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Que Glorimar vuelva, con sus pequeñas

Acabo de ver las imágenes televisivas y periodísticas multitudinarias, y escuchar los comentarios juiciosos de analistas, por el llamado 8M del Día Internacional de la Mujer. De París a Madrid; de Berlín a NY; de Puebla a Culiacán; de Mazatlán a la Ciudad de México y Guadalajara. Ríos de mujeres, pero, mejor, ríos de coraje, de impotencia, por la espiral de violencia que se ha intensificado contra las mujeres. En sus trabajos, en sus escuelas, en sus barrios, en la calle, en sus hogares. No hay lugar, para el sosiego de género, para el libre transitar de mujeres que son acosadas, golpeadas, violadas, asesinadas, en cualquier lugar y momento. Y que están solas, porque pese a que tienen en la mano la ley contra las agresiones, frecuentemente se encuentran indefensas ante autoridades cuando interponen un recurso contra cualquiera de los ataques.

Aquellos en lugar de apoyar, acompañar, defender, revictimizan. Las agreden una y otra vez. Ahí está la impertinente declaración del alcalde de Culiacán que en la antesala de la conmemoración del 8M salió a decir a la prensa que las agresiones son porque las mujeres lo provocan. Es decir, este alcalde misógino, implícitamente defiende a los agresores cuando el municipio a su cargo es uno donde se cometen la mayor cantidad de feminicidios en el país. Pero eso escala cuando el mismísimo presidente López Obrador en su mañanera nos viene a decir con un aire paternalista que el movimiento feminista y sus protestas está intervenido por sus adversarios, los conservadores, caramba, pero si él en cuestiones de género es conservador.

Restándole así, al coraje acumulado, las agresiones que día a día reciben las mujeres. Sea directamente a ellas o indirectamente, cuando sus familias son igualmente agredidas. Con un “levantón” a algún miembro y empiezan la andadura para mantener a flote a los suyos. Son las mujeres que hoy andan por todo el país buscando a sus desaparecidos y desaparecidas. Las que escarban con la esperanza de encontrar un indicio, una señal, entre los restos mortuorios que se encuentran en una fosa clandestina.

Por eso anima, estimula, los miles de mujeres de todas las edades hermanadas en la lucha bajo una sola bandera, la del alto a la violencia y por la justicia. De las que están en la protesta y las que no, porque las han desaparecido. Bien lo dijo Frida Barrón: “El Día Internacional de la Mujer no es motivo de ninguna celebración estamos honrando a las mujeres víctimas de desaparición forzada, las de feminicidio, en enero de 2020; estamos honrando la desaparición forzada de Glorimar —la joven enfermera mazatleca que el año pasado fue objeto de una desaparición forzada y hasta la fecha no se sabe nada de ella—, estamos aquí para luchar por nuestros derechos, por nuestra libertad y exigirle al gobierno que no nos violente”.

Que se avance en el reconocimiento de derechos humanos esenciales, que, como se sabe, es una lucha de todos los días. Hoy en el Congreso del Estado se festeja la aprobación de la interrupción legal del embarazo en Sinaloa, y para ello se han reformado distintos ordenamientos legales, por lo que el aborto deja de ser un delito, y obliga a las autoridades de salud a ajustarse a la nueva normatividad. De manera que el aborto deje de ser una práctica clandestina con un alto costo en la salud de quienes en Sinaloa se ponen en riesgo frecuentemente en atmosferas tóxicas y manos inexpertas.

Respetable la posición de los antiabortistas que se hicieron visibles tanto en la votación como en las inmediaciones del Congreso del Estado, pero hay que hacer conciencia de que los abortos existen y es mejor que estén regulados por la ley, ofreciendo garantías a las solicitantes.

En definitiva, este logro como antes el del matrimonio igualitario, son parte de una agenda de lucha de generaciones de mujeres que han propiciado los cambios legales de avanzada en el país. Ningún partido debe considerar que son su patrimonio y, en todo caso, mujeres de los distintos partidos han hecho su contribución a lo que estamos presenciando en beneficio de derechos conculcados.

Norberto Bobbio, el filósofo de la democracia, en un libro que lleva por título: El Tiempo de los Derechos (Sistema) señalaba que “sin derechos humanos reconocidos y protegidos no hay democracia; sin democracia no existen las condiciones mínimas para la solución pacífica de los conflictos”.

Que así sea, son tiempos de cambio.

Artículo publicado el 13 de marzo de 2022 en la edición 998 del semanario Ríodoce.

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