Inundaciones: Años de políticas erróneas y corrupción sellan la suerte de Los Mochis

La inundación más severa que sufrió el municipio de Ahome en tiempos modernos y que afectaron a más de 250 mil habitantes fue producto de una cadena de errores políticos confabulados con empresarios de la construcción locales, pasar por alto las predicciones científicas y condiciones atmosféricas adversas.
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La inundación más severa que sufrió el municipio de Ahome en tiempos modernos y que afectaron a más de 250 mil habitantes fue producto de una cadena de errores políticos confabulados con empresarios de la construcción locales, pasar por alto las predicciones científicas y condiciones atmosféricas adversas.

Las decisiones políticas de los alcaldes emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN) sellaron el destino final de la ciudad a la que convirtieron en una gran alberca, y en una olla perfecta para las epidemias.

Durante los últimos tres quinquenios consecutivos, científicos de la Facultad de Ingeniería Mochis de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) advirtieron a alcaldes de Ahome, a directores del Instituto Municipal de Planeación y de la asociación público-privada Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa (Codesin) de que la ciudad se estaba quedando sin desagüe natural y por lo tanto estaba formando una gran alberca, que dependiendo de la precipitación pluvial ahogaría a los habitantes o provocaría millonarias pérdidas económicas.

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Todos los alcaldes, funcionarios y empresarios ignoraron las alertas que los científicos habían lanzado, y aún las desechan. La segunda predicción de los investigadores se cumplió cabalmente del 18 al 20 de septiembre cuando azotó la depresión tropical 19-E que precipitó 420 milímetros de lluvia en 72 horas.

La noche que se produjo la lluvia coincidió con dos fenómenos marinos: marea alta y mar de fondo. Estos produjeron una pared de agua de más de 2 metros de altura que impidió a los drenes Juárez y Buenaventura descarga con eficiencia, produciendo un retorno de agua.

Peor aún para la población advierten los científicos, pues la inundación de la ciudad es irremediable, pese a cualquier obra que se realice hoy o mañana, porque los gobernantes no escuchan a la ciencia y se basan en mediciones arbitrarias que se hacen dependiendo del interés económico de los terrenos, y del manoteo de dinero.

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El doctor en geodesia por la Universidad de la Habana, Cuba, respaldado por la Universidad Rusa e investigador en la Facultad de Ingeniería Mochis de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Ciro de la Concepción Díaz Hernández y quien dos décadas atrás comenzara a medir la ciudad dijo que los problemas con el drenaje sanitario y pluvial tiene un mal de raíz: las mediciones son erróneas, por lo tanto la pendiente para el desagüe es arbitraria dependiendo de cada sector de la ciudad.

“Hay una variación de 2.64 metros de altura que encontramos tras geodiferenciar más de 105 puntos milímetro a milímetro en una red altimétrica que construimos a pie-tierra y con vuelos aéreos, estableciendo como nivel del mar la medición que arrojó el único mareógrafo que existe en Topolobampo. Con esa variación, todo está mal. En lugar de ser un desagüe, el sistema es una compuerta. La medición la incorporamos a una red cartográfica y encontramos que la ciudad estaba convirtiéndose en una gran zona inundable, en donde el agua entra, pero no sale. Eso lo sabemos con exactitud desde el 2002, lo confirmamos en el 2015 y lo ratificamos en el 2017, tras medir lo que ocurre en 15 mil hectáreas. La inundación de septiembre del 2018 reconfirmó lo que los estudios nos revelaron, pero que el gobierno prefiere no escuchar ni atender. ¿Por qué?, no lo sabemos. En esta ciudad, quizá en el estado, ningún gobierno escucha la ciencia, y pretenden culpar al ciudadano que arroja basura. Eso es una fantasía, es irresponsable, pero fácil de quitar culpas, pero la ciencia lo desmiente”.

RED HIDROGRÁFICA. En Los Mochis.

El investigador describió en cuatro puntos lo que ocurrió la tercera semana de septiembre y que se tradujo en la peor inundación de la ciudad, hasta ahora: una lluvia torrencial de 240 milímetros capaz de colapsar cualquier sistema de drenaje urbano o agrícola; la topografía plana de la ciudad cuyo drenaje no drena con rapidez por errores en los cálculos de altitud; manto friático elevado que convierte a la ciudad en un estero y que retiene la filtración; y la obstrucción de drenes y bayonetas por obras de urbanización. Tres de los cuatro puntos son por errores políticos: la ciudad se fundó en una planicie, alejada 25 kilómetros del mar y a 30 kilómetros del río, el destino final de las aguas residuales o de lluvia sólo termina en el mar o en los cauces naturales de los ríos, la negativa a rectificar la altitud de la ciudad, y entubar drenes y bayonetas a cielo abierto para ganar terrenos a urbanizar reduciendo la carga hidráulica por abaratar costos.

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El también doctor Roque Félix Tapia secundó a Díaz Hernández en el vaticinio de que lluvias de 40 milímetros o más inundarán la ciudad irremediablemente porque se eliminaron los drenes y las bayonetas que se construyeron a cielo abierto para desaguarla; y como solución técnica a base de billetazos, los alcaldes le apostaron a construir drenajes pluviales.

“Se experimentó con el pluvial del mercado Independencia, pero tomaron las medidas de elevación erróneas porque no quisieron tomar las mediciones que la facultad les proporcionó, y terminaron ahorcando la carga hidráulica, pretendieron resolver el problema en el boulevar Rosales y la calle Álvaro Obregón, pero lo empeoraron. Allí tienes un error técnico, y por ello las inundaciones persisten. Pretenden ocultar esa verdad comprobable en que la basura tapa las rejillas, pero es una mentira. Además, ese pluvial no tiene forma de mantenimiento. Con el tiempo se azolvará.

“Insistimos en que lo evaluaran, pero se negaron. Ahí hay una obra que no funciona a cabalidad”.

Ambos científicos reiteraron que ahora el reto para los ingenieros no es evitar que entre el agua a la ciudad, sino cómo sacarla.

Jesús Andrés Valdez Conde, gerente de la Red del Valle del Fuerte y uno de los técnicos más experimentados en el manejo de drenes y canales confirmó las aseveraciones de los dos científicos: La inundación de la zona de la biblioteca “José María Morelos” hasta Centenario fue producto del entubamiento del dren Mochis, pues el agua no se pudo conducir por gravedad, como sucedía cuando operaba a cielo abierto; la zona norponiente que abarca al fraccionamientos Las Mañanitas se inundó porque se entubó el dren Mochicahui y parte de las aguas se condujeron al dren Álamos, que es insuficiente. Otros sectores se inundaron porque se entubaron cuatro bayonetas. Y concluyó: “Ese es el precio de la urbanización”.

CIRO CONCEPCIÓN Y ROQUE FÉLIX. La solución, a billetazos.

Dijo que desde el gobierno municipal se empuja un proyecto hidráulico que podría reducir el riesgo de inundación en el sector poniente de la ciudad, pero no eliminarlo. Se trata de desviar la carga de agua agrícola del dren Juárez antes de que ingrese a la ciudad a través de la reconstrucción del dren Cerrillos que corre paralelo a la carretera México-Nogales 15. Ese dren tendría una longitud de 4 kilómetros hasta conectarse con el dren Buenaventura que debería ampliar al triple la plantilla de conducción pasando de 20 metros cúbicos por segundo a 60 metros cúbicos por segundo. El costo superaría los 600 millones de pesos.

Luis Carlos Lara Damken, director del Instituto Municipal de Planeación (Implan) afirmó que repartir el gasto hacia el dren Buenaventura es una buena opción de controlar las avenidas de terrenos agrícolas, pero deberá probarse. “En teoría puede mitigar el efecto de las lluvias, pero no eliminarlo”.

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Se pueden realizar otras opciones de desagüe, pero corresponde a los ingenieros en hidráulica dar los detalles e idear la forma.

“Efectivamente, tenemos unos problemas severos en altura y relieve, pero también de conformación pues el terreno es de una clase de barrial que al mojarse se compacta y reduce la filtración y provoca aguas superficiales que dependiendo el volumen podría considerarse como una inundación.

Álvaro Ruelas Echave, ex alcalde de Ahome y actual secretario de Desarrollo Sustentable y coordinador del rescate de la ciudad tras la inundación consideró que la mejor forma de prevenir las inundaciones es construir más drenajes pluviales, pero sobre todo, desviar la carga del dren Juárez hacia el Buenaventura lo que permitiría que el primero sólo sacase las aguas de lluvia de la ciudad.

“Desfogaría en forma rápida cualquier cantidad de lluvia, sin trastornos para los ciudadanos”.

El proyecto, afirmó, tendría un costo de 200 millones de pesos.

Este se encuentra ya validado por la Comisión Nacional del Agua (CNA) y a la espera de que se radiquen los recursos.

En tanto, los colonos que perdieron sus pertenencias exigen la construcción de drenajes pluviales, desconociendo que sus colonias se inundaron por decisiones políticas tomadas tres quinquenios atrás, cuando los políticos priistas y panistas aceptaron por omisión o complicidad que empresarios entubaran drenes y bayonetas para construir sobre ellos plazas comerciales y conjuntos habitacionales, y porque nunca se opusieron a que ejidatarios avariciosos y sus líderes sin escrúpulos vendieran a empresarios inmobiliarios lo que consideraban terrenos de demasías borrando los drenes que eran el desagüe natural de la ciudad.

Así, un puñado de políticos y empresarios se enriquecieron con los daños provocados a más de 250 mil habitantes, en inundaciones sucedidas y las que están por venir.

Artículo publicado el 30 de septiembre de 2018 en la edición 818 del semanario Ríodoce.

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