Suicidios en tiempos de coronavirus

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El coronavirus ha activado un frente de batalla médico en su contra: doctores y enfermeros luchan día a día para curar pacientes y a la vez recuperar espacios para más enfermos que esperan una cama, un respirador, un poco más de vida.

Pero todo lo relacionado a Covid-19 tiene un impacto psicológico y éste, como algunos otros costos atribuibles a la pandemia, es mucho más silencioso.

El aumento de divorcios, violencia doméstica y suicidios es una realidad. La nueva normalidad tiene en desuso los parques, las plazas, los estadios. No hay deportes, no hay restaurantes, solo estamos nosotros con nosotros mismos y la persona de al lado.

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Para algunos, el confinamiento es un experimento involuntario del cual se pueden sacar conclusiones, “no solo hay un aumento de ansiedad, sino que la pieza más importante es el aislamiento social… nunca hemos tenido algo así y sabemos que el distanciamiento social está relacionado con el suicidio”, declaró Matthew Nock, profesor de psicología de Harvard.

El distanciamiento social como detonante de ansiedad y depresión, factores estrechamente ligados al suicidio, es uno de los motores del incremento en casos durante el confinamiento alrededor del mundo.

Otra de las variables que incrementa el número de suicidios es el de las recesiones, en Estados Unidos, por ejemplo, el número de casos se duplicó en 2008 a raíz de la caída económica y el número masivo de despidos.

El impacto de la economía en los próximos meses será de proporciones mayúsculas, afectando de manera global y esto puede ser un factor que detone el número de casos de suicidios alrededor del mundo.

El trato de la salud física contra la mental no tiene comparación. Mientras la batalla más encarnizada se libra en los hospitales, la estrategia de salud mental parece ausente, aun cuando han habido muestras claras del contexto social tóxico del virus: sobreinformación inútil, fake news, expertos de WhatsApp creando conspiraciones, gente atacando a personal médico en las calles y pacientes en los techos de los hospitales buscando acabar con todo.

 

Comportamiento de casos en México previo al Covid

Al día de hoy, las muertes atribuidas a Covid-19 equiparan a los suicidios registrados en 2018, el último año documentado por INEGI, un número pequeño si lo comparamos contra homicidios o enfermedades crónicas, pero suficientemente grande para olvidarlo en un archivero.

Las estadísticas con datos recabados por INEGI en 2018 muestran ciertas tendencias en temporadas, grupos de edad y estado civil. Estos grupos de incidencias más altas son los que deben tener principal seguimiento clínico en caso de detonar una estrategia de salud mental.

En los casos presentados por mes el primer bimestre fue el que presentó menor número de casos, promediando 485 decesos, dejando de lado teorías detonantes como la cuesta de enero o el mes del amor. Pero fue de marzo a junio donde los casos dieron un salto enorme y pasaron a promediar 625, siendo mayo el mes más alto con 637 muertes.

En la segunda mitad del año la tendencia disminuyó gradualmente: en promedio 554 personas se quitaron la vida, siendo noviembre-diciembre el segundo bimestre más bajo del año con 525 decesos.

En cuanto a los grupos de edad los datos señalan que el inicio de las fatalidades fue de los 10 años en adelante, donde los grupos de 10 a 19 y de 40 a 49 años presentaron incidencias considerables, pero sin ser los más concurridos, promediando 1 mil 30 en cada grupo.

Fue en la adultez joven o temprana, entre los 20 y 40 años, donde ocurrieron el mayor número de casos con un promedio de mil 712, siendo el grupo de 20 a 29 el de mayor presencia con mil 925 casos, el 28 por ciento del total de suicidios en nuestro país.

Conforme los grupos de edad avanzaron la tendencia se fue a la baja; la prevalencia en personas mayores a 50 años representa el 18 por ciento del total de casos.

Otro grupo de medición presentado en las estadísticas de INEGI es el del estado civil, mismo que en 2018 presentó datos interesantes.

La relevancia del estado civil actual de las víctimas a la hora de decidir quitarse la vida puede ser un factor de análisis intenso y extenso en detalle, digno de análisis psiquiátrico, social y familiar.

Los datos muestran que los legalmente solteros (incluye noviazgos sin concubinato) son el grupo con mayor incidencia, el 45 por ciento de los casos ocurrieron en ese contexto. Los casados representan el 24 por ciento del total y las víctimas que estaban en unión libre o concubinato representan el 18 por ciento.

El cúmulo de casos presenta otros tres estados civiles involucrados que por reveladores dan la nota: separado, divorciado y viudo presentaron solo el 2 por ciento de incidencias cada uno y en suma acumularon 378 casos, más de 2 mil 500 menos que la suma de casados y unión libre.

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