Arturo Santamaría aborda en su nueva novela a una generación que soñó con cambiar el país

ARTURO SANTAMARÍA GÓMEZ. Mirarse al espejo.

En la presentación del libro ‘Del 68 a los 68, Memoria y Utopía’, el culiacanense reunirá mañana jueves a viejos amigos para debatir si Morena representa la utopía del 68

Del 68 a los 68, Memoria y Utopía, la novela histórica que Arturo Santamaría Gómez presentará: “A los 68 años se reúnen los viejos amigos para ver qué es lo que lograron si la utopía está muy lejos, si se ha concretado con Morena, si nos acercamos, porque unos defienden los logros de Morena, otros los critican y se da un gran debate”.

La cita es mañana jueves 10 de noviembre, a las 18:00 horas, en la Casa de la Cultura del Centenario, ubicado en el centro histórico de Culiacán, Sinaloa.

Fragmento inicial de la novela.

“Vamos, nena, enciende mi fuego

—El ayer no llegó y el futuro ya pasó —dijo el Culichi, no sé si con cinismo o realismo, a los amigos que teníamos décadas sin vernos.

—¿Cómo está eso? Descíframe tu rebuscada frase—le reviró el Toto.

—Sí, compañero, ayer soñábamos con una revolución igualitaria y libertaria y una sociedad sin clases, creíamos que así sería el futuro, pero resulta que lo que imaginábamos y deseábamos, pensando ingenuamente que ese era el destino de la humanidad, es un sueño que, sin plasmarse, ya pasó.

—¿Entonces ya llegaste a la conclusión que no hay sociedad en la que no podamos vivir mejor? ¿Cuándo te cansaste de luchar?

—No me he cansado, la muestra es que soy diputado de un partido del cambio…”

Entrevista con Santamaría

—¿Cuál es la columna vertebral del libro?— pregunta Ríodoce a Santamaría Gómez.

–Es el inicio de una generación de lucha política para cambiar el país por la democracia. Este libro Del 68 a los 68, Memoria y Utopía, trata centralmente de cómo una generación de jóvenes, digamos, incluso entre los 12, 13 años y los 25 más o menos, despiertan a la lucha por democratizar este país y buscarse lo más justo en esa generación… pues estoy yo, que ya estaba en primer año de preparatoria en México, en la Prepa 6, y participo de una manera muy periférica, pero amigos míos participan de lleno, muy jóvenes, aunque también no dirigiendo nada…

—Pero despertaron a la conciencia política…

—Despertamos a la lucha política y social, siendo muy jóvenes, y a partir de ahí, vamos en un proceso de estudio, de aprendizaje y de participación ascendiente, digamos, en el que, sobre todo estuve el 71, hablo de mi generación, yo y de algunos un poco mayores que yo nos radicalizamos más después de la represión del… había dos represiones contra las luchas estudiantiles que había sacrificado a decenas y decenas de estudiantes y encarcelado a muchos entre el 68 y 71, y muchos pensamos: ¿cómo podemos cambiar este país tan injusto, tan autoritario, tan antidemocrático?

—Y después de la pregunta viene la organización.

—Sí. Dijimos bueno hay que organizarnos y hacer una revolución. Entonces surgen diferentes grupos en todo el país, organizaciones, partidos con diferentes tonalidades, con diferentes estrategias, incluso, y esto va cuajando hasta que en mi caso y mis amigos de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y de Economía y de algunos de la UNAM y los Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM también, decidimos después del 14 de marzo de 1975, cuando Luis Echeverría Álvarez (LEA) quiso entrar a la UNAM, para inaugurar cosas, pero con la intención política de recuperar la UNAM.

—Los estudiantes se radicalizaron y dijeron a LEA ¡NO!

—Sí. Después de una lucha muy intensa donde los rechazamos y formamos una organización que se llamó Grupo de Izquierda Revolucionaria y nosotros. Decidimos organizarnos mucho más, sólidamente, y después de ese grupo de GIZ se vuelve de dividir el Grupo de Izquierda Revolucionaria, y Espartaco nos dividimos porque queremos más radicalización, y el grupo en el que estaba originalmente Rosario Robles, por ejemplo, un personaje conocido, en el Giz, y nos vamos a los barrios obreros, a las fábricas, al campo, a los barrios proletarios de diferentes partes del país a intentar construir una sociedad utópica, igualitaria, democrática a partir de nosotros que queríamos una revolución proletaria.

—Cuentas la historia de la lucha por una sociedad utópica.

—Este libro trata de rescatar esa historia a través de varios actores y también con datos autobiográficos míos, de mi participación en las luchas chicanas porque también en mi caso, me trasladé a Estados Unidos participé con César Chávez y conocí la Izquierda norteamericana, etc. Y en medio de toda esta historia, entre cierta, entre real y ficticia, mezclo la literatura, la ficción con la realidad…

—Juegas un poco combinando la ficción y la realidad…

—Para hacerlas más ágil, para no contar una historia académica. Y en medio de eso pues meto también los sinsabores y los amores de esta juventud, el despertar amoroso, los fracasos, las glorias del amor, en medio de todo eso, como individuos, cómo éramos, en medio de ese proceso, de luchas individualmente qué hacíamos, cómo nos relacionábamos con nuestras compañeras, y bueno después de muchos años, llegando a los 68 años, el fin de la novela.

—Es cuando los “viejos amigos se reúnen…”

—Sí. Nos reunimos los veteranos que tenemos más de 60 años todos, en Sinaloa, porque cuento cómo todo esto se traslada desde la ciudad de México, hasta Sinaloa. Llegan los compañeros más veteranos de esa organización y quisieron seguir en la lucha más radical, eran “guerrilleros”, esto es ficción, pero bueno, y llegan a tratar de convencer a los que estamos aquí, de no abandonar esa lucha, de como ellos la hacían y tratan de convencernos; entonces se da un debate muy intenso entre ellos y nosotros, y ahí la dejo para que lo lean.

Artículo publicado el 06 de noviembre de 2022 en la edición 1032 del semanario Ríodoce.

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