En muchas ocasiones estuvieron juntos, en la misma mesa. Tres piezas clave del intrincado negocio mundial de las drogas. Socios, cómplices. Ahora los tres están en el mismo banquillo, el de los acusados, en un país distinto al suyo. Sus juicios se desarrollan por separado, pero en algún momento tendrán que cruzarse. Joaquín Guzmán Loera, por tres décadas en la cumbre de las organizaciones ilegales más influyentes; Dámaso López, de policía y guardia a hombre de confianza y capo; y Vicente Zambada, un malogrado relevo generacional.

En la misma semana los juicios en distintas cortes de Estados Unidos del Chapo, Dámaso y el Vicentillo fueron noticia. El de Guzmán apenas arranca y goza de toda la atención mediática, aunque no hay una sola palabra todavía, los otros sirven de complemento.

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Tanto de Vicente Zambada como de Dámaso López se asegura que serán llamados a declarar en el juicio del Chapo. Por eso llama la atención la coincidencia de que en la misma semana hayan sido llevados a la Corte todos. A la vez ninguno ha dicho una gran revelación o que de sus dichos se desprendan acusaciones serias contra alguien más.

De los tres el juicio más largo y extraño es el de Vicente Zambada, hijo de Ismael y cercanísimo a Guzmán durante toda su vida. Detenido en 2009, extraditado al año siguiente, durante mucho tiempo ni siquiera se supo el paradero claro del Vicentillo.

Enfrentaba un juicio en la Corte Federal del Distrito Norte de Illinois, pero el padrón federal de prisiones de los Estados Unidos no lo registraba en ninguna prisión, según reveló Ríodoce hace unos años ya. Incluso sus audiencias no eran en presencia física sino remota, vía teleconferencia.

Esta vez, sin embargo, Zambada Niebla acudió a la Corte y se declaró culpable. Incluso el juez dejó clara la disposición del acusado de cooperar con las autoridades, lo que deja abierta justamente la posibilidad de testificar en el juicio que realmente interesa al gobierno americano, el del Chapo.

Dámaso López Núñez es el otro sinaloense que enfrenta un juicio en Estados Unidos, en la Corte del Distrito Este de Virginia, también se declaró culpable. Aceptó lo que en México era por demás conocido, su papel como enlace con autoridades de seguridad y funcionarios públicos. De nuevo no hay nombres ni niveles de los funcionarios que pudo haber corrompido.

Las filtraciones al New York Times también señalan que Dámaso López podría ser llamado al juicio del Chapo, con quien terminó enfrentado después de la última detención de Guzmán Loera, especialmente con sus hijos que quedaron al mando de la organización.

De nada hay certeza aun. El juicio del Chapo empieza a hundirse en la neblina de Nueva York, con comentarios superficiales como que el Chapo pidió abrazar a su esposa y el juez se lo negó. Pero de nombres, rutas, asesinatos, involucramientos… nada.

Margen de error
(Los de atrás se quedarán) Mientras el juicio del siglo arranca en Estados Unidos, con más ruido que nueces, en México seguimos siempre a la saga. Se presentó la iniciativa de Ley para la regulación y control de cannabis, que aun con el atrevimiento para un gobierno que está por entrar en funciones, resulta insuficiente para integrar una política completa para enfrentar el reto en el abuso de las drogas.

Ningún país conoce una solución completa, pero muchos otros sí lograron reducir sus consecuencias: primero controlar —no erradicar— la violencia que acompaña al negocio ilícito; después, controlar —no erradicar— el problema de salud pública entre sus habitantes. Es este punto el principal, con datos duros que muestran un incremento constante en el porcentaje de la población que tiene contacto con alguna de las drogas.

Primera cita
(El sueño americano) Todos los países tienen su crisis democrática. Unos más aguda que otros, hay los que la solventan y quienes se estancan. Esa es la travesía de los Estados Unidos ahora. El martes pasado hubo elecciones, Donald Trump y los republicanos ya no tienen todo el poder, perdieron el control de la cámara baja pero lo consolidaron en el Senado.

Previo a la elección muchos articulistas resaltaban los abusos del poder presidencial, pero además las réplicas en elecciones locales. La movilización de tropas a la frontera con México, es un ejemplo de ese abuso de poder porque no representa ningún riesgo real para los Estados Unidos, citó Paul Krugman, premio Nobel de Economía, en el New York Times: “Lo que hemos visto es que los republicanos dirán y harán todo lo necesario para tomar y mantenerse en el poder y las elecciones de hoy posiblemente sean la última oportunidad de prevenir que afiancen un gobierno permanente”.

Deatrasalante
(El siglo pasado) En la etapa inicial de la prohibición de las drogas en México, por los años treinta del siglo pasado, el lenguaje para denominar a los actores del negocio o a los adictos mantenía diferencias sustanciales a las actuales. El lenguaje también se rige por modas y épocas. El investigador Luis Astorga documenta algunas: negocio funesto, infame, inhumano, inmoral… Y a quienes lo realizaban se les llamó envenenadores, cultivadores, intoxicadores.

Ya por ese entonces también empezaron a adquirir una fama relativa algunos de los personajes, igualmente mencionados por Astorga: Julia, la Caballota; Sixto Vargas, el Tigre del Pedregal; Enrique Cázarez –que presumía haber sembrado mariguana en Central Park, Nueva York-; y Felisa Velázquez, la Reina de la mariguana. En los apodos pasados y actuales sí hay una constante, no pasan las épocas. Hace un siglo o actualmente son sosos, ridículos o risibles. Antes del negocio mundial de las drogas, esos personajes era los Chapos, Mayos, Barbas del mundo de las drogas, un pequeño problema que se hizo gigante (PUNTO)

Columna publicada el 11 de noviembre de 2018 en la edición 824 del semanario Ríodoce.