El ocaso del malovismo y la coronación de Quirino

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Esta vez Malova no llegó bailando. Con paso lento, rostro con sonrisa casi congelada, saludó a quienes estaban colocados en la zona de tribuna del Congreso del Estado. Un tibio aplauso le dio la bienvenida. No hubo porras ni vivas, tampoco abucheos. El escenario era abrumadoramente diferente al de hace seis años, cuando en el mismo sitio tomó protesta, cuando anunció que sería el mejor gobernador de la historia de Sinaloa.

Desde lo alto hacía ademanes, buscaba rostros conocidos, amigables, para lanzarles el saludo. El rostro de Mario López Valdez ya no era el festivo, ni se advertía que disfrutara el momento. No tenía razones para que lo fuera. Era su despedida, el ocaso formal del malovismo que se había vendido como el cambio que había llegado a Sinaloa.

La sesión solemne había iniciado 15 minutos más tarde de lo anunciado. Al diputado Roberto Cruz, el otrora funcionario de Malova que salió de su administración en condiciones poco tersas, le tocaba ahora dirigir en su carácter de presidente de la Mesa Directiva, la sesión en la que se daba punto final al sexenio de Mario López Valdez.

En contraste, la llegada de Quirino Ordaz Coppel fue recibida con un caluroso aplauso. El gobernador, hasta ese momento electo, entró a la sala de sesiones con paso de adolescente que va a recibir premio, rápido en sus movimientos, desprovisto de los saludos o poses de los viejos políticos, levantó ambos brazos, saludó una y otra vez.

En primera fila testigos de ese momento estaban los cuatro empresarios más importantes de Sinaloa: Carlos Berdegué, José Leovigildo Carranza, Enrique Coppel Luken y Jesús Vizcarra. Fue la misma fila asignada para los nueve gobernadores que estuvieron presentes.

La sala de sesiones estaba convertida en una auténtica lata de sardinas. Se habían colocado sillas extras, pero el recinto era insuficiente para albergar a todos los invitados que querían ser testigos de la entronización de Quirino Ordaz. La llovizna que desde temprana hora se asomó el sábado no aminoró la llegada de quienes querían estar presentes.

Testigos, también de la llegada de Quirino como gobernador, estaban sus antiguos rivales electorales. Ahí estaban los rostros de Melesio Cuén del PAS, Leobardo Espinoza del PT, el independiente Francisco Frías y Mariano Gómez del PRD. Las butacas asignadas a Jesús Estrada Ferreiro y Moni Rocha de Encuentro Social, fueron ocupadas por desconocidos.

Había cientos de rostros reunidos en la sala de sesiones del legislativo, algunas más especiales que otros, como el del exgobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, a quien Quirino agradeció su presencia, y además era su cumpleaños.

En medio de esa especie de lata de sardinas, había dos sillas vacías. Eran las curules de los diputados de Morena, Merary Sánchez Villegas y Jesús Baltazar Sánchez.

Sin el dominio escénico de Malova a la hora de pronunciar un discurso, Quirino Ordaz Coppel pronunció el primero como gobernador en forma atropellada, queriendo seguir el discurso previamente preparado, pero con traspiés en la dicción.  Pero no importó, cosechó aplausos, alrededores de tres decenas, cuando anunciaba las primeras medidas con plazo que pondría en marcha, algunas desde el primer minuto de 2017.

Al término formal de la sesión solemne, Malova ya convertido en exgobernador, no recibió abrazos efusivos. Lejos de buscar su saludo de despedida, él se apriximó a los más cercanos, una de ellas Martha Arteaga, integrante del staff legislativo.

Mientras Quirino Ordaz Coppel, ya enfundado como gobernador de Sinaloa, era asediado. Lejos de lo acostumbrado, alejado del protocolo no se retiró de inmediato. Recorrió la zona de currules, y repartió abrazos, saludos entre los invitados de la primera fila, incluso hasta se dio tiempo para algunas selfies. Ahí besó a su esposa, abrazó a su familia, saludó a los gobernador presentes y al líder de su partido.

Salió por el área de prensa, platicó con reporteros, y literalmente se fue hasta la cocina, la zona donde cada sesión se ofrece fruta, café, agua y té a los medios de comunicación que cubren las sesiones legislativas.

Rumbo al estacionamiento accedió a tomarse fotos y abrazar a cuantos se le acercaron. Afuera un grupo de manifestantes de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas ya lo esperaban con perifoneos para bautizarlo con una manifestación, pero Quirino Ordaz Coppel no salió por esa puerta y lo hizo por una puerta posterior.

Los agentes que se oponen al incremento de años para tener acceso a una jubilación y las viudas de policías fueron los primeros en manifestarse en la nueva era, ahora la del quirinismo.

 

 

 

 

 

 

 

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