AMLO y los mass media

La portada que recientemente publicó la revista Proceso con un López Obrador ofuscado y un título que muchos consideraron excesivo, prematuro e inexacto: “AMLO se aísla, el fantasma del fracaso”, provocó seguramente la reacción esperada de los editores en esta publicación vanguardista de crítica al poder político.

El presidente electo se enganchó y reaccionó calificando la portada y el título de “amarillista” y “sensacionalista”, para concluir señalando que de aquí para delante la crítica iría y vendría desde los dos lados. Ustedes me critican y yo los critico. Esta respuesta llevó a Proceso a calificar las palabras de AMLO como “poco dignas de un Jefe de Estado”.  Y continuaron los editores de Proceso, que dado que el presidente electo está dispuesto a críticar están decididos a “tomarle la palabra” para que AMLO exponga en sus páginas la visión que tiene sobre lo que habrá de ser la relación futura entre su gobierno y los medios de comunicación. No hubo hasta hoy una respuesta, habrá que esperarla en los próximos meses.

Esta relación entre poder público y los medios de comunicación es una discusión que resulta necesaria, luego de que el tabasqueño ha dicho que con él se acabara el “chayote”, y qué los medios y periodistas en lo sucesivo tendrán que sostenerse con sus ventas.  Lo cual significa la pena de muerte, incluso en los estados podrían aparecer zonas de silencio, considerando muchos medios que hasta ahora se sostienen por su relación con el poder establecido.

Para darse una idea aproximada de ello basta volver la vista al flujo de dinero durante el gobierno de Peña Nieto y darse cuenta del tamaño de lo que representa para su sobrevivencia y lo mal gastado que ha sido el dinero de los contribuyentes. Solamente en 2017 se gastó en publicidad oficial 11 mil 240 millones de pesos, más de 6 mil millones de lo aprobado en la política de egresos de la federación.

Sin embargo, un gobierno no puede vivir sin comunicación gubernamental, sin publicidad, sin medios de comunicación de contraste. Y eso obliga a una definición en la materia para beneficio de todos. Hay quienes sostienen que así como con el PRI y el PAN hubo medios favoritos, con Morena vendrán los suyos. Pero esto no es lo correcto en una sociedad democrática. La política gubernamental no puede partir de un principio tan esquemático, rudimentario y pedestre. Obliga a definir toda una estrategia que vaya a la par de las acciones de gobierno y que retroalimente la propia política pública, incluso que estimule la crítica.

No bastan las conferencias presidenciales de las 6 de la mañana para mantener el vínculo cotidiano con la sociedad; es necesaria una política de comunicación gubernamental. Y eso sí, lo tienen que hacer eficientando el gasto público, que en sí representa una forma de comunicación para los contribuyentes. Y es que estos siempre querrán saber que su dinero se utiliza bien. Nunca para comprar portadas e interiores de las revistas del corazón tipo ¡Hola! o enriquecer aun más a los dueños de los grandes medios de comunicación nacional que han buscado generar y vender percepciones positivas. Que lo vimos, no resulta fácil, cuando Peña Nieto termina su gestión con menos del 20 por ciento de aceptación, siendo un presidente repudiado.

Está visto que las buenas noticias llaman inmediatamente la atención y en ese sentido las decisiones que viene tomando tanto López Obrador, como también los legisladores de Morena, incluidas algunas de sus fracciones parlamentaras de los estados, provocan simpatías y eso mientras dure impone la agenda de la política y los medios.

Sea para cuestionar, como fue el caso del Aeropuerto de la Ciudad de México o sea para aplaudir, en el caso del retiro de las pensiones millonarias a los ex presidentes, sin embargo, eso no es para siempre y después de una etapa inaugural sorprendente habrá que dirigir las baterías a otra dirección, la demanda de cambio es muy amplia en un contexto de recursos escasos, considerando los ahorros en el gasto público, y es ahí donde puede mermar el éxito y donde se ocupa una comunicación gubernamental para tiempos de vacas flacas.

¡No como ahora!

Artículo de opinión publicado el 18 de noviembre de 2018 en la edición 825 del semanario Ríodoce.

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