Daños alternos en la remodelación de la avenida Obregón

 
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El regreso a clases estaba marcado para el martes 5 de enero. Jesús sabía de antemano que por el cierre de la avenida Obregón debía tomar previsiones extra, ya que no quería llegar tarde el primer día de clases. Jesús es invidente.
Al salir de su casa en la colonia Miguel Hidalgo, Jesús Humberto Reyes Verdugo había escuchado antes en las noticias y por comentarios de la gente, que varias paradas y rutas de camiones urbanos cambiarían.
“Es cuestión nada más de ver dónde se cambió, ponen unos carteles muy grandes”, escuchaba a la gente.
“Para empezar, pues sí es un poquito complicado, especialmente nosotros que estamos acostumbrados a tomar distintas rutas (de camiones urbanos), pues es un poquito difícil porque pues ya ves que hay gente que dice ‘si no sabes para dónde vas, mira los carteles’, ya ves que en la televisión salió hace poco que si no sabes para dónde vas, mires los carteles… pues sí, pero para los que no vemos, la verdad sí se complican las cosas”, dijo Jesús.
Su rutina se cambió. Estudiante de tercer año de la licenciatura en Educación Especial en la Escuela Normal de Especialización del Estado de Sinaloa, depende mucho de la rutina: la ubicación de objetos, sonidos y toda una serie de cosas que se supone, deben hacer menos difícil su trajinar en la ciudad.
En su caso, él ya tenía más o menos planificado: bajar en cierta parte y caminar determinada distancia; llegar a cierto lugar y esperar por el siguiente camión. Resulta que lo bajan en otro lado.
“¿Y por qué?… por lo mismo, porque esta calle está cerrada, es intransitable. Afecta a otras que supongo que son circundantes o paralelas, y pues sí afecta mucho a la misma ruta, se tiene que cambiar todo, entonces uno tiene que caminar a lo mejor una cuadra más o una menos, y entonces se vuelve un despilfarro, como luego dicen”, explica Jesús.
Conoce de memoria algunas partes. Su casa, el acomodo de los muebles y su escuela, las escaleras, rampas y barandales. Todo está en orden. Hurga en sus bolsillos por una moneda.
“Esta tiene bordes, mira, es de 10 pesos”, dice, y apoyado en su bastón, Jesús está listo para dejar la seguridad de su escuela, perfectamente adaptada para personas con capacidades diferentes, y listo para su aventura diaria que es recorrer el centro.
“Antes de subirme al camión le pregunto al chofer si es la ruta (que necesita) y si es pues me subo. Le pago y luego busco donde sentarme. A veces batallo porque no siempre me bajan donde es la bajada, a veces antes o después y pues tengo que caminar más”.
Diariamente tiene que tomar dos camiones. La ruta Coloso de su casa al centro y posteriormente transbordar ahí para subir a un 10 de abril.
“Cuando no me dejan en donde es, pues pregunto, pero siempre llego a donde tengo qué llegar”, dice Jesús.
Mucho se comentó de los comerciantes afectados, los transportistas y automovilistas, que a partir del día dos, vieron cambiada su rutina. Jesús no pide que los consideren más que a ellos, pero sí que los consideren. El cierre de la avenida Obregón trajo consigo daños colaterales que la autoridad no alcanzó a prever.
Al llegar al centro, el riesgo se incrementa. La antigua parada de su ruta ya no es donde mismo, y ello le obliga a serpentear entre las ya deterioradas calles aledañas al mercado Garmendia. Los agentes de tránsito lo ven y detienen el tráfico. Jesús aprovecha, quien acompañado de otro estudiante que le sirvió de guía, cruzan el entronque de Hidalgo y Carrasco.
“Considero que es una situación complicada, porque en realidad lo que está haciendo, por lo menos ahorita, es hacer las cosas más difíciles. Si me permites agregar, ayer me encontré con una persona de la tercera edad en el camión y estábamos discutiendo eso y le estaba preguntando que si qué opinaba también, entonces me dijo que se le hacía mucho más difícil andar, ya ves que como van al mandado pues van cargando las bolsas y todo, entonces me dijo que se le hacía más difícil por lo mismo, porque se cansan más. Considero que por mientras sí se está complicando más”, opinó.
Afortunadamente para el estudiante de la ENEES, no tiene necesidad de cruzar a diario la avenida Obregón, sin embargo su ruta sí, y en apenas los primeros tres días del regreso a clases, una de ellas el camión ya lo dejó atrás de Catedral, por la Paliza.
“Tienes que cambiar la manera de caminar, tienes que sacarle la vuelta a muchas cosas. Por ejemplo, cuando iba caminando de pura suerte me encontré a alguien que me quiso ayudar, y pues sí es un poquito complicado pues, porque como ahorita están arreglando y ahorita está medio complicado el asunto, pues hay hoyos por todos lados, piedras, subidas y bajadas que antes no había y luego también hay mucha gente que también va pasando”.
Diariamente, entre 12 del mediodía y 8 de la noche, Jesús lleva a cabo su rutina. Durante tres años le ha funcionado, y desde el día 5 de enero tuvo qué cambiarla. Lo ve con optimismo, como un reto.
“Se complican las cosas, obviamente que me voy a ir adaptando y pues espero que en un punto del camino ya no batalle tanto, pero sí es un poquito complicado”, dice.
El estudiante continúa su rutina. A ellos, los usuarios de bastones, sillas de ruedas, muletas, nadie les preguntó.
 
RECUADRO…
 
El centro, zona comercial en desamparo
La tarde del pasado jueves 7 de enero, comerciantes y ciudadanos asistieron a una reunión convocada por la asociación Centro Vivo Culiacán AC, por motivo del cierre, casi de manera simultánea, de la avenida Obregón y la calle Cristóbal Colón.
Según informó Carlos Arturo García López, presidente de la asociación, el cambio de rutas y de paradas de camiones urbanos ha golpeado a los comerciantes tanto en lo económico como en lo práctico.
“Dicen (los empleados) que aunque quieran llegar temprano no pueden porque los camiones no pasan y si pasan se van por otros lados; las rutas como que todavía no entienden cómo están, hay mucho descontrol todavía con las rutas”, señaló.
La remodelación de la Obregón, como parte del par vial con la calle Aquiles Serdán, generó inconformidad en la sociedad en general, sobretodo en el gremio de empresarial, y a una semana de iniciadas las obras, los efectos ya se dejaron sentir, sumados además con el cierre de la calle Cristóbal Colón, del tramo que comprenden Juan Carrasco al poniente con Vicente Riva Palacio.
Además de Centro Vivo, la asociación civil Parlamento Ciudadano y la Cámara Nacional de Comercio local continúan recabando testimonios ahora de usuarios del transporte público. Estos, según dijo García López, se han ido alejando de la principal zona comercial del centro tras el cierre de Colón y Obregón.
“El usuario de camión ya no está entrando y más que ahora levantaron las banquetas, entonces el acceso es más difícil, y más para los de edad avanzada, pero sí están viendo ellos que eso del cambio de las rutas les está pegando muy fuerte porque los clientes no están llegando”, dijo Carlos Arturo García.
Por otra parte, las reuniones con autoridades municipales por parte de colegios de profesionistas y asociaciones civiles y empresariales continúan, ahora, en busca de apoyos para que el comercio del primer cuadro de la ciudad sobreviva a la obra que, según dijo el Alcalde Sergio Torres, culminarían a fines de abril.

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