2018 en 1971

roma para alfabeto

México en 1971 era otro y es el mismo medio siglo después. La cara represiva del PRI que se sostiene a fuerza de garrotazos con el Presidente Luis Echeverría Álvarez y un país que se urbaniza aceleradamente donde conviven los opuestos. También, como hoy, un México arrastrando el pesado lastre de la desigualdad social y una agigantada violencia que no es provocada desde el Estado, pero sí solapada. Alfonso Cuarón en Roma, su reciente película, retrata en el fondo de la historia al país que sobrevivió a la matanza de Tlatelolco en 68 y que se perfilaba Arriba y Adelante, como proponía el lema de campaña y de gobierno de Echeverría. México se despliega ante los ojos y oídos con una autenticidad que hace olvidar el montaje como escenografía y cobra vida. Es tan íntimo ese país como la intimidad que se invade en la vida de los personajes de carne y hueso. En Roma, México es también un personaje.

Como en 1971 con la presidencia de Echeverría, México está en 2018 en el arranque de otro mandato presidencial, en un país donde la historia se mide por los periodos de gobierno y se enfoca en los hombres en la silla del poder.

Roma no es una película política, al estilo de La Ley de Herodes o La Dictadura Perfecta de Luis Estrada, donde se parodia el PRI nuestro de cada día sea en la postrevolución o en el siglo XXI. El ingrediente político de Roma es brutal sutilmente, siempre está en el fondo de la historia familiar que cuenta: está en los altavoces de un presentador en la visita del gobernador Carlos Hank en el Estado de México, a una colonia miserable; o en las iniciales de Luis Echeverría —LEA— con piedras blancas en la cima de un cerro, donde entrenan a los futuros Halcones, el grupo de choque aparentemente desligado del gobierno, al que encargaron la golpiza a estudiantes el jueves de Corpus de 1971. Pero los personajes parecen ajenos a la efervescencia del país convulso, ningún diálogo donde estén predicando una ideología o crítica, ni siquiera una sola mención. Con la vida de cada uno ya se tiene bastante. Allí hay otra similitud entre aquel México del 71 con este del 18.

Margen de error
(Navidad) El regalo de navidad hasta ahora es la incertidumbre. Andrés Manuel López Obrador mandó dos mensajes con el Presupuesto 2019 del gobierno federal. Uno, que se refiere a las variables macroeconómicas que están salvaguardadas, por eso definen el paquete económico como ortodoxo, y el segundo que se rompe con una vieja tradición del manejo presupuestal donde se va cubriendo lo que los antecesores heredaron, por eso los recortes al deporte o el campo.

La cobija —el presupuesto— solo puede cubrir a otros si se jala de alguno de los lados. Ahí no hay derivada que lo resuelva, es solo sentido común.

Se re-direccionó el recurso público como hace muchos años no se hacía en este país. Eso tiene preocupados a muchos actores, políticos y empresariales, y con mucha razón. Esta es la razón porque muchos, previo a la elección, hablaran de contrapesos en el Congreso, la mejor manera de contener al Ejecutivo y dictarla como gastará el dinero.

Mirilla
(El colapso) El Instituto Sinaloense de Cultura contrata a las agrupaciones del momento, como Timbiriche, la Banda MS, Caifanes o Los Ángeles Azules, con pagos de siete cifras, y regatea desde hace meses la nómina de artistas con proyectos locales y promotores culturales… los del trabajo hormiga y de formación de nuevos artistas o difusión de las artes, con pagos de apenas cuatro o cinco cifras por proyectos enteros.

Una política cultural más carnavalesca que otra cosa —aunque se defienda que es incluyente para todos los públicos—, donde el objetivo es el show, el relumbrón de dos noches y el llenado de la plaza pública. Así están cerrando el año artistas independientes con proyectos que no se detuvieron en el 2018, pero que cumplen seis meses y hasta un año sin recibir los pagos correspondientes.

Son por lo menos dos docenas de artistas de teatro, música, cine y muralismo que están en la misma situación. Junto con ellos algunos de los proveedores y empresas que brindan servicios relacionados al montaje de espectáculos.

Los artistas sin plaza fija en el ISIC, calladamente por miedo a que el programa se recorte, se unen a trabajadores de la salud en hospitales públicos, maestros, y otros empleados que mantienen retenidas sus prestaciones. El colapso financiero previsible de fin de año.

Deatrasalante
(Corpus) Vaya longevidad la de Luis Echeverría Álvarez, en unos días —el 17 de enero— cumplirá 97 años. Enterró a todos sus predecesores y a los dos sucesores de la presidencia. Sobrevivió hasta a las intentonas de llevarlo a juicio por delitos de lesa humanidad por sucesos como el Halconazo, ocurrido el jueves de corpus de 1971, donde estudiantes participantes de una marcha fueron brutalmente golpeados y otros asesinados. Un capítulo tan cruel de la historia de México como el 68 mismo, pero menos famoso.

En 1999 Enrique Krauze lo entrevistó. No hubo revelaciones, pero sí una frase ingeniosa sobre su militancia en el PRI, por encima incluso de la anécdota de que Gustavo Díaz Ordaz se lamentaba todos los días de su vida, mientras se rasuraba al espejo, por haber elegido a Echeverría como su sucesor. Dijo sobre su militancia de más de medio siglo: “Si hay algún dinosaurio en el partido, ese soy yo.” (PUNTO)

Columna publicada el 23 de diciembre de 2018 en la edición 830 del semanario Ríodoce.

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