Campos agrícolas: el rostro infantil

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En la sindicatura de Villa Benito Juárez, Navolato, los niños trabajan la tierra como adultos

Los rasgos de Santiago (nombre ficticio) son los de un infante, pero sus manos ya están curtidas por el trabajo en el surco…

El jornalero agrícola de la sindicatura de Villa Benito Juárez, Navolato, pasea su madurez prematura por La 50, la carretera donde la oferta y la demanda de trabajo se materializa con el “Saliendo y pagando”, el sistema con el que se contrata a hombres, mujeres y niños para las labores del campo sin ningún tipo de filtro ni garantía.

Una coloración verde resalta sobre su piel morena. Es la huella del jornal en los campos agrícolas, donde los llevan los conductores de camiones desvencijados desde las cinco de la mañana.

La paga que recibe Santiago es en función de su productividad.

“Depende de las cubetas que haga… cincuenta y tantas…” comenta.

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A ambos lados del canal que divide la cabecera de la sindicatura, la drogadicción y el alcoholismo se viven al aire libre. Hombres y mujeres tomando “caguamas” o “quemando” mariguana, entre trabajadores que regresan o esperan salida al campo.

La cotidianidad de estas escenas tiene sin cuidado a los trabajadores provenientes del sur del país.
“Tengo 16… ya estoy grande, más que estoy chapo…” dice Santiago.

Una familia de Veracruz espera una mejor oferta. Los 250 pesos que ofrecen por el “deshoje” son muy pocos.

Fabiola (nombre ficticio) es una niña de 13 años que no tiene escuela. Aguarda la espera con la mirada perdida, al lado de sus familiares.

“Trece…” responde cuando se le pregunta la edad.

Más adelante, a un costado del canal, dos mujeres menores de edad buscan acomodo en una Van donde ya no cabe nadie más.

“Ahí acomódense como puedan…” les dice la conductora.

Trabajo infantil

Juan López García, coordinador del Movimiento Unificación Lucha Triqui en Sinaloa, comenta que es preocupante la contratación de la mano de obra infantil en los campos agrícolas de Villa Benito Juárez, Navolato.

“Es cuestión de hacer un llamado a la Secretaría del Trabajo para que atienda esta situación, porque sí, sí hay niños trabajando. Con eso de ‘Saliendo y pagando’ no hay control y sí, sí nos preocupa”, expresa.

El dirigente triqui asegura que, al igual que en la zona sur, Escuinapa y Villa Unión, sigue habiendo niños de nueve y diez años en los campos agrícolas.

En la sindicatura, continúa, entre las 5:00 y 6:00 horas un número indefinido de camiones hacen sitio en la carretera La 50, a la espera de hombres, mujeres y niños que trabajen por un jornal.

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“La Secretaría del Trabajo debería inspeccionar en las mañanas cuando la gente sale a trabajar, entre las cinco y las seis de la mañana, cuando están ofertando la mano de obra de estos niños”, expresa.

El “Saliendo y pagando” es, ilustra, una modalidad reciente, mediante la cual los contratistas ofrecen una paga de entre 250 y 300 por determinadas horas de trabajo en las labores del campo, sin ninguna prestación social.

“Hay quienes prefieren que los niños trabajen porque son más rentables, andan más aprisa y no es igual a la edad de un adulto mayor al que se le dificulta trabajar”, dice López García.

El dirigente triqui expone que la mano de obra infantil en los campos agrícolas se da, entre otros factores, a que algunos niños no tienen padres o a los usos y costumbres de las etnias.

“Hay niños que no tienen padres y por necesidad tienen que trabajar”, señala, “también por nuestros usos y costumbres. Hay jóvenes de 14-15 años que ya tienen una familia que mantener y eso los obliga a trabajar”.

“Pronta autonomía”

En la sindicatura Villa Benito Juárez, Navolato, además de la mano de obra infantil en los campos agrícolas, se da la problemática de los niños solos en las cuarterías, donde a los mayores se les confiere una “pronta autonomía”, es decir, la responsabilidad del cuidado de los más chicos, con todos los riesgos que esto implica.

Cindy Quiñónez, promotora de movilidad comunitaria de la organización no gubernamental Save the Children, informa que son niños de 8-9 años los que se quedan a cargo de bebés de hasta seis meses de nacido porque sus padres tienen que madrugar a trabajar.

“Los niños más grandes reciben una pronta autonomía porque los papás tienen que salir a trabajar, y los niños difícilmente acceden a una guardería o cuidados dignos. Niños que son cuidados por sus hermanitas o hermanos más grandes, no necesariamente tan grandes, sino de 8-9 años, que cuidan a bebés de seis meses”, indica.

Las cuarterías no son seguras ni siquiera para los mismos vecinos, reconoce, porque hay hombres y mujeres con alguna adicción.

“Los niños y las niñas peligran en ese sentido”, agrega, “los niños salen y vagan por el centro o las colonias por esa libertad que se les da…”

La prioridad económica prevalece sobre el sano desarrollo de los hijos, opina Cindy Quiñónez, al grado que existen niños de 14 o 15 años que nunca han pisado un aula escolar.

“Hay poco interés por parte de ellos (los padres) de que los niños estudien. Hemos visto aquí en Villa Juárez a niños de 14-15 años que nunca acudieron a un salón de clases y no saben escribir”, subraya.

Artículo publicado el 14 de enero de 2024 en la edición 1094 del semanario Ríodoce.

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