Cuatro años después de que un poderoso tsunami devastase la costa nororiental de Japón, el país busca formas de evitar futuros desastres y concentra sus esfuerzos en la construcción de una cadena de muros de cemento a ser erigidos a lo largo de casi 400 kilómetros (250 millas), que en algunos sectores tendrá una altura equivalente a la de un edificio de cinco pisos.
Hay quienes dicen que estas gigantescas berreras de cemento, que costarán 6.800 millones de dólares, destruirán la economía marina y el paisaje, afectando operaciones pesqueras importantes y haciendo muy poco para proteger a los residentes de las zonas costeras, quienes en su mayoría deberán trasladarse tierra adentro.
Los sectores que apoyan la iniciativa arguyen que los muros costeros son un mal necesario, que además generarán trabajos, al menos por un tiempo. (AP)