Diario salvadoreño El Faro recibe amenazas tras la publicación de notas sobre tortura y ejecuciones de la policia

 

En las últimas cinco semanas el periódico ha registrado decenas de amenazas y ha llevado el caso ante la Fiscalía. Además, ha hecho del conocimiento de esa institución y de las autoridades de Seguridad Pública información que parece apuntar a operaciones de seguimiento a sus periodistas.

El periódico El Faro publicó  que pasado 16 de julio presentó una primera denuncia, y este martes 11 de agosto de 2015 su respectiva ampliación, por una serie de amenazas recibidas en las últimas semanas, a propósito de dos publicaciones en las que denunció abusos y posibles ejecuciones extrajudiciales cometidos por agentes de la Policía Nacional Civil.

El 16 de julio este periódico pidió a la Fiscalía General de la República que investigue y persiga a las personas que, a través de redes sociales, lanzaron amenazas contra la integridad física de algunos periodistas de El Faro, después de que el medio publicara la nota “Aquí ya no caben más: mátenlos”, que relata una brutal paliza a un detenido esposado en la Delegación centro de la PNC. El martes de esta semana, presentó una ampliación de esa denuncia debido a que por los mismos medios fueron comunicadas otra serie de amenazas después de que se publicó la crónica “La Policía masacró en la finca San Blas”, en la que se reconstruye un operativo policial en el que murieron ocho personas, ocurrido el 26 de marzo de este año en San José Villanueva, La Libertad. Los testimonios y documentos periciales recogidos por El Faro contradicen la versión oficial de la Policía, que afirma que las ocho víctimas eran pandilleros y que todas las muertes se produjeron durante un intercambio de disparos.

“Espero en Dios poder capturar a una maldita rata empleada de ese periódico basura”, escribió un usuario el pasado 3 de agosto, en una publicación en la página de Facebook del periódico. “Allá por La Sultana hay que ir a ametrallar”, escribió desde un perfil anónimo otra persona, en alusión a la colonia donde se ubican las oficinas de El Faro. “Ojalá hubieran acribillado a los miembros del Faro”, añadió otro. “Si estuvieran en Guatemala, ya les hubieran quemado sus instalaciones y a ustedes seguro los linchan”, comentó otra persona, en una publicación sobre el mismo tema, el 6 de agosto. El Faro ha archivado decenas de estos ejemplos, que en algunos casos también se individualizan contra sus periodistas.

“Español es esa mierda, matémoslo como lo que le pasó al otro en La Campanera por ser bocón”, comentó un usuario en Facebook en respuesta a un tuit de uno de los autores de la crónica de la masacre de San Blas. La amenaza parecía aludir al asesinato del fotoperiodista hispano-francés Christian Poveda, en 2009. “Ojalá y termines como Poveda por insultar a todos los que no somos mareros”, escribió alguien en Twitter.

El periódico también tiene información que apunta a que en las últimas tres semanas ha habido seguimiento físico a algunos de sus periodistas. Esta información, junto con un registro de las amenazas recibidas, ha sido entregada a la Fiscalía y puesta en conocimiento de la Policía Nacional Civil y del Ministerio de Seguridad Pública.

El artículo 154 del Código Penal dice que “el que amenazare a otro con producirle a él o a su familia, un daño que constituyere delito, en sus personas, libertad, libertad sexual, honor o en su patrimonio, será sancionado con prisión de uno a tres años”, sin embargo, esa pena de prisión puede ser reemplazada por castigos alternativos. Uno de los agravantes de este delito es si las amenazas se producen de forma anónima, en cuyo caso, la pena del delito aumenta de tres a seis años y ya no es excarcelable.

El director de El Faro, José Luis Sanz, lamentó que se esté atacando a periodistas por cumplir con su labor de investigar y denunciar. “El clima de dolor y miedo que hay en el país explica que haya reacciones viscerales hacia las pandillas y hacia la denuncia que hizo El Faro, pero es inadmisible que un periodista reciba amenazas por hacer bien su trabajo. La sociedad salvadoreña tiene que reflexionar sobre el rumbo que están tomando las cosas”, analizó Sanz. “La labor del periodista no es subirse en la ola de la opinión pública, sino impulsar a la sociedad a la reflexión sobre sí misma y exigirle mayores niveles de humanidad y respeto al Estado de Derecho. Ojalá que las autoridades sienten un precedente ante quienes amenazan a periodistas y garanticen la seguridad de quienes ejercen el periodismo no solo en El Faro, sino en el resto de medios del país”, agregó.

El precedente más inmediato de acoso a periodistas a este medio ocurrió en julio del año pasado, cuando policías de la División Antinarcóticos detuvieron en un reten a Óscar Martínez, el coordinador de la Sala Negra de El Faro, expresamente para cuestionarlo por su relación con una fuente. Aquel caso también fue puesto en conocimiento de las autoridades pero no derivó en ninguna sanción a los agentes implicados. De acuerdo con el ránking de la organización Reporteros sin Fronteras, El Salvador bajó siete posiciones en 2014 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa.

En 2013, la Asociación de Periodistas de El Salvador reportó ocho casos de agresiones a la prensa; en 2014, esa cifra subió a 28 casos.

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