Submarinos Marinela sabor vainilla

submarinos
Guillermo Bojórquez
 
Hace alrededor de tres años, con la novedad de que estudiaba gastronomía, un amigo me comentó algo que le pareció curioso. Mi amigo, que siempre ha sido un tanto hot-doguero, había visto que en un negocio de éstos vendían, a manera de postre, submarinos fritos. Para unos puede ser curioso, para otros, desagradable.
Estos panecillos son tan grasosos que un empleado bancario podría sustituir fácilmente la cera cuenta billetes por unos submarinos.
Hoy recuerdo eso y pienso ¿cómo quedará un pastelito que se promociona como “esponjoso” sumergido, literalmente,  en una fritura profunda de aceite? ¿Crujiente? ¿Más grasoso? ¿Qué resultará?
La única manera de obtener las respuestas necesarias es experimentando.
 
Empaque
 
De fondo encontramos amarillo mate y resaltando sobre éste una especie de espiral en amarillo metálico sobre la cual resalta la imagen de un pastelito partido a la mitad en la que se deja ver el relleno, todo esto simulando tomar un baño de leche. La parte frontal superior exhibe la leyenda “Totalmente nuevos”. Bajo la misma, el nombre del producto y una leyenda más: “ahora más esponjosos”. Al pie del empaque se encuentra el etiquetado nutrimental contando con cinco botones, de los cuales los dos tipos de grasas y los azúcares totales están contabilizados en calorías y no en gramos, algo que vuelve confusa la información para quien no conoce las equivalencias de calorías sobre gramo.
 
Ingredientes
 
Treinta y ocho ingredientes en total. Trece en el relleno y veinticinco en el pan. El relleno cuenta con cinco aditivos que cumplen funciones de espesantes y emulsionantes, dos más que funcionan como conservadores para prevenir la formación de hongos. Sumado a esta larga lista de aditivos se encuentra lo que en el mundo de la pastelería sería totalmente normal usar para rellenar un pastel, una mezcla básica de crema, azúcar y un saborizante.
En el caso del pan sólo seis ingredientes son básicos en la preparación de un pan dulce, es decir 19 son complementarios. Entre estos se encuentran más espesantes, estabilizantes y aditivos que sostienen a otros aditivos en la mezcla.
Por último, los colorantes. Sólo contiene dos, ambos de dudosa inocuidad. El Amarillo 5 o Tartrazina y Rojo 40 o Rojo Allura AC. El primero está relacionado con hiperactividad y déficit de atención en niños: está prohibida en Noruega y lo estuvo en Austria y Alemania.
En cuanto al Rojo 40 o Rojo Allura, su uso en productos para menores está restringido en la Unión Europea. Por su origen azoico, puede causar alergias a personas sensibles a los salicilatos. Ambos cuentan con la obligación de ser declarados en los productos que los contengan y deben exhibir una leyenda que haga mención sobre los efectos negativos que pueden causar si se consumen (Reglamento 1333/2008).
 
Contenido
 
El contenido que se exhibe en el recuadro trasero es referente a una pieza, es decir, una tercera parte del total del paquete. El total de contenido de grasa en el paquete completo es de 13.5 gramos, lo que equivale al veinte por ciento del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además aparecen declarados 75 miligramos de colesterol que les aseguro no es del bueno, mismo que representan el veinticinco por ciento del máximo recomendado por el mismo organismo (300 mg).
Por último, el desglose de carbohidratos disponibles con 57 gramos, de los cuales 27 son azúcares; estos, rebasan la última recomendación de la OMS que equivale a 25 gramos de azúcar añadida diariamente.
La acción de regular el azúcar en este tipo de productos está totalmente truqueada, ya que en México existe la recomendación de consumo máximo tolerable de 90 gramos al día, misma que comparada con la de países de la Unión Europea y organismos internacionales de salud, contrasta de gran manera.
 
Submarino frito
 
Al abrir el empaque huele a todo menos a vainilla, lo que no me extraña pues no la contienen: sólo mencionan saborizantes; son olores extraños que el común de los consumidores no distingue.
Se hizo la prueba a dos temperaturas, moderada y alta. Con la prueba de temperatura moderada el submarino quedó realmente presentable, el color era el de un tamal de elote frito, pero la porosidad del pan y el que se tratara de un choque térmico medio, hizo que absorbiera muchísimo aceite.
Para la prueba siguiente elevé la temperatura, con la idea de que el agua contenida en el pan rechazara al aceite al momento de recibir el choque térmico y, aunque absorbió tan solo un poco menos de aceite, se quemó tan rápido que tuve que salir de prisa al patio hasta que dejara de humear.
Al final quedó negrusco, grasoso y poco apetecible. No me atreví a probarlo. No me pagan tanto.

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