Culpable

koala

Es casi un analfabeto. Pasó la niñez y adolescencia con su familia en la sierra sur de Sinaloa. Su entorno son todos hombres y mujeres de confianza, dicen quienes los conocen. Les darían las llaves de su casa. A Heriberto Picos, no.

Lea: El ‘Koala’ admite asesinato de Javier Valdez; lo condenan a 14 años de prisión https://bit.ly/2PFzSLz

Justamente fue su familia y después los cercanos quienes se enteraron de que había participado en el asesinato del periodista Javier Valdez. No tenía que confesarlo, el pueblo es chico y la información corre. Se supo antes de que los expedientes judiciales lo mencionaran.

Lo apodan Koala por dormilón. Se llama Heriberto. Aceptó la culpabilidad en el proceso judicial, es decir su participación en los sucesos del 15 de mayo de 2017, pero solo eso. No inculpó a nadie. No acusó.

Casi han pasado tres años del asesinato de Javier Valdez, y hasta ahora la Fiscalía Especial obtiene una sentencia condenatoria contra uno de los acusados. Todo es relativo, puede ser mucho o poco tiempo, según se mire. Heriberto Picos es el implicado más débil. Según él, solo conducía el auto donde siguieron a Javier Valdez previo a su asesinato, y el día del crimen, cuando le cerraron el paso muy cerca del periódico Ríodoce que fundó 15 años atrás.

Heriberto Picos Barraza sabía que llevaba como acompañantes a dos asesinos, no era la primera vez que participaban juntos. A eso se dedicaban. Aunque la Fiscalía solo tiene acreditado el crimen de Javier Valdez. Heriberto Picos era parte de esa célula de asesinos. Condujo el automóvil Versa, gris —que no apareció nunca.

Al aceptar su culpabilidad, también acepta una condena de 14 años y ocho meses de prisión. Ambas preguntas se las hizo el juez durante la audiencia, que sería intermedia y terminó siendo de proceso abreviado para uno de los dos inculpados. A las dos preguntas respondió que sí: Admitió la responsabilidad en el asesinato de Javier Valdez y sí aceptaba la sentencia, la de 14 años y 8 meses.

Nuestro sistema de justicia es lento, engorroso, desesperante para las víctimas. En sentido contrario, pareciera darles opciones a quienes aceptan la culpa, y logren una condena mucho menor a la que ese delito contempla en el código. El sistema de justicia además es selectivo. Son poquísimos los asuntos que se judicializan, y de estos pocos, menos todavía concluyen con la demostración de culpabilidad de alguien.

Por eso la desconfianza en el sistema. No es gratuita, tiene bases. La relevancia de la condena contra Heriberto Picos, así sea reducida y tardada, radica precisamente en eso. Se incrusta en un sistema fallido. Y no es relevante porque sea el asesinato de Javier Valdez, que nos impacta a nosotros de manera directa como su familia. Heriberto Picos (hay que volverlo a nombrar para que se sepa que participó en su asesinato y eso debe saberse siempre), nos mató también a nosotros.

Luego de tantos meses de protestas en la exigencia de justicia, de una investigación ministerial que iba y va a trompicones, de aplazamientos constantes al juicio, ya casi tres años del asesinato de Javier Valdez, lo que se tiene es una sentencia condenatoria de uno de los implicados, un juicio en puerta para otro de ellos, y una orden de aprehensión para el señalado como autor intelectual.

Margen de error
(3 años) Tres años después, debe reconocerse que la sentencia de Heriberto Picos, además, confirma la teoría del caso. La que desde la Fiscalía Especializada empezó a armarse después de aquel 15 de mayo de 2017.

Cuando todos los implicados estaban en plena huida. Habían asesinado a Javier Valdez, pero ahora todos estaban escondiéndose, muertos de miedo. Cuando Heriberto Picos, ahora sentenciado a 14 años de prisión por el asesinato; Juan Francisco Picos Barrueta —en espera del juicio, porque no aceptó el procedimiento abreviado; y Luis Ildelfonso Sánchez, asesinado y después cremado en Sonora; ejecutaron la última orden que le dieron los criminales para los que trabajaban, huyeron de Culiacán y de Sinaloa. Se fueron al norte.

Allá Ildelfonso Sánchez fue asesinado, dedicándose a lo mismo que hacía acá. Heriberto Picos anduvo a salto de mata, escondiéndose, trabajando de peón. Juan Francisco Picos, igual, huyendo, hasta que fue detenido por un delito distinto al asesinato de Javier Valdez, y así lo mantuvieron preso. Y el principal de todos, Dámaso López Serrano, se entregó a sus acusadores americanos, que lo tenían en la mira desde hace muchos años, y que ni necesitaron buscarlo porque les calló en las manos. Les tenía más miedo a otros perseguidores, sus enemigos en los negocios.

Mirilla
(En un mes) ¿Qué sigue? Aun le queda un tramo muy largo al proceso judicial. En menos de un mes dará inicio el juicio oral de Juan Francisco Picos Barrueta. Será el 25 de marzo la audiencia intermedia donde los fiscales y la defensa presentarán las pruebas que tengan.

Juan Francisco Picos tuvo una última oportunidad de aceptar el juicio abreviado, pero se le pedía que declarara quien les había ordenado que lo asesinaran. Pero se negó.

Primera cita
(Mini) Y en otra batalla legal está la culpabilidad intelectual, que de acuerdo al curso de la investigación es Dámaso López Serrano quien ordenó el asesinato. A él no tendrán que buscarlo, ni capturarlo, está preso en los Estados Unidos y enfrenta un juicio. Está por otros delitos, los que le interesan a los americanos, igualmente llegado el momento tendrá que defenderse (PUNTO)

Columna publicada el 1 de marzo de 2020 en la edición 892 del semanario Ríodoce. 

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