La grandeza del general

 

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               MURAL. En Palacio de Gobierno de Mérida, Yucatán. (Foto: John Mitchell)

Salvador Alvarado Rubio, el revolucionario sinaloense admirado en Yucatán

 

 

Al aterrizar en el aeropuerto de la llamada Ciudad blanca, recordé las palabras de mi tío Chano: “No olvides visitar el Palacio de Gobierno y recorrer la avenida más bella de México: el paseo Montejo”. Mi tío tuvo razón,  la avenida es hermosa, pero además encierra mucha historia. Son 5 mil 483 metros con mansiones de ensueño, construidas con piedra y mármol importado de Europa y otros países del viejo continente. Auténticos palacios cuyos dueños se identificaron como La casta divina; cuentan que fueron empresarios que explotaron el henequén, fibra que tuvo su emporio mundial en el siglo XIX y principios del siguiente, pero a causa de que también explotaban, hasta la muerte, a la raza maya; el general Salvador Alvarado fue quién detuvo tan grave situación. Ahora, aquellas mansiones son hoteles, restaurantes, galerías, bancos, museos. En la parte sur se encuentra el monumento a la patria, una bella joya arquitectónica.

Después de disfrutar del paseo Montejo, que además cuenta con jardines que dan realce a las fincas, y un camellón central con una amplitud de aproximadamente 20 metros con árboles y flores, que de pronto hacían sentirme en un paraíso.

Luego de disfrutar de una rica paella yucateca, panuchos y camarones al ajillo rociados con cerveza Montejo, para no variar, con música de Guty Cárdenas; un trío cantó Golondrina viajera, Ojos tristes, Quisiera, para ayudar el proceso digestivo. A pie me fui directo al Palacio de Gobierno, me sorprendió ver un edificio que forma una simbiosis con la catedral. Entré al edificio y al ir subiendo una escalera central, fui descubriendo un mural, al llegar al mezzanine, ¡oh sorpresa! Miro que se trata de la figura del general Salvador Alvarado.

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La obra es impresionante, un busto que abarca todo el espacio del ancho de la escalinata, realizada por el artista yucateco Fernando Castro Pacheco. Esta soberbia pintura, y un monumento que está ubicado frente al Palacio Superior de Justicia, muestran que Salvador Alvarado Rubio es, junto con Pedro Infante, uno de los dos de los personajes más admirados y queridos por esta gente de la tierra del faisán. Junto con Felipe Carrillo Puerto, componen la trilogía más respetada.  

Salvador Alvarado nació en Culiacán el 16 de septiembre de 1880. Sus padres —don Timoteo Alvarado y doña Antonia Rubio— emigraron a Pótam, Sonora, cuando él tenía ocho años; de ahí se fueron a Guaymas y luego a Cananea, donde se desempeñó como empleado de una botica, luego tuvo la propia. Ingresó al Partido Liberal Mexicano y luchó a favor de la huelga de Cananea. Al oponerse a la séptima reelección de don Porfirio Díaz, se adhirió al movimiento antirreeleccionista y se convirtió en propagador de las ideas de Ricardo Flores Magón. También fue de los primeros en tomar las armas para apoyar a don Francisco I. Madero, y participó  en el asalto al cuartel de Hermosillo, en 1910. Para evitar ser fusilado, huyó a Arizona.

En 1911, debido a sus intensas luchas revolucionarias, alcanzó el grado de teniente coronel. Al desconocer al chacal Victoriano Huerta, ya bajo las órdenes de Venustiano Carranza, llegó a coronel y fue nombrado jefe de la zona central de Sonora, para entonces ya con el grado de general.

Al ocupar la plaza de Guaymas, fue traicionado por sus propios soldados, cuya rebelión comandó José María Maytorena, quién a su vez había traicionado a Carranza; en esta acción el general Alvarado fue aprehendido y enviado a la cárcel de Hermosillo y liberado en 1914 por gracia de la Convención de Aguascalientes. Don Venustiano se estableció en Veracruz y encomendó a Alvarado la reorganización de las tropas constitucionalistas de Puebla y Tlaxcala.

El 19 de marzo de 1915, tras una intensa y larga lucha, entró triunfante a Mérida. Fue nombrado gobernador  de Yucatán, puesto que desempeñó de 1915 a 1917. Se destacó como un gran reformador social, en estas tareas encontró un gran aliado en Felipe Carrillo Puerto. Promulgó leyes de gran contenido social, precursoras de la Constitución de 1917. Creador de las leyes llamadas las cinco hermanas: la ley agraria, la de hacienda, del trabajo, del catastro y la ley orgánica de los municipios del estado.

Estableció la Casa del Obrero Mundial; organizó los primeros congresos pedagógico y feminista; fundó las escuelas de agricultura, de artes y oficios, de bellas artes y libre derecho estatal; expidió la ley de repartición de tierras y de protección para los obreros; declaró a Yucatán el Primer Estado Seco de la República, buscando acabar con el alcoholismo; dictó una ley para los estudiantes, para que iniciaran sus prácticas democráticas; combatió la prostitución y a sus explotadores; luchó contra el fanatismo religioso.

Al dejar la gubernatura de Yucatán, entregó a su sucesor un capital de 5 millones de pesos en oro, acto de honradez que la mayoría de los políticos actuales repudian.

Como podemos ver, Salvador Alvarado Rubio no nada más fue un militar destacado, sino un político que sí sabía para qué servía la política, y la supo utilizar, como debe ser, a favor de la sociedad.

Por lo antes descrito, se puede decir que se adelantó a su tiempo, luchando por derechos que aún siguen pendientes, como el caso de los derechos humanos y el feminismo.

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En 1917 fue designado Comandante Militar de la Región del Sureste y el Istmo, con ello consolidó su fuerza política y militar, por esta razón lo consideraron presidenciable para 1920.

Por eso, en 1919 fundó el periódico el Heraldo de México. Pero la envidia que nunca muere en algunos, hizo que Venustiano Carranza se decidiera por Ignacio Bonilla. Ante esta circunstancia, el general Alvarado pidió licencia, pero Bonilla, en contubernio con el general Álvaro Obregón, quien nunca quiso a los sinaloenses, lo encarceló. Luego de obtener su libertad se exilió yéndose a Nueva York.

Al regresar a México se dedicó a escribir, creó tres tomos titulados La Reconstrucción de México. Un mensaje a los pueblos de América. Es el año de 1920 y se adhiere al Plan de Agua Prieta y forma el Partido Socialista Mexicano. Siendo Presidente Adolfo de la Huerta, nombra al general Alvarado secretario de Hacienda, y con ese poder promueve ante la Cámara de Diputados la creación del puerto libre de Guaymas. Sus enemigos lo obligan a exiliarse de nuevo en Nueva York, de donde regresa en 1923 y participa en la rebelión delahuertista. Durante 11 días lucha intensamente en Ocotlán, pero es derrotado y lo obligan de nuevo a irse del país.

En marzo de 1924 regresa para seguir al frente de la rebelión con De la huerta. En una región del sureste mexicano es emboscado el 10 de junio de aquel año, en un rancho llamado El Hormiguero, es asesinado por un traidor llamado Diego Zubiaur, quien había sido su escolta.

En una última carta a su esposa le dice: “compromisos de amistad y de política me hacen volver a luchar con aquellos que convencí ir a la Revolución y debo estar con ellos; recuerda siempre, que es preferible que seas una viuda de un hombre valiente a la esposa de un cobarde…”

De esta talla de hombres requiere México ahora. El general Salvador Alvarado Rubio repudiaba los dogmas y la demagogia, y fue duro contra esto, por eso tuvo enemigos, pero la historia y los hombres de bien de este país le reconocen su valor y valía.

 

leonidasalfarobedolla.com

fuente de datos: Wikipedia.

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