Charla política: Nuevo gobierno, nuevas reglas, mismo negocio

marihuana 2

Don Saturnino el Chayote Montes, es un periodista de la vieja guardia, de aquellos que se quedaron vestidos de guayabera, pantalón de lino y botines de resorte, y claro, también acostumbrados a que “papá gobierno” debe ser el gran proveedor que ha de cobijar a los periodistas, principalmente a los de prosapia como él. Su ídolo era el célebre Renato Leduc, quien sostenía que la importancia del periodista se medía por el bulto del “chayote” que recibía.

Llegó don Satu al Rico café, parsimonioso subió los cuatro escalones y al entrar al gran salón, aspiró el aromático, eso le compuso el gesto. Aquí sí hacen buen café, se dijo, siguió hasta el fondo y se arrellanó en un sillón quedando frente a una mesa de cristal, se aseguró de estar con vista hacia la entrada.

Hasta él llegó una gentil mesera.

—Buenos días, señor. Aquí tiene la carta.

—Gracias señorita, le agradezco me sirva un americano.

—Enseguida señor —el grato olor le alborotó el deseo de fumar, pero debió aceptar que ese deleite, lamentablemente, estaba prohibido en lugares cerrados. Fue entonces que la nostalgia lo envolvió, recordó cuando se podía disfrutar hasta habanos y al instante vino a su mente el recuerdo del personaje que lo había citado al lugar: Rolando D´Rondón.

¿Para qué diantres me citó a este lugar? Debo ser precavido, este individuo es de cuidado, se dice que pertenece a una de las sectas criminales más peligrosas que ahora dominan no nada más el país, sino el continente entero. Cuentan que pertenece a “Los hijos de Charles Manxón”, ¿o es Manson? Aunque fuera Menson, para el caso es lo mismo; es un sicario despiadado.

La chica le sirvió. ¿Va desayunar, señor?

—Le ordenaré luego que llegue una persona que espero.

La muchacha se fue, y don Satu, se sumergió de nuevo en sus pensamientos: Mi logia masónica me protege, nuestro circulo también es poderoso, aunque la gente ignorante la tilda de “siniestra”, muy lejos estamos de serlo, somos un grupo de maestros filósofos, guardamos de ser exhibicionistas y respetamos los cultos religiosos sean del origen que sean, pero eso sí…

—¡Mi querido y respetado periodista! Con esta frase, Rolando D´Rondón interrumpió el soliloquio de don Satu, se levantó para recibir el efusivo abrazo del recién llegado.

—Tanto tiempo sin verte, muchacho, toma asiento.

—Camila —con ese nombre llamó a la chica que atendía—, te encargo un capuchino y nos traes sándwiches de pollo, por favor.

—Con gusto señor.

—Amigo chupa tintas, te va encantar el sándwich, lo sirven horneado, crujiente.

—No tengo la menor duda, eres de buen gusto. Pero al grano. ¿Para qué me has citado aquí? Debe ser algo serio, de lo contrario me habrías invitado a una cantina.

Rolando D´Rondón paseó su vista hacia la barra y la salida del lugar, luego clavó su mirada en la del periodista, sacó de la bolsa de su cazadora un sobre y se lo entregó.

—Es un saludo del Patrón. Quiere saber qué diablos pasará a partir del primero de diciembre, como puedes ver, estamos a 26 de noviembre y pues, todavía no sabe cómo mascará la iguana. Don Satu tomó un sorbo de café y en su rostro apareció una leve sonrisa, los segundos que siguieron inquietaron al sicario, pero aguantó.

—No hay por qué preocuparse. El partido ha decidió hacer un cambio, eso es todo.

—¿El partido? ¿A cuál partido te refieres?

—A nuestro partido de siempre, el PRI.

—¡Ah chinga! Pero si es Morena el que…

—Espera, deja que te explique. Tú, igual que la inmensa mayoría de este país, no sabe de política, y menos de qué hay detrás de las cortinas.

—Ora que sí atinas, viejo, la verdad no entiendo.

—Por eso, te explico. Si sabes que el candidato electo presidente se formó en nuestro Instituto político, ¿verdad?

—Bueno, algo de eso si sé, pero…

—Espera. Esas enseñanzas mi querido Rolando D´Rondón, son profundas, bien fundamentadas, pero también exigen un gran compromiso, una lealtad a todo prueba. Una de esas enseñanzas es ser leal a la patria, a México. Son cátedras de amplia y profunda filosofía política, impartidas por verdaderos maestros con un amplio sentido de responsabilidad que llevan implícito el respeto a la madre patria, el honor de servir y engrandecer a la nación.

—Pero todo eso que me explicas, mi querido maestro, es totalmente contrario a lo que hemos vivido durante los últimos treinta años, desde que el pelón Salinas llegó al poder este país ha ido en picada, y los del PRIAN estuvieron a punto de darle el tiro de gracia.

—De nuevo mí estimado, te pido me escuches. He de retomar tu apreciación, precisamente, por el cochinero de los malosos del PRIAN. Un grupo conservador de nuestro partido decidió tomar las riendas para sacar toda esa mierda; idearon una estrategia que no fallará; incluir a la oligarquía, el gran capital es fundamental, sin dinero este mundo no funciona…

—Entonces, la inclusión de Bartlett, don Porfirio y los consejeros capitalistas obedece a…

—¡Ándale! ¡Ya te cayó el veinte!

—La neta, viejo, nunca lo hubiera imaginado. Entonces ¿quiere decir que seguiremos siendo gobernados por los mismos de siempre?

—No, bueno sí, los que seguirán mandando son los del gran capital, pero ahora las cosas serán distintas, se hará una limpia general. Se impondrá la ley, no habrá impunidad; eso eliminará a los corruptos y…

—¡Y nosotros qué! Eso es lo que quiere saber el Patrón.

–Tendrán que alinearse a las nuevas reglas, sin duda pronto sabrán de ellas: recuerda, mientras haya consumidores de mierda, digo, de drogas, siempre habrá quien la venda. El negocio será ordenado, sin violencia y…

—Disculpen señores —llegó la mesera con la orden: buen provecho.

—Gracias Camila.

El olor de los ricos sándwiches los atrapó y en silencio se dispusieron a comer.

Nuestra petición a éste y al nuevo gobierno, es la exigencia de ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia! para nuestro compañero y amigo Javier Valdez Cárdenas.

* Escritor de la novela La maldición de Malverde.

Artículo publicado el 2 de diciembre de 2018 en la edición 827 del semanario Ríodoce.

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