Madrid cierra a regañadientes y augura el caos en la región

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Madrid cierra. Protestando y amenazando con el caos, pero cierra. Desde las diez de la noche del viernes, 3 millones 266mil 126 vecinos, más los visitantes, no pueden salir de la capital a no ser que tengan una causa justificada.

Tampoco pueden cruzar los límites de sus municipios los más de 1.5 millones de habitantes de Parla, Fuenlabrada, Alcobendas, Torrejón de Ardoz, Getafe, Alcorcón, Leganés, Móstoles, Alcalá de Henares, Humanes, la zona de Reyes Católicos en San Sebastián de los Reyes y Villa del Prado. El Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso, que se ha resistido las últimas 48 horas a las medidas acordadas por mayoría en el Consejo Interterritorial del miércoles, ha acabado por aplicarlas.

No ha habido, a simple vista, efecto centrífugo. Las carreteras no han soportado especiales colapsos de salida de madrileños huyendo de la capital ante el encierro. Pero minutos antes de entrar en vigor la norma en muchos barrios el ambiente había cambiado. A las diez de la noche debían cerrar las puertas a los clientes tanto comercios como locales de hostelería, aunque estos pueden atender a quienes estén dentro durante una hora más. Pero, por el ambiente de algunos barrios, parecía que muchos madrileños se habían adelantado y habían decidido quedarse en casa la noche del viernes, tras un día lluvioso y desapacible.

“Éramos tres camareros en ERTE y nos habíamos reincorporado dos, ahora seguramente volveremos a tiempo parcial”, se lamenta un empleado del bar El mal querer, que como todos los de Lavapiés ha echado la persiana a las diez. “Cuando más llenos estamos es de siete y media a doce y media”, explica mientras limpia, con la puerta ya cerrada.

También ha habido casos de vecinos que han abandonado la ciudad con el recuerdo del encierro de marzo y ante la incertidumbre de no saber cuándo podrán volver a hacerlo. “Nos hemos ido de último fin de semana porque igual no podemos volver a salir en tres meses y necesitamos cargarnos de aire limpio. Sobre todo los niños, que a ver cómo pasan otro confinamiento sin ir al campo”, explica Rosa, de 43 años. Volverán el domingo, ya que ella es profesora de instituto. “Lo teníamos planeado… Pero ahora se ha convertido en el último fin de semana fuera. Allí no tenemos contacto con nadie. Y además nos fuimos antes de la hora límite”, justifica.

El caos que augura la presidenta regional no se aprecia en la estación de autobuses de Méndez Álvaro. Hay poca gente y algunos ni se han enterado de las restricciones. Nadie dice huir de Madrid. Como Hachim, que vuelve a Málaga tras días de negocios en la capital. Los buses llegan desde diversos rincones del país con sus pasajeros, algunos con maletas más grandes que ellos. Hay abrazos emotivos en las dársenas y el largo pasillo con las sillas metálicas para esperar está más bien vacío. En la única taquilla que está abierta confirman que a lo largo del día ha habido un poco más de tráfico que en un viernes cualquiera porque “la gente tenía prisa de volver a casa”.

Pocos son también los pasajeros que deambulan por la estación de trenes de Atocha o por el aeropuerto de Bajaras, donde los vuelos internacionales aterrizan sin problema. Aunque se viven a veces escenas de confusión. Ante la “incertidumbre” del momento, Ricardo y Delia que viajaban a Italia el domingo para asistir a una comunión, han cambiado los billetes, dormirán en el aeropuerto y este sábado a las siete de la mañana despegará su vuelo. Reconocen tener “miedo a la pandemia”. Mientras, la estación de Atocha está vacía a las ocho y media de la tarde. Faltan pocos trenes para emprender la huida. Los vigilantes de seguridad aseguran que entre las tres y las cinco de la tarde sí que han notado una diferencia con respecto a los últimos viernes. “La gente venía con muchas maletas”.

En la otra cara de la moneda están los que en lugar de achicar sus fronteras las ensanchan. La norma que traspone la Comunidad de Madrid elimina los confinamientos perimetrales de los barrios: los vecinos de 45 distritos sanitarios que estaban cercados podrán ahora moverse por toda su ciudad. Vallecas es uno de ellos. Allí, muchos vecinos aseguran que sus hábitos no cambiarán, porque ya hacían vida de barrio. Otros ven la nueva norma con alivio. “Ahora no tendré por qué explicar a nadie a dónde voy ni llevar un justificante cada día”, afirma Nuria Sánchez, de 46 años, que vive en Puente de Vallecas y lleva a diario a su hijo al colegio en Pacífico, zona que no estaba confinada.

El cierre de Madrid estará vigente, en principio, hasta dentro de 14 días, el tiempo que la autonomía fija para revisar las restricciones en función de la situación epidemiológica en su propia orden, publicada en el boletín oficial de la región (BOCM) el viernes al mediodía. Es el periodo necesario para que las medidas tengan efecto, ya que de promedio pasan al menos 10 días entre la incubación del virus, los síntomas, el diagnóstico y el reporte a las estadísticas oficiales. Sin embargo, la justicia podría interrumpirlo antes. “La Comunidad es respetuosa con la ley y leal al resto de Administraciones Públicas”, ha dicho el consejero de Justicia, Enrique López. Con esa misma premisa también ha presentado ante la Audiencia Nacional un recurso contencioso administrativo contra la orden de Sanidad. (El País)

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