En tiempos de intolerancia y represión, lo preocupante es que se cierren espacios y se callen voces. No importa si los actos contra el ejercicio periodístico vienen de una empresa o de cualquier ámbito del sector privado, o de uno o todos los niveles de gobierno.
Son tiempos difíciles para la vida en este país de muertos, impunidad, injusticias y corrupción. Difíciles para la vida y por lo tanto difíciles para el periodismo. Son tiempos, entonces, en los que no deben faltar voces, sino sobrar. Y si calla una de esas voces y si se trata de una voz crítica, es todavía peor.
El caso de Carmen Aristegui, periodista y conductora, y su despido de MVS, se inscribe en este contexto de ataque al ejercicio de la libertad de expresión, pero también atenta contra los derechos ciudadanos a estar informados
Ríodoce expresa su condena a este hecho. Este equipo de reporteros, directivos y colaboradores está del lado de la información y el ejercicio crítico, tal como nos corresponde, y no del silencio.
En tiempos de retrocesos y barbarie represiva, el silencio es un acto de complicidad y cobardía. De muerte, por lo tanto.
Por eso, en Ríodoce, la mejor forma de solidarizarnos con Aristegui y los comunicadores y medios del país que sufren de una forma u otra el hostigamiento del poder, es seguir haciendo sin tregua lo que hemos hecho hasta ahora: periodismo.