Estrategias de la industria chatarra

coca

A toda acción corresponde una reacción, citó Isaac Newton en su tercera ley y, aunque nació como un principio físico, es aplicable en todo sentido.

Mientras la cifra de casos de obesidad y otros padecimientos relacionados a ella va en aumento, la industria se adapta velozmente y encuentra como seguir llenando sus bolsillos.

Parte del éxito para sobrellevar los malos ratos económicos y sociales es que viven reaccionando al entorno de mercado, a las tendencias de consumo y a los requerimientos legales y nuevas disposiciones regulatorias que se presenten.

Su capacidad de mantener ingresos en situaciones adversas es fruto del trabajo de los departamentos de legalidad y mercadotecnia, principalmente.

También entran al juego las asociaciones a las que pertenecen según el mercado en el que se desempeñen.

 

Cabildeo antirregulatorio 

Para toda medida regulatoria propuesta por el gobierno siempre hay una contramedida de la industria.

La reacción primaria de las grandes compañías es cabildear en búsqueda de acuerdos, reducciones o desaprobaciones de las medidas impulsadas.

Cuando el cabildeo no funciona en la medida necesaria, el siguiente paso es jugar con las normas. Un caso muy claro es el de algunas marcas de bebidas energéticas, que modificaron la cantidad de “energizantes” en su receta para quedar fuera de la categoría y no pagar impuestos como tal.

Una de las propuestas para 2020 es que las bebidas que contengan cafeína, taurina y otras sustancias energizantes se consideren como energéticas, sin importar la cantidad que contengan, esto para eliminar la posibilidad de que la industria readapte sus recetas y continúe evadiendo impuestos.

 

Asociaciones como contrapeso

Las asociaciones juegan un papel muy importante en la distribución de la información. No olvidemos que las medidas regulatorias son sobre categorías de productos y no sobre marcas, esto significada que, a la hora de regular, el gobierno se hace de muchos enemigos.

Cuando regulaciones se aprueban, las asociaciones hacen equipo para desaprobar públicamente las medidas en su contra e incluso cuestionar la finalidad de las mismas.

Un ejemplo de esto es la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC), que ha mantenido una lucha activa en contra del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS).

En un informe presentado en mayo de este año, la ANPRAC sugirió que el IEPS jugaba en contra de la economía del país, aumentando la desigualdad social, reduciendo el bienestar y que además no disminuía el consumo de refrescos.

Según sus investigaciones, en los primeros cuatro años del impuesto la población más pobre había pagado casi el 60 por ciento de lo recaudado.

En septiembre de este año, una vez conocida la intención de aumentar el IEPS para 2020, la ANPRAC ahora respaldada por el Consejo Coordinador Empresarial se refirió al impuesto como “regresivo”, además señaló que el impacto principal sería en la economía de los más pobres, por lo que se tomó la libertad de llamarlo “el impuesto de los pobres”.

 

La industria adaptada a las tendencias 

Una estrategia que juega la industria a la hora de competir contra la mala prensa y las tendencias de consumo es la adaptación. Esta se da mediante el lanzamiento de productos que incluyen materias primas de moda, nuevas recetas o la modificación de las actuales con ajustes hacia lo saludable.

Ahora, es común ver al coco como ingrediente en alimentos, productos de higiene y cuidado personal e incluso productos de limpieza. La fama del fruto de la palma como un súper alimento/producto le ganó muchos fans en el mercado, razón suficiente para que la industria lo “quemara” agregándolo a lo que se pudiera.

Otro ejemplo de apego a tendencias es la oferta de productos sin azúcar, sin gluten o la combinación de ambos, como en el caso de Bimbo que lanzó su barra de pan de caja “cero/cero”, en una clara búsqueda por captar una parte de ese nicho de clientes que por moda o por salud están tratando de evitar ese par de ingredientes.

Artículo publicado el 22 de septiembre de 2019 en la edición 869 del semanario Ríodoce.

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