Submarinos y trenes usaba el Cártel de Sinaloa para traficar cocaína a EU: Testigos

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Brooklyn, Nueva York._ Para los miembros del jurado en el juicio contra el Chapo, los eventos descritos en la sala 8D podrían parecer completamente alejados de su realidad. Estos residentes de Brooklyn, Queens, Staten Island, Nassau o Suffolk, habían escuchado testimonios sobre sobornos al Secretario de Seguridad Pública de México, a generales en Guerrero y a policías judiciales. Tuvieron que escuchar detalles cruentos de asesinatos ordenados por capos de la droga en Colombia y México. Prestaron atención mientras testigos cooperantes narraban las guerras entre cárteles mexicanos. Pero poco de lo relatado se acercaba a su realidad. Hasta hoy.

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El último día de la cuarta semana del juicio, la fiscalía llamó a cinco agentes del orden que pintaron un escenario mucho más cercano a las vidas de las 12 personas que decidirán el destino del sinaloense sentado en la mesa de la defensa, rodeado de sus tres abogados.

TIRSO MARTÍNEZ.

Steven DeMayo, quien trabajó como gerente del programa nacional de investigaciones de narcóticos, narró el hallazgo de varias bodegas donde encontraron cocaína entre 2000 y 2003.

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La droga era enviada por trenes a cargo de Tirso Martínez Sánchez, alias el Centenario o el Futbolista, desde Ecatepec, Estado de México hasta Nueva Jersey o Nueva York. De las cinco bodegas que se mostraron como evidencia en la cuarta semana del juicio contra el Chapo, tres están en Brooklyn, Queen y Long Island —regiones de donde se eligió al jurado.

En el mapa se pueden ver las bodegas descritas por DeMayo y la zona sombreada de las regiones donde residen los miembros del jurado (Brooklyn, Queens, Staten Island, Nassau o Suffolk).

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Tirso —el Futbolista— mandaba la cocaína en contenedores de doble fondo por tren, según había narrado en su testimonio el Rey Zambada. Una vez en Nueva Jersey o Nueva York, la droga se almacenaba en bodegas rentadas a nombre de Joseph Silva, uno de los muchos alias de José Gutiño Silva utilizaba en empresas denominadas Azteca Leather, Sunshine State y Four Queen Soybean Oil. En días anteriores, Miguel Ángel Martínez Martínez explicó que el Cártel de Sinaloa importaba cocaína a Los Ángeles en tren por medio de una compañía de aceite vegetal.

Los otros agentes de las fuerzas del orden incluyeron a Robert Johnson, agente de la DEA en El Paso, quien recordó una incautación de cocaína en 1999 dentro de una bodega llena de cajas de zapatos de la marca Robert Wayne. Dentro de las cajas con diseño de tablero de ajedrez, encontraron los paquetes de droga. Johnson arrestó a tres personas, Benjamin Harrow, Rodrigo Márquez y José Luis Lozano, quienes lo llevaron a seguirle la pista a Tirso Martínez Sánchez.

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A Johnson le siguieron Adrián Ibáñez, quien habría grabado llamadas de los gemelos Margarito y Pedro Flores en 2008, Krishma James, quien interceptó llamadas telefónicas del cártel y Todd Bagetis, un agente de la guardia costera que participó en el decomiso de un submarino repleto de paquetes de cocaína en 2008.

JOSÉ GUTIÑO.

Bagetis, quien testificó vistiendo su uniforme naval, dijo que encontrar ese navío era algo que “iba a permanecer con él para siempre”. Al cargar los paquetes de cocaína para sacarlos del compartimento donde estaban ocultos, Bagetis se lastimó la espalda, ocasionándole una lesión que 10 años después aún requiere tratamiento constante. Después de descargar la cocaína, la guardia costera remolcó el navío “semi sumergible” hasta Costa Rica, donde los esperaba un agente de la DEA.

DROGA DECOMISADA. El Paso, Texas.

Lentamente, las piezas del rompecabezas del tráfico internacional de droga se van uniendo en el juicio contra Guzmán Loera en la corte federal de Nueva York. Las pistas que ofrecen los testigos cooperantes desde sus versiones en México y Colombia, van embonando con los hallazgos relatados por los agentes del orden en Estados Unidos. Nombres de pila o alias se van convirtiendo en identidades completas. Compañías aisladas y direcciones inconexas empiezan a trazar rutas de envío.

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En un breve contrainterrogatorio para cada testigo, Balarezo y Lichtman se encargaron de preguntar si en algún momento de las múltiples investigaciones detalladas en la corte, habían visto el nombre de Joaquín Guzmán Loera. La respuesta, en todos los casos, fue negativa.

Conforme se intensifica el invierno y el jurado empieza a perder interés, el rigor en la rutina de seguridad empieza a relajarse. El mejor indicador en el cambio del estado de ánimo tal vez sea el perro del escuadrón antibombas en la entrada de la sala 8D. Un labrador miel de nombre Peppy —por alegre, en inglés— ha relevado al labrador negro cuyo nombre, Knight, significaba caballero.

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