Debates y Elecciones

 
el debate para rios
Once días antes del famoso debate Nixon-Kennedy en Estados Unidos, se realizó por  Tv Tupi el primer debate presidencial televisado de la historia del Brasil. Fue el 15 de septiembre de 1960.  Pero a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos, esta práctica no se incorporó a la cultura política institucional en Brasil ni en América Latina.
En México, durante la década de los 90, cuando el régimen político se encontraba en una lenta senda de democratización, se privilegió todo lo que tuviese que ver con recuperar un proceso electoral lo más equilibrado y limpio posible. Por eso,  en 1994, el candidato del  Partido Revolucionario Institucional (PRI),  Ernesto Zedillo Ponce de León, debatió por televisión con sus dos principales rivales, Diego Fernández de Ceballos, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.  Todos los medios de comunicación dieron por ganador al candidato del PAN, Diego Fernández de Ceballos. Con mejor retórica y seguro de sus propuestas.
Hay países donde los medios de comunicación confluyen en una alianza con grupos empresarios o de la sociedad civil para facilitar la plataforma de debate. Y también algunas de las autoridades electorales participan activamente para generar condiciones y reglas de equidad.
Hay países donde la ola de debates se está consolidando. En países como Brasil, México, Costa Rica, Perú, Colombia y Chile, está incorporándose como un requisito obligatorio para el candidato presentarse a un debate presidencial.
Los candidatos y sus consultores toman a los debates como una opción táctica dentro de su estrategia de campaña y –de acuerdo a su conveniencia- estarán o no dispuestos a participar. Hay varias razones que existen para que los candidatos esquiven participar de los debates:
(a) Si lidera la carrera electoral, es un riesgo participar en el debate.
(b) Si quiere mostrarse por arriba de la “riña de gallos” de la política.
(c) Si va a ser el rival a vencer por todos los candidatos que participarán en el debate
 
La posibilidad de convertirse en el candidato a vencer por todos los demás también desalienta la participación de un candidato en el debate. Andrés Manuel  López Obrador  no aceptó participar  en el primer debate en el 2006,  por esa razón. También Daniel Ortega rechazó participar en un debate público en el 2006, con el argumento de que serviría para “favorecer a las fuerzas de derecha” y atacar a la alianza que encabeza el FSLN”.
Existe el  consenso de que los debates no suelen provocar cambios drásticos en las decisiones electorales de los votantes. En concordancia con el resultado de las investigaciones académicas, los votantes tienden a ratificar sus opciones previas. Por supuesto, aquellos que no tienen una opción previa son potencialmente más influidos, mientras que los militantes, o ya decididos, difícilmente cambian su voto a partir de un debate electoral.
El pasado 25 de abril en la Ciudad de Culiacán, ocho aspirantes a la gubernatura se presentaron  al debate organizado por el Instituto Electoral de Sinaloa (IES).
Las encuestas publicadas días antes y el  desempeño en el debate nos indican que la gubernatura está entre el candidato del PRI, Quirino Ordaz Coppel,  y el candidato del Partido Sinaloense,  Héctor Melesio Cuén Ojeda. Los desórdenes internos  del Partido Acción Nacional (PAN)  y el discurso sin fuerza de Martín Heredia lo alejan y lo colocan en tercer lugar.
El candidato más favorecido fue el independiente Francisco Frías Castro, quien con su formación académica y su experiencia política con más de cuarenta años en el servicio público, elaboró un discurso propositivo y de ataques a sus oponentes. Certeros fueron sus ataques al candidato del PAS, y en menor medida al candidato del PRI. Su candidatura crecerá, ¿hasta dónde?, eso lo veremos en las próximas semanas. Los recursos económicos son su limitante.
Quirino Ordaz Coppel se presentó como un candidato que encabeza  las encuestas,  propositivo y desenvuelto. Su arsenal de ataques a sus oponentes estaba vacío. A su discurso lleno de generalidades y lugares comunes tendrá que añadirle propuestas concretas para un segundo debate.
La fortaleza de Héctor Melesio Cuen es el discurso del tema de la educación, pero también esa es su debilidad. Cuen Ojeda  compite para ser gobernador y no para secretario de Educación del Estado de Sinaloa. Por lo que tendrá que hacerse de un discurso más plural y completo, que contemple otras actividades como el  desarrollo económico de Sinaloa, la agricultura, pesca, turismo, etcétera. Ningún partido político monotemático llega al poder.
Este primer debate entre los candidato de los tres principales partidos políticos,  PRI, PAN y PAS,  estuvo lleno de generalidades y de lugares comunes. Esperemos que en un próximo debate escuchemos propuestas concretas, y lo más importante de dónde sacaran los recursos económicos para implementarlas.
La contienda electoral tenderá a cerrarse entre  el PRI y el PAS por tener mejores condiciones para seguir desarrollando sus campañas. Los partidos como el PRD,  PT, Morena y  PES tendrán que elaborar un discurso convincente y aterrizado, de lo contrario su registro estatal puede perderse.
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