Biblioteca Gilberto Owen, la deuda de ‘Malova’ que Quirino no saldó

BIBLIOTECA OWEN. Elefante blanco.

El proyecto de la Biblioteca Gilberto Owen, en Culiacán, fue mutilado dos veces; primero cuando se le quitó un piso al proyecto arquitectónico original y ahora al final del gobierno de Quirino Ordaz Coppel, que finalmente lo echó a andar pero con dos pisos inocupados.

El presupuesto nunca fue suficiente. Ya desde 2015, durante la administración de Mario López Valdez, se habían invertido poco más de 100 millones de pesos, aunque la apertura del espacio nunca llegó y se convirtió en un elefante blanco, que apenas en enero pasado se aperturó a medias.

Al respecto Papik Ramírez Bernal, director del Instituto Sinaloense de Cultura, aseguró que los 28 millones presupuestados alcanzaron para habilitar dos de los cuatro pisos del edificio, ubicado a un costado del edificio abandonado del llamado Parque Temático.

“Los 28 millones de pesos, alcanzaron para estos dos pisos, de los cuales la federación aportó 5. Se deja completamente equipado con mobiliario nuevo, libros, ludoteca, soló falta instalar el equipo de cómputo”, aseguró.

“Nosotros hasta ahí pudimos avanzar, lo ideal es que le de continuidad el otro gobierno, aunque claro lo óptimo hubiera sido dejarla terminada completa, pero también que el gobierno que la inició la hubiera terminado sin duda, pero le logramos avanzar”.

 

PAPIK RAMÍREZ. No hay presupuesto.

Durante el periodo de abandono del edificio que suplió al original, que se encontraba en el Centro Cultural Genaro Estrada, se bandalizó, se olvidó, incluso fue ocupado por algunos meses como oficinas temporales de una área de la Secretaría de Seguridad Pública.

“Los dos segundos pisos no están habilitados, no hay nada porque no se puede; falta la ductería del aire y electrificación, no alcanza el tiempo, ni los recursos para hacerlo; es más fácil conseguir recursos para remodelar que para iniciar un proyecto”, mencionó Ramírez Bernal.

“Probablemente se logre integrar una cafetería, andamos en eso y proyectamos remozar la jardinería, en la parte frontal, dejar el espacio más armonioso”.

 

 

La biblioteca que no fue

La historia del desatino de la Biblioteca Gilberto Owen, incluso surgió desde antes de Malova, fue desde Jesús Aguilar Padilla, que se optó por desalojar su edificio original por considerarlo viejo y se pensó en reubicarla en el Casino de la Cultura. No sucedió así y el arquitecto Carlos Ruiz Acosta, en el sexenio de Mario López Valdez, proyectó una propuestas de vanguardia para un espacio nuevo.

“Hay errores que les corresponden a otros; el más emblemático fue el de la Biblioteca Gilberto Owen. Élmer Mendoza y yo soñábamos en tener la mejor biblioteca de México. La oportunidad se dio con María Luisa Miranda, directora del ISIC, a quien le hice un estudio sobre las mejores bibliotecas del mundo y me contrató. Antes de empezar el proyecto, organicé visitas a dos de las mejores bibliotecas de los Estados Unidos”, recordó el arquitecto.

“Con la información recabada en Estados Unidos y apoyado en bibliografía especializada, en 2015 elaboré el proyecto, en un terreno seleccionado por Mario López Valdez en el circuito Rolando Arjona, lejos de todo pero cerca de su obra sexenal. El Parque Temático, que costó 476 millones de pesos tirados a la basura. Nuestra selección era en un terreno del Parque EME por la Avenida Obregón”.

Entonces añadió Ruíz Acosta, que el gobernador anunció públicamente la inversión federal de 100 millones de pesos para la construcción de la biblioteca, sin el equipamiento, a la cual le invirtieron menos de 75.

“En el gobierno nadie se ha cuestionado ni se cuestiona, para qué sirve una biblioteca y si contamos con una. Al gobernador Mario López Valdez no le importó terminarla porque no era políticamente redituable. Su secretario de Obras Públicas le quitó un piso, le metió materiales baratos, la construyó con errores y dijo que no le alcanzó el dinero para terminarla. ¿Por qué no la hicieron bien, quitándole una migaja al préstamo de 2 mil 600 millones de pesos que se gastó López Valdez? La primera tragedia es la pequeñez.

“La segunda tragedia es la falta de visión, al haber perdido la oportunidad de tener un edificio que aspiraba a trascender nuestras fronteras y ser tomado en cuenta como un digno ejemplo de la arquitectura mexicana contemporánea. No lo daba por un hecho, pero el esfuerzo tenía ese enfoque y algo se hubiera logrado. En cambio, el edificio que vemos fue producto de un desaseado manoseo. Nos dejaron una masa incompleta y contrahecha”.

Ante el futuro de las bibliotecas ante la era de la digitalización, añadió que mucha gente cree que el libro ya no tiene futuro, cuando eso es falso.

“Cuando visitamos las bibliotecas de Seattle y Salk Lake City, sus directivos nos informaron sobre la caída del libro y su asombrosa recuperación. La crisis inició cuando se masificó la fabricación de dispositivos electrónicos, cayendo verticalmente la venta de libros, pero llegaron a la sobreoferta por la saturación del mercado e inició su declive”, apuntó.

 

CARLOS RUIZ ACOSTA. Proyectos a la basura.

“A partir de entonces, el libro se levantó de nuevo hasta llegar a compartir ventas al 50-50 con la parafernalia digital, promedio que se estabilizó desde 2005. Las bibliotecas desde entonces, se diseñan con ese criterio: 50 por ciento libros, 50 por ciento archivos digitales”.

En la Biblioteca Gilberto Owen, mencionó el arquitecto que había dos libros de grabados de Giovanni Battista Piranesi (1720-1778), donados por la familia Redo, que eran exhibidos en el vestíbulo de la biblioteca en la época, que él mismo fue director de Difocur.

“Sin duda son los libros más valiosos, por el valor histórico y el monetario, que he visto en Sinaloa. Fueron impresos probablemente en 1756. Por curiosidad le pegunté a un ex funcionario del ISIC por el destino de los libros y me contestó que habían desaparecido en el tiempo que permanecieron en el Casino de la Cultura.

“En otras palabras, se los robó alguien consciente de su valor. Son libros que quisieran tener el Museo Franz Mayer y la Biblioteca Nacional. En mi mapa mental aparecen dos sospechosos. El que los tenga, debe saber que son libros con 256 años de antigüedad, los debe desinfectar de hongos y bacterias y mantenerlos con control de humedad”.

La mutilación final

Después de cinco años de haber iniciado su construcción, el director del Instituto Sinaloense de Cultura, anunció su apertura en enero de 2021, limitada a la mitad de un piso pintado de un simbólico color lúgubre, a un costo de 27 millones de pesos, y salta la pregunta: ¿Cuántos millones de pesos de dinero público se han invertido en estadios de beisbol y de futbol en Sinaloa, empezando por el bodrio del estadio de los Dorados?, cuestionó el arquitecto.

“La biblioteca ya no fue lo que soñamos. Terminará siendo un espacio burocrático, medio acabado por la falta de recursos y con un director improvisado, dejándole a la futura administración la responsabilidad de darle vida, si es que acepta el compromiso de continuarla”, apuntó.

Ruiz Acosta recordó que durante la época helenística, hace aproximadamente 2 mil 300 años, en las ciudades griegas llegaron a tener 100 bibliotecas. Aquí, todavía aspiramos a tener una.

Artículo publicado el 20 de junio de 2021 en la edición 960 del semanario Ríodoce.

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