Narcorretenes tienen décadas operando en Sinaloa

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Periodistas extranjeros cuentan sus experiencias en la cobertura del narcotráfico en Sinaloa

Los retenes instalados por las distintas facciones del Cártel de Sinaloa en los 18 municipios del estado no son nada nuevo, sino que tienen décadas operando sin que autoridades estatales ni federales puedan disolverlos o al menos identificarlos debido a los miles de punteros que hay en su territorio y a que las 24 horas del día alertan a pistoleros, capos o retenes a moverse, mientras las fuerzas del orden pasan el lugar, opinaron expertos.

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“Los retenes se han vuelto algo normal en los municipios serranos de Sinaloa, y lamentablemente ya son parte del paisaje geográfico de Sinaloa pues muchos lugareños de las comunidades en la sierra los ven como parte de las zonas donde viven”, opinó Juan Carlos Ayala, investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), y autor de los libros Reflexiones en Torno a la Violencia en México y Tiempos Sombríos.

La semana pasada, durante la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Badiraguato, un grupo de reporteros que cubría la gira del mandatario, fue detenido por varios hombres armados que tras preguntarles quiénes eran y a dónde se dirigían, les permitieron el paso no sin antes sacarles el susto de sus vidas.

El incidente fue reportado por medios de todo el país, y tras ser cuestionado al respecto, el presidente minimizó el hecho y sólo dijo que no hubo ningún problema y que “no pasa nada”.

“Un escándalo por un retén, esa era la nota principal, y difundir que hay acuerdos con la delincuencia, pues no, tuve que decir que no era (Felipe) Calderón porque no soy Calderón. Él pactó con la delincuencia y él tenía a García Luna como jefe de Seguridad Pública, y él, en vez de atender las causas que originan la violencia, declaró una guerra, no somos lo mismo”, dijo el mandatario horas después del incidente.

“Ahí está equivocado el presidente cuando dice que no pasa nada, y que son gente que cuida sus tierras, pero cuida sus tierras para quién y de qué, ahí hay un equivoco tremendo y una impotencia del gobierno que no ha querido enfrentar estas cosas”, consideró Ayala Barrón.

Los retenes del cártel

Según fuentes cercanas a grupos criminales, estos retenes o “puntos de control”, como algunos sicarios los llaman, pueden clasificarse en tres tipos: Los permanentes, los improvisados y “los retenes en movimiento”.

Los permanentes, explicaron sicarios consultados por Ríodoce, generalmente se ubican en la sierra de Sinaloa como Cosalá, San Ignacio, El Fuerte, Badiraguato y Mocorito, y se instalan para saber quién entra y quién sale de cierta región donde opera un capo grande, o donde se siembran enervantes; los improvisados en cambio son instalados de manera repentina en carreteras o caminos rurales cuando el cártel busca a alguna persona en particular y saben que transitará por esa zona. Los retenes en movimiento ocurren en las grandes ciudades como Culiacán, Mazatlán, Los Mochis, y se dan cuando pistoleros o punteros ubican un vehículo sospechoso, para entonces detenerlo para saber quiénes son y qué hacen en su territorio.

“Hay compas que andan haciendo el mal: que roban carros, que anda armada o que anda viendo qué mal hace, o gente de otros grupos, y nosotros los ubicamos y los presentamos a los jefes, y ellos ya deciden qué hacer con ellos”, sostuvo el sicario, quien dijo pertenecer al Cártel de Sinaloa, sin precisar para qué facción.

SIERRA DE BADIRAGUATO. Las armas por delante.

Periodistas extranjeros

Los retenes de grupos criminales en Sinaloa han detenido a todo desconocido que entra en sus regiones, incluyendo a periodistas extranjeros que van a grabar desde campos de amapola, mariguana, y laboratorios de droga en las zonas serranas de Sinaloa, donde existe un gran control, y quienes tras identificarse y precisar a dónde se dirigen, se les permite el paso.

En enero de 2020, el periodista danés Magnus Boding Hansen, había hecho un viaje al triángulo dorado para investigar la región y así complementar una investigación que realizaba para su libro El Diablo Nunca Duerme, publicado en 2021.

A su regreso de esa zona, y con el mundo ya oscurecido, fue detenido por más de 10 hombres armados que habían improvisado un retén en la carretera, cerca de la cabecera municipal de Badiraguato, y que tras acercarse con rifles que desde la oscuridad le apuntaban, le alumbraron el rostro para preguntarle quién era y de dónde venía.

“Soy periodista; vengo del triángulo dorado”, respondió Boding Hansen.

Los pistoleros, uno de ellos, “con ojos de cerdo enojado”, según recuerda el periodista, volvió a mirarle el rostro al tiempo que Boding Hansen mostraba su credencial que lo acreditaba como reportero de prensa internacional.

En ese momento el comunicador danés alcanzó a ver cómo otros pistoleros revisaban a través de las ventanas el interior del auto en que viajaba, y fue cuando notó que, a pocos metros de él, otros pistoleros tenían sometidos a un par de jóvenes que habrían bajado de uno de los vehículos detenidos.

“Los tenían tirados en el pavimento y les apuntaban con los rifles”, recordó tiempo después.

Fue entonces que leyó en un muro una frase que nunca habría de olvidar, y qué eventualmente sería el título de uno de los episodios de su libro ”El Corazón del Esqueleto”.

“Porque había sido detenido poco tiempo antes en los altos de la sierra, y aunque ahí también era un retén del cártel allá era más cotidiano. Por eso, ser parado en Badiraguato inicialmente pensé que iba a ser lo mismo. Después me di cuenta que esta vez eran más agitados, y que no era un retén formal, sino que estaban buscando a alguien de otra fracción del cártel y que por lo tanto era una situación mucho más imprevisible y peligroso,” dijo.

Nick Quested, documentalista inglés y quien en 2010 fue nominado al Oscar por su obra Restrepo, fue otro de los extranjeros detenido por pistoleros en un retén permanente instalado por criminales en la zona serrana de Badiraguato. Por petición de los mismos pistoleros, que accedieron a hablar con nosotros con la condición de no revelar nombres, apodos ni el lugar exacto del retén, se ha determinado omitir detalles del lugar.

“Cuando nosotros fuimos, nos detuvieron, y nos identificamos como periodistas, pero cuando les explicamos que teníamos permiso de uno de los jefes para entrar a esa zona y lo checaron a través de sus radios de comunicación, nos dejaron pasar, y siento que hasta amables se portaron”, dijo Quested, durante una llamada telefónica que hizo con Ríodoce a Los Ángeles, donde realiza una investigación para otro documental.

EL PRESIDENTE EN LA SIERRA. No pasa nada.

El secreto, observa Quested, es tener a alguien que conozca la zona y que haya pedido el permiso correspondiente a los capos para que un periodista ingrese de manera segura a un lugar, porque la realidad es que se está entrando a tierra de cárteles y es entendible que esas personas, por la misma naturaleza de su actividad, cuiden su territorio.

Para Ayala Barrón, sin embargo, esa realidad es triste, pues eso muestra un estado que está copado y ocupado por el crimen organizado, pero más triste aún que la gente lo vea e incluso lo apruebe como algo normal, lo cual confirma que nos han quitado espacios donde podíamos transitar libremente, en regiones tan hermosas.

“Aunque, siendo objetivos, ¿qué va a hacer la gente contra esos retenes? No puede hacer ni decir nada, pero para quienes no estamos acostumbrados es cuestión de no cruzar esos límites porque ya sabes que te van a parar y te van a cuestionar, incluso te van a vigilar mientras estés en su territorio donde ellos ponen el orden y las reglas, y la gente ya no se queja con el gobierno, sino con ellos”, observó el académico.

Noah Hurowitz, quien cubrió el llamado juicio del siglo contra Joaquín Guzmán Loera, y entonces escribía el libro El Chapo, fue otro de los periodistas que fue detenido en un narcorretén, según describe en su investigación.

“Traían radios, equipo táctico militar y rifles AK47, aunque lo que más me sorprendió era el nivel de comunicación que existe en la zona, donde nadie entra ni nadie sale sin que ellos (los narcos), se den cuenta”, recordó Hurowitz, quien hizo el viaje desde Boston, Massachusetts.

Las reglas no escritas

Mientras los retenes siguen siendo lo más visible, está la parte invisible que mucha gente no logra detectar pues según miembros del crimen organizado, tan sólo en Culiacán existen casi mil “oficinas”, o casas de seguridad, donde esperan hasta ocho pistoleros por casa, con armas de todo tipo, incluyendo Barret calibre 50 y municiones, que están listos para salir cuando los jefes lo indiquen, como ocurrió durante el “culiacanazo”, en octubre de 2019.

“Pero la gente sólo está esperando, y está prohibido que salgan a las calles armados, porque los patrones no quieren que sean visibles y eso haga que llegue más ejército o Guardia Nacional, y sólo lo hace el grupo que cuida a los jefes cuando tienen que salir y moverse”, observó otro de los pistoleros a quien tuvo acceso este semanario.

Gente de la sierra, por su parte, no se sorprende de los retenes y tampoco les asusta la gente armada que patrulla la zona”, pues vigilan”, señalan someramente.

“Nos preocupa que sean groseros con la gente, pero cuando ya te conocen, te dejan pasar y no se meten contigo, y no hacen daño a nadie”, comentó vía whatsapp, un ama de casa referente a los retenes que tienen los grupos del crimen organizado en la sierra.

Artículo publicado el 05 de junio de 2022 en la edición 1010 del semanario Ríodoce.

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