Dexametasona, un viejo conocido que hace frente al coronavirus

dexametasona

Un extenso estudio revela que la dexametasona ha tenido resultados favorables en pacientes graves; el Reino Unido aprueba su uso inmediato

 

La carrera por descubrir una vacuna contra el coronavirus ha sido larga, y lo será aún más. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para finales de 2020 o principios de 2021 empiecen a circular las primeras dosis.

Al momento hay alrededor de 300 vacunas en ensayos, de las cuales tres están por pasar a la fase de pruebas en humanos en el Reino Unido, Estados Unidos y China.

La OMS sugiere que los grupos que reciban este primer paquete de vacunación deberá ser el personal médico que hace frente a la pandemia, así como conductores de transporte público y de emergencias, policías, personal de supermercados, pacientes con enfermedades preexistentes y quienes vivan en espacios con alto potencial de contagio como asilos y cárceles.

Pero en lo que se resuelve lo relacionado con la vacuna, hay miles de pacientes cuya vida pende de un hilo. Y diciembre o enero suenan muy lejanos. Además, la añorada vacuna brindará inmunidad en su momento, no terapia ni recuperación de pacientes previamente infectados.

 

La esperanza de la dexametasona

Al mismo ritmo de la carrera por la creación de la vacuna se corre otra igual similar: la de encontrar un tratamiento con lo ya existente. En este sentido, el descubrimiento más reciente es la dexametasona.

El estudio realizado en la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, contó con la participación de 2 mil 100 pacientes a los que se les suministraron dosis bajas o moderadas durante 10 días. Esos resultados se compararon contra 4 mil 300 pacientes que recibieron tratamiento normal.

La terapia con dexametasona fue altamente exitosa en pacientes críticos, donde redujo la mortalidad un 35 por ciento, así como en pacientes que no estaban utilizando respirador, pero llevaban oxigenoterapia, donde el riesgo de morir se redujo en un 20 por ciento. El tratamiento no tuvo efectos en pacientes con casos menos graves.

La dexametasona pertenece a la familia corticoide. Sus principales funciones son como antiinflamatorio, inmunosupresor y antialérgico. Es utilizado para tratar enfermedades como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), dificultad respiratoria aguda, alergias broncopulmonares, nasales, cutáneas y oculares.

También es usado para tratar artritis reumatoide, esclerosis múltiple, trastornos en piel, sangre, intestino e incluso en algunos tipos de cáncer.

El descubrimiento de la dexametasona como tratamiento efectivo opaca el gran fracaso de la hidroxicloroquina. Este medicamento fue vetado como tratamiento contra el Covid-19 por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Poco después, la OMS suspendió sus ensayos definitivamente.

 

Un llamado a no realizar compras de pánico

Cada nuevo hallazgo tiene implícita una cuota de imprudencia. El anuncio de nuevas opciones provoca compras desmedidas y un rápido desabasto, comprometiendo la salud de quienes de verdad necesitan el medicamento.

El caso de la dexametasona no es el mismo que la hidroxicloroquina. Las pruebas de su efectividad son mayores, se basan en estudios extensos y no en declaraciones de gobiernos que, entre otras cosas, han recomendado inyecciones de desinfectante como medida preventiva.

Aun así, no es recomendable suministrarla sin supervisión médica. En México su venta es libre, es decir, no se necesita receta para adquirirla, lo que la convierte en un blanco fácil de las compras de pánico. Por fortuna para los que la necesitan por razones médicamente probadas el stock es grande y su distribución corre a cargo de distintos laboratorios.

La dexametasona es un antiinflamatorio muy potente, y ese sería su aporte principal en el tratamiento de pacientes con coronavirus.

“Esto permite que los pacientes sigan recibiendo oxígeno en la sangre desde los pulmones al reducir la inflamación muy rápido en un periodo crítico en la enfermedad. No es un tratamiento para el virus en sí mismo ni es preventivo contra el virus”, explicó Michael Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS.

Como resultado del estudio, no hay pruebas de que el medicamento tenga efectos positivos en pacientes con enfermedad leve ni que funcione como antiviral, por lo que suministrarlo sería irresponsable e incluso peligroso.

“Este medicamento es reservado únicamente para los pacientes críticos que están con ayuda respiratoria”, reiteró.

Artículo publicado el 21 de junio de 2020 en la edición 908 del semanario Ríodoce.

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