoyaron y hasta una ficha para Malova. Aun así los negativos del grupo no dieron la nota, como sí sucedió hace seis años con López Valdez.

Pero en Sinaloa no es igual armar el equipo de agricultura, donde sobran quiénes conocen el negocio a la perfección aunque carezcan de la sensibilidad de las siembras para el sustento, que ubicar a los mandos de seguridad pública en una entidad controlada territorialmente por organizaciones del crimen consolidadas, que igual trafican droga que roban autos.

En la definición de apostarle todo al ejército, Quirino Ordaz se juega el inicio de su gobierno en materia de seguridad pública.

 

Primera cita

(Esquema repetido) Si la fórmula de colocar militares en mandos policiacos está gastada y ha demostrado ser fallida, ¿por qué entonces Quirino Ordaz opta por ella? Se entiende que en el caso de Renato Vega fue una imposición del gobierno federal, muy parecido a lo que en el sexenio anterior le había sucedido a Francisco Labastida, pero en el caso de Quirino no obedece a una política nacional, aunque sin la anuencia del propio Presidente Peña Nieto sería imposible esa decisión.

Primero, es una forma hasta cierto punto de desentenderse y aligerar la presión de tener que seleccionar a 18 mandos municipales y que obedezcan órdenes de un solo lugar. Es muy seguro que Quirino Ordaz y los Alcaldes ni siquiera tengan una idea de quién será su jefe de policía, porque lo seleccionaron y lo enviaron desde la Sedena. Lo que sí garantizan es que rendirá cuentas a un solo mando. Y en eso sí, debe admitirse, Malova logró concentrar los mandos a un solo jefe, su súper-policía Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, con los resultados que ya conocemos.

 

Deatrasalante

(Veinte años después) Renato Vega, como sus antecesores en el gobierno y quienes le siguieron, enfrentaron crisis de seguridad. Ninguno se escapó. Sinaloa es igual a crisis de seguridad.

Una mañana de los 90, a Renato Vega lo atosigaban los reporteros con preguntas sobre el homicidio múltiple del mes. Aturdido el gobernador, enfadado por lo reiterativo de los reporteros respondió lapidario: Sinaloa no es Disneyland. Ciertamente los militares lo saben de entrada, no llegarán a un parque de diversiones (PUNTO)

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